Irán e Israel. Un cierre en falso.

Con bombo y platillo el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, anunció el ataque con bombas antibunker GBU-57 a 3 sitios clave del programa nuclear de Irán: Fordow, Natanz, e Isfahán. Según él, dichos lugares habían sido volatilizados en su totalidad, hiriendo de muerte a las pretensiones nucleares de Teherán.

Cierto es que este fue el punto de inflexión que llevó al gobierno del ayatolá a aceptar la diplomacia, de cara a lo que para la administración de Trump era el fin de la guerra. Sin embargo, la información de inteligencia que circula en los medios internacionales sugiere que el ataque no fue tan eficaz como se creía.

A tenor de las sospechas de que Irán evacuó buena parte de su uranio días antes del ataque (esto confirmado por el movimiento de multitud de camiones en Fordow avistado por los satélites de la empresa MAXAR), cabe cuestionarse si realmente Irán está tan neutralizado como se dice, y todo parece indicar que no.

Pese a la cantidad de jefes del régimen asesinados por los bombardeos, estos pueden ser sustituidos.  Los misiles utilizados pueden ser cubiertos en el corto plazo gracias a la reciente compra de insumos de producción balística por parte de Irán a China. Igualmente, han perdido cerca de la mitad de sus lanzadores de misiles, pero que pueden ser fabricadas nuevamente.

Si bien desde que empezara la guerra Irán ha recibido una derrota estratégica incontestable viendo como sus tentáculos en el Líbano (Hezbolá), Siria (el régimen de Assad), y Gaza (Hamás), han sido sistemáticamente neutralizados, la integridad del poder del régimen es bastante operativa, y es poco creíble que no intenten recuperar lo perdido. 

En ese sentido, acceder al cese al fuego es muy conveniente comprar tiempo, reconstituirse después del daño recibido durante la campaña de Israel, y estar mejor preparado en el devenir de un conflicto que indudablemente se va a prolongar.

Esta situación deja un panorama preocupante en la región, pues el objetivo estratégico de Israel de acabar con el programa nuclear parece que no se ha cumplido, a la vez que el discurso de Irán se vuelve más agresivo. Y en la medida en que Israel sigue teniendo el poder de seguir atacando, la mecha para la reanudación del conflicto es corta. Será difícil volver a tener a Irán contra las cuerdas, y eso es un incentivo demasiado tentador para ignorar a Tel Aviv.

La situación con Irán ha cerrado en falso, y la intensidad de los combates vividos hace poco creíble que esto vaya a quedarse así. Aún peor, la guerra no ha terminado. Gaza sigue siendo castigada con una ferocidad inhumana en medio de una crisis humanitaria que es difícil de dimensionar. Los hutíes en Yemen siguen siendo una amenaza creíble para Israel y el comercio internacional en el estrecho de Bab el-mandeb. Y todas las milicias al servicio de la guardia revolucionaria iraní presentes en Iraq siguen operativas. 

La violencia en la región no parará pronto, sin importar qué tanto Trump se esfuerce por desentenderse. El rol que Estados Unidos quiere jugar en el mundo los arrastra inexorablemente a los problemas que parecen no querer atender con decisión. Véase el caso de Ucrania e Israel como ejemplos.

Se cayó el telón

Pero no todo ha sido en vano. La crisis vivida en junio de 2025 ha expuesto a los ojos del mundo varias realidades. Primero. Estados Unidos está fracasando en su política exterior. A casi 6 meses de gestión el desastre en Gaza es inexcusable, y la imposición de una pausa caprichosa incapaz de resolver los problemas subyacentes de la guerra solo está consiguiendo prolongarla.

Segundo. Irán está sola y es más débil de lo que se creía. Rusia se limitó a condenar los ataques, pero ninguna acción clara en apoyo al régimen se hizo presente. El supuesto compromiso de Pakistán para defender a Irán con sus armas nucleares resultó ser burdamente falso. Y el resto de los países árabes se han mantenido tajantemente al margen.

Tercero. Israel es fuerte pero vulnerable y dependiente. La defensa aérea de Israel integrada por los sistemas Arrow 3, la honda de David, y la cúpula de hierro expuso sus límites, demostrándose vulnerable y muy cara (se estima que costó más de 200 millones de dólares diarios) para sostenerse en una guerra de desgaste. Por ello, por más eficaces que sean, Israel es incapaz de luchar una guerra de estas características sin Estados Unidos. Están obligados a entenderse.

Como sea, esto no será lo último que sepamos de este conflicto, y quizás, más temprano que tarde volveremos a tener novedades de una situación tan sombría.

Especialista en temas internacionales.