La arrogancia política…

La respuesta que dio el Presidente estadounidense, Donald Trump, cuando le preguntaron sobre las futuras relaciones de su Gobierno con América Latina, fue: "No los necesitamos"; también cuando le consultaron en una conferencia de prensa durante la ceremonia de firma de sus órdenes ejecutivas cómo ve las futuras relaciones con América Latina y Brasil, Trump dijo. "Nosotros no los necesitamos. Ellos nos necesitan a nosotros".

La narrativa de Trump se ha centrado en la negatividad latinoamericana, la "invasión" de migrantes, los cárteles de la droga y el supuesto complot chino para apoderarse del Canal de Panamá. Sin considerar que: son los migrantes quienes realizan un alto porcentaje de las tareas básicas que ningún norteamericano educado quiere realizar; que son los productores de armas que alimentan a los carteles; y son los principales clientes o consumidores de fentanilo y cocaína. 

Por si fuera poco, quiere cambiarle el nombre al Golfo de México, comprar Groenlandia, recuperar el Canal de Panamá, limpiar la franja de Gaza, deportar gente como si fueran animales y tratar a los países como si fueran su patio trasero. Cree, en definitiva, que la geopolítica es un reality show, algo así como "The Apprentice…"

Estados Unidos tiene tanta institucionalidad democrática como arrogancia política…; en su política exterior no existen socios o aliados, sino intereses y obviamente se ven así mismos como los "policías del mundo". Han ayudado y también conspirado muchísimo a favor de sus intereses, a veces han acertado y muchas otras se han equivocado, siempre con un alto costo humano.

Sin tener datos a manos, creería que hay más bases militares de Estados Unidos en el mundo que las que pueda tener Rusia o China. Entonces ¿quién actúa de modo expansionista? ¿Quién quiere tener el control geopolítico?, ¿quién está presente en casi todos los conflictos y guerras?

Una migración descontrolada obviamente es negativa para cualquier sociedad, más aún si se cuelan criminales; pero la pregunta de fondo debe ser: ¿por qué la gente migra a gran escala a Estados Unidos?; la respuesta es múltiple: reunificación familiar, falta de oportunidades, corrupción y un largo etcétera. Son el sueño americano y su política exterior para nada ha contribuido a que otros países emergentes mejoren ¿por qué…? USAID ha invertido miles de millones en Latinoamérica y poco y nada ha cambiado, ¿por qué? Hay demasiadas preguntas y pocas respuestas…

Siempre es prudente aclarar que una cosa es el pueblo estadounidense y otra sus políticos; quizá el último presidente admirado y querido en Latinoamérica fue John F. Kennedy. También como alumno y ex becario debemos reconocer la importancia del desarrollo científico y académico de Estados Unidos, pero últimamente hasta la ciencia se rinde al absurdo político…  

Los políticos arrogantes suelen ser también "agonrantes", un neologismo que describe una combinación peligrosa de ignorancia y arrogancia; personas megalómanas, que se creen autosuficientes y omniscientes, dueños de la verdad. Tienen el poder y también el dinero, luego no necesitan a nadie, y para colmo se creen que tienen una misión mesiánica y que van a salvar a su país o al mundo.

Natascha Strobl (2021) nos explica cómo el "Estado de emergencia emocional" se está normalizando; no hay certezas, y la nueva política digital está construyendo un nuevo conservadurismo radical, una nueva derecha de corte fascista que cuestiona el pasado mítico y genera una nueva posverdad.

La nueva derecha aparece en el espacio prepolítico logrando una nueva interpretación de la realidad y de la cultura a través del activismo pop digital (imágenes, memes y videos) y una nueva batalla cultural.

La escena mediática se desarrolla a través de redes sociales por medio de fantasías evangélicas, racismo, misoginia y anti-Woke; la burguesía clásica comienza a desplegar una adicción al autoritarismo anti-solidario y autosuficiencia. Este nuevo modelo de conservadurismo radicalizado desmantela la democracia a través de correcciones políticas frente a las desviaciones morales.

No importa el programa de gobierno ni las ideologías sino una nueva narrativa de seguridad, dinámica y agresiva que abra paso a la polarización. En este contexto, la oposición es la enemiga a eliminar. Se trata de una guerra cultural, entre el bien y el mal (maniqueísmo), entre nosotros y los otros; y hay que derrotar al enemigo.

"Los otros" son las comunidades LGBTI, las feministas, los ambientalistas, la sociedad civil, los trabajadores de la cultura, los medios de comunicación, los intelectuales, los políticos; todos son opositores, Trump les llama "El Pantano".

No hay lugar para matices, se debe destruir el enemigo, atribuirle todo lo malo, la narrativa es el bien con el mal, y se debe construir imagen sombría del enemigo e impulsar una ola de miedo por las amenazas.

La Indignación, el inconformismo, la ausencia de reglas, el insulto, la agresión, el lenguaje absoluto y la megalomanía se imponen. No hay consecuencias por no hacer lo correcto, la idea es hacer lo disruptivo. Estamos frente a un nuevo orden conspirativo.

El poder de los líderes mesiánicos y arrogantes se basa en evitar el diálogo, desplazar las víctimas y fortalecer sus círculos de seguidores que solo asienten de modo cuasi religioso.

Los arrogantes políticos buscan "Des-democratizar" el sistema, erosionar la división de poderes, sólo el ejecutivo debe mantener la hegemonía; el parlamento y el sistema de justicia que han sido élites debe estar al servicio del ejecutivo (este cambio es importante); se deben acorralar a los medios porque difunden mentiras sobre el líder y el Estado de bienestar es visto como un sistema que alimenta vagos.

Incluso todos los fallos del nuevo líder arrogante deben ser vistos por la resistencia a los grupos opositores y las campañas sistemáticas de los opositores. Él no se equivoca, los demás sí.

Y agrega Natascha Strobl: No hay seguidores o militantes sino "fans", los siguen de modo incondicional; todo lo que dice el líder es justo, cierto, legal, correcto y cualquier crítica es ilegítima; creándose una realidad paralela (los enemigos del líder) de contra realidad; aunque se diseñen soluciones ficticias a problemas ficticios.

¿Qué sigue…? es una buena pregunta; la historia es maestra de la vida, sólo demos un vistazo al pasado y ya sabemos cómo termina esto… Por cierto, cuidado con los espejos…

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Investigador Educativo/opicardo@uoc.edu