La cárcel sin muros del ave humana
Algunas aves fabulosas como el Quetzal mueren en cautiverio. Algo parecido ocurre espiritualmente con los hombres cuya tierra se torna una cárcel sin muros ni horizontes de libertad. Algunas aves se deprimen o se vuelven agresivas debido al confinamiento, e incluso se mutilan a sí mismas o entre ellas. ¿Os recuerda esto al ser humano? La vida en cautiverio es usualmente una sentencia de muerte para las aves enjauladas y en el hombre la muerte de sus anhelos. Negarles su libertad y derecho de volar es inhumano y priva a estas maravillosas criaturas del prodigio que les es dado al nacer. El mundo de las aves es el cielo en libertad y no una jaula. Su instinto y destino es volar libremente en su hábitat natural a solas o junto a la bandada. Igual ocurre con los seres humanos. Los loros sufren una separación, pues son animales muy nostálgicos y apegados a quienes les cuidan y rodean. Si su pareja muere o su dueño los abandona, el efecto más directo será la autodestrucción, pues abandonarán su alimentación hasta morir. Sacarlos de su ambiente natural puede ser letal. Esto nos ilustra el drama de la cárcel sin muros del ave humana cuando pierde su dignidad, palabra, oriente y libertad. (Libros Balaguer: Librería UCA y La Ceiba)

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