44 años de un Pedazo de Cielo en la Tierra

Es la tarde del miércoles 24 de junio de 1981, festividad de San Juan Bautista, cuando seis niños de entre 12 y 20 años caminan por el Monte hoy llamado la Colina de las Apariciones, y en una zona pedregosa llamada Podbrdo ven en el cielo una figura evanescente de una joven hermosa y luminosa con un niño en brazos. 

Comprenden de inmediato que la figura es la Virgen María, aunque la aparición no habla y solo hace la señal de acercarse a ella, pero están muy asustados y huyen. En casa cuentan lo sucedido, pero los adultos, asustados por las posibles consecuencias (no olvidemos que la República Federativa Socialista de Yugoslavia era oficialmente atea), les dijeron que se callaran.

La noticia, sin embargo, es tan rotunda que se extiende rápidamente por el pueblo y al día siguiente, 25 de junio de 1981, un grupo de curiosos se reúne en el mismo lugar y a la misma hora con la esperanza de una nueva Aparición, que no tarda en llegar, y es por eso que el aniversario de las Apariciones se celebra el 25 de junio de cada año.

Hoy no quiero hablar de la historia sino de lo que se vive durante la peregrinación a Medjugorje y después en la vida: 

Amor a la eucaristía: en Medjugorje se ama, respeta y adora cada eucaristía porque hasta en los mensajes dados por nuestra madre ha dicho que no hay nada más grande que la eucaristía, ya que ahí se hace presente Jesús, nuestra madre María y todo el cielo se unen con la tierra.

Y, efectivamente, cuando uno va a Medjugorje y regresa a su país ya no ve a la eucaristía de la misma manera que antes, la ama y vive como si fuera la última, trata de preparase mejor para recibir a Jesús en la comunión y la extraña cuando no puede asistir presencialmente a la eucaristía. 

Conversiones: Los que hemos estado en Medjugorje o conocemos los mensajes dados por nuestra madre María Reina de la Paz iniciamos un gran proceso de cambio de vida que no es de la noche a la mañana, sino poco a poco cuando se ha vivido de la mejor manera la escuela de María y sus frutos.

Los cambios más palpables pueden ser: mayor paz interior a pesar de los problemas que puedan tener la persona, mayor fe en Dios y nuestra madre María, amor por la eucaristía y el rosario, una persona más empática y dada a los demás, da testimonio y tiene más conciencia de pecado cuando comete.

Paz: la paz que actualmente no hay en el mundo por los egoísmos humanos y las competencias por el poder y del tener más; en Medjugorje se vive plenamente dentro de las personas y en el ambiente tanto es la paz que no hay preocupaciones y andan muy felices.

Unidad y acogimiento: es un lugar donde los habitantes son super unidos, reciben y ayudan a cada peregrino como si fueran de su familia, tienen paz interior y se siente en su actitud de servicio.

Tanto es así que cuando uno está en Medjugorje no da ganas de regresar a su país.

Reconciliación: Medjugorje es considerado como el confesionario más grande del mundo, no importa el idioma; es increíble ver miles de sacerdotes confesando y miles de personas de todos los países recibiendo el perdón de Dios en la confesión.

Cuando uno regresa a su país llega con el deseo de buscar con mayor frecuencia el sacramento de la reconciliación (confesión).

Amor a nuestra madre María y a Dios: yo tuve la oportunidad de visitar Medjugorje en 2022 y es bello ver como no hay un solo lugareño, aún en horas de trabajo, sin estar rezando el rosario o viviendo la eucaristía por amor a Dios y a nuestra madre María.

Cuando uno está ahí realmente se siente el amor a Dios y a nuestra madre, lo cual hace que replique eso al regresar.

¡Se dice que, si uno asiste, vive plenamente la eucaristía y reza el rosario con amor verdadero es como si estuviera en Medjugorje, verdaderamente un pedacito del cielo en la tierra!

Licenciado en Turismo