"¿Qué le damos? aproveche": Como en El Salvador, así es el famoso mercadito de Los Ángeles, California
Todo está aquí, desde el clima hasta el grito del comerciante salvadoreño invitando al cliente, pasando por el infaltable olor a las pupusas y casi todo los productos que se ofrecen en los mercados de la tierra cuscatleca.

A uno de los extremos donde inicia la hilera de puestos que exhiben la cultura y los ingredientes de la gastronomía salvadoreña está el puesto de Isabel García, quien lleva casi seis años comerciando entre sus paisanos. Foto EDH/ Jessica Orellana 
En el puesto de Natalia Sibrian, la flor de izote cuelga en los contornos, sobre grandes canastos que exhiben frutas, granos básicos, quesadillas y lácteos. Foto EDH/ Jessica Orellana 
El día que se colocó el rótulo de Corredor Salvadoreño hubo fiesta, recuerda Natalia. Antes de la pandemia, su negocio era de comida y se llamaba Flor de Izote, pero las circunstancias le hicieron cambiar de productos; aunque aún conserva el nombre de su puesto, en honor a la flor nacional. Foto EDH/ Jessica Orellana 
A varios metros de distancia del local de Natalia está su hermana Angela Barrientos, quien tiene 40 años de ser parte de la comunidad de comerciantes del famoso y popular Corredor Salvadoreño. Foto EDH/ Jessica Orellana 
Y tan infaltable como el regateo de los clientes es la pregunta ¿es de El Salvador?, una consulta que se usa a la hora de adquirir quesos, pan dulce, frijoles y hasta mariscos o cangrejos. Foto EDH/ Jessica Orellana 
Los cócteles de marisco y ceviche de "huevos de toro" tienen gran demanda en el Corredor Salvadoreño, los clientes son centroamericanos. Foto EDH/ Jessica Orellana 
Los populares platillos atraen a comensales centroamericanos, y muestra de ellos son las banderas de varios de los países de esa región que se lucen en uno de los puestos. Foto EDH/ Jessica Orellana 
Al otro extremo del corredor se encuentra la oferta de mariscos y cocteles que van desde los tradicionales de camarón o conchas hasta los de "huevos" de toro; estos últimos con una gran demanda. Foto EDH/ Jessica Orellana 
La libra de frijoles puede costar hasta $6.00. Foto EDH/ Jessica Orellana 
José Pedro Gallegos a viva voz y como prueba de su buena condición pulmonar recita una casi interminable oración que describe mucho de lo que los comerciantes ofrecen: "…tenemos camisas, sandalias, chamarras, suéteres, guarizamas, corvos, cumas, azadones, palas, piocha, ¡vengase! ¿qué le damos? Casi regalado, aproveche la Vermont y la once estamos…" expresa solo por citar un fragmento de su extensa y acelerada descripción. Foto EDH/ Jessica Orellana 
Los negocios están a ambos extremos de la acera; venden comida y casi cualquier producto con sello salvadoreño Foto EDH/ Jessica Orellana 
El Corredor Salvadoreño, en la calle 11th y avenida Vermont; un espacio donde se han dado cita desde hace 30 años comerciantes salvadoreños, pero algunas publicaciones reportan un auge de los locales a partir de 2016. Foto EDH/ Jessica Orellana 
Foto EDH/ Jessica Orellana 
Los negocios están a ambos extremos de la acera; venden comida y casi cualquier producto con sello salvadoreño. Foto EDH/ Jessica Orellana 
Y como toda zona comercial con ambiente salvadoreño, los regateos de precios no pueden faltar, antes de llegar al pago del producto, que en esos lares se puede hacer en efectivo o a través de transacciones electrónicas. Lo importante es no dejar ir al cliente. Foto EDH/ Jessica Orellana 
Cada fin de semana, esta zona hace que los clientes y los comerciantes se sientan en su país natal, ya sea vendiendo o comiendo pupusas, yuca, riguas, minutas, charamuscas; es decir las comidas más populares; compartiendo al muy estilo salvadoreño. Foto EDH/ Jessica Orellana 
El Corredor Salvadoreño es un punto de encuentro de la comunidad migrante en Los Ángeles, California. Foto EDH/ Jessica Orellana 
Variedad de frutas se comercializan en el mercadito. Foto EDH/ Jessica Orellana 
Oneyda Cruz, originaria de La Unión, vende frijol nuevo en el Corredor Salvadoreño. Foto EDH/ Jessica Orellana 
Pastelitos de carne se ofrecen en el corredor seco. Foto EDH/ Jessica Orellana

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