Salud mental y bienestar: Cómo cuidarte mientras estudias
La etapa universitaria es una de las más intensas y transformadoras en la vida de muchas personas. Representa crecimiento y nuevos retos, pero también puede ser un período de gran presión.
La salud mental se refiere al bienestar emocional, psicológico y social de una persona. Afecta la forma en que el ser humano piensa, siente, actúa y maneja el estrés, cómo se relaciona con los demás y toma decisiones.
Es importante destacar que el estado psicológico pleno no significa estar feliz todo el tiempo, sino contar con las herramientas necesarias para enfrentar los retos cotidianos, mantener relaciones sanas y sentirnos funcionales en el entorno.
Durante el desarrollo de la formación profesional, prestar atención a este aspecto es vital, ya que es una fase de transición en la que se experimentan cambios significativos: nuevos ambientes, mayor autonomía, exigencia académica, decisiones sobre el futuro y, en muchos casos, el alejamiento del hogar o de las redes de apoyo.
Todo esto puede generar niveles altos de estrés, ansiedad, inseguridad o incluso depresión si no se detectan y gestionan de la mejor manera.
El estado mental influye directamente en el rendimiento académico, en la calidad del sueño, en las relaciones sociales y en la motivación. Ignorar las señales de agotamiento emocional conlleva desgaste académico o "burnout", aislamiento social o dificultades más complejas a largo plazo.
Por eso, cuidar de la salud mental en la universidad no es solo una cuestión de bienestar personal, sino también una herramienta clave para lograr una experiencia estudiantil más saludable, equilibrada y satisfactoria.
Autocuidado
Uno de los primeros pasos para preservar una óptima condición emocional es reconocer que el estrés universitario es real y común.
La carga académica, la competencia, las expectativas familiares o personales, así como los cambios en el entorno social y la incertidumbre sobre el futuro pueden generar ansiedad, agotamiento o incluso depresión.
Por ello, es crucial hablar abiertamente del tema y eliminar el estigma que aún lo rodea.

Diversos estudios han evidenciado la magnitud de este problema. Por ejemplo, una investigación realizada en la Universidad de Concepción, Chile, encontró que el 23.4% de los estudiantes presentaba síndrome ansioso y el 16.4% síndrome depresivo.
Asimismo, un estudio en España reveló que el 63.7% de los estudiantes mostró síntomas depresivos clínicamente considerables, el 74.3% presentó ansiedad significativa y el 73.3% experimentó altos niveles de estrés.
Para manejar esta tensión, es esencial aprender a gestionar el tiempo. Usar agendas, calendarios o aplicaciones móviles ayuda a distribuir mejor las actividades del día, evitando la acumulación de tareas que generan ansiedad.
De la misma manera, es importante establecer prioridades y dejar espacio para el descanso. Dormir bien, comer de manera equilibrada y mantenerse físicamente activo contribuye significativamente al estado de ánimo y al rendimiento académico.
El autocuidado no solo implica cuidar el cuerpo, sino también la mente. Actividades como leer por placer, practicar yoga, meditar o incluso tomar pausas cortas para respirar profundamente pueden marcar una gran diferencia.
Además, mantener relaciones sociales saludables, rodearse de personas que aporten respaldo y buscar espacios para desconectarse un momento de la rutina favorecen el equilibrio psicológico.
Otro aspecto vital es saber cuándo pedir ayuda. Las universidades cuentan con servicios de consejería o clínica psicológica estudiantil que brindan la atención y el acompañamiento adecuado.
No se trata de ser débil, sino de ser consciente y valiente al reconocer que se necesita apoyo. Hablar con un profesional de la psicología ofrece nuevas perspectivas y estrategias para afrontar momentos difíciles.
El bienestar emocional debe ser parte del día a día del estudiante universitario. La clave está en cultivar hábitos positivos, buscar el equilibrio y ser amable con uno mismo.
Recuerda que el éxito académico no debe ser a costa de la salud mental. Al contrario, un estudiante que se siente bien consigo mismo tiene más posibilidades de aprender, crear, conectar y crecer, y por consiguiente, más oportunidades de formarse como un profesional integral.

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