Periodismo deportivo: entre la objetividad y la pasión
La lucha por la objetividad enfrenta otro obstáculo cuando se trata de las coberturas deportivas, la pasión que genera el juego
Los principios básicos del periodismo general cobran dimensiones diferentes para muchos periodistas deportivos, que aunque intentan centrarse en la objetividad y ser éticos en su trabajo, muchas veces las pasiones deportivas, sobre todo en el fútbol (o en el deporte que más les mueve), puede generar conflictos.
Sobre todo cuando de por medio está el honor nacional, en un mundial, o en una eliminatoria para el caso de los salvadoreños (ya más de 33 años de no asistir a una Copa del Mundo), o cuando hay yerros arbitrales.
El deporte tiene un componente pasional diferenciador, y el fútbol en particular ha sabido explotarlo muy bien: creer que todo es posible, que David le puede ganar a Goliat, sino miremos el caso del Mundial de Clubes, que tomó especial relevancia porque equipos sudamericanos le ganaron algunos partidos a los todo poderosos europeos.
Es, pues, un condimento también psicosocial que, además, crea comunidad. Sentirse parte de un logro importante en lo deportivo, o sentirse agraviado por un fallo arbitral, hace que se desborden las pasiones.
En este especial del Día del Periodista, desde esta redacción queremos reafirmar el compromiso por intentar siempre buscar la mayor objetividad posible, a sabiendas que esta no existe en su estado puro, pero conscientes que la investigación, la confrontación de
la información y la preparación previa para cualquier cobertura son no sólo parte del deber ser, sino la base sobre lo que se escribe, más allá de que las redes sociales y la inmediatez ha venido a minar un poco el manual tradicional del periodismo.
El principio debe ser siempre el mismo: qué es noticia, cómo afecta (positiva o negativamente a la población), por qué es de interés nacional. Y luego, cómo contar esa historia.
Por ello, desde esta redacción se ha intentado desde hace muchas décadas visibilizar aquellas luchas para los que a veces no tienen mucha voz ni voto, y se continúa apostando a deportes que tradicionalmente no tienen tanto relieve público, así como a historias que exaltan al ser humano a su mejor versión, como lo hace el deporte en muchas ocasiones. Para citar un caso, a Marcelo Arévalo se le vienen publicando notas desde que jugaba torneos júnior, desde cuando nadie sabía quién era.
Por ello, desde esta redacción, tratamos de quitarnos la camiseta de los equipos y ponernos la de periodistas, en un ejercicio que, de alguna manera, pretende simplemente dar más herramientas para que el lector se haga su propia opinión, pero conscientes que, todos humanos, también se nos desbordan las pasiones cuando la Selecta logra lo imposible.
Por ello, seguiremos apostando por visibilizar las pequeñas historias de los Arévalo desconocidos que están en el potrero, aunque no venda como Alianza o FAS campeón. Pero también, seguiremos señalando lo que está mal en la dirección deportiva nacional. Es nuestro deber y compromiso.

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