Víctor Manuel Sanabria, conocido artísticamente como Shanay, recorre todos los días por las mañanas un kilómetro al este de la ciudad de Suchitoto, en Cuscatlán, junto a su hijo Óscar Sanabria, cargando entre sus manos pinceles, pinturas y lienzos, para llegar a una de las más impresionantes creaciones de la naturaleza, la Cascada Los Tercios, en donde han descubierto la combinación perfecta entre la inspiración y pasión para crear verdaderas obras de arte.
Esta misteriosa cascada, desde hace muchos años, se ha convertido en un atractivo turístico para nacionales y extranjeros y se debe a su inexplicable pared vertical formada por rocas hexagonales que parecieran que han sido talladas y colocadas por manos que superan la habilidad humana.
Los visitantes que frecuentan el lugar, sobre todo los fines de semana, se quedan anonadados y no encuentra explicación alguna sobre la formación de la cascada, pero entre mitos y creencias, hay una respuesta que podría dar sentido a esa pared vertical que supera los cuarenta metros de altura.
Según el pintor Shanay, hace algunos años los volcanólogos dieron una explicación científica y simple a las constantes dudas de los lugareños sobre la misteriosa formación de ésta. Después de muchas investigaciones llegaron a la conclusión que podría tratarse de basalto columnar, lanzado posiblemente por la erupción del viejo volcán de Guazapa.
Además, alegó que el nombre “Los Tercios” fue otorgado por los mismos pobladores, debido al diseño de las rocas y la forma de cómo están colocadas, pues a lo lejos parecen troncos de árboles.
Mientras que las aguas refrescantes y escandalosas que descienden sobre ella provienen del río “Las Ánimas”, cuyo nombre es en honor a las personas que murieron cerca de esa zona durante el Conflicto Armado.
Es en este sitio en donde el pintor Shanay y su hijo recurren frecuentemente para pintar algunos de sus cuadros. Ellos aseguran que el sonido del agua que revienta sobre las rocas, el cantar de las diferentes aves que sobrevuelan el lugar y alejados del ruido de la urbanización, les ha permitido tener un contacto más cercano con la naturaleza y encontrar en ella una inspiración que se refleja en sus pinturas.
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El lugar paso a ser propiedad de don Víctor (Shanay) hace 31 años y desde entonces le ha dado mantenimiento para que los turistas puedan disfrutar de un espacio agradable y amigable con la naturaleza, ya que además de la cascada, también cuenta con vistas impresionantes hacia el Lago Suchitlán y áreas para descansar o deleitarse una deliciosa parrillada en familia.
“Tiempo antes cuando yo era un cipote, me fui a cangrejiar con un amigo, hijo del dueño de este lugar. Yo a lo lejos escuchaba la caída de agua, en realidad no sabía que existía algo así aquí en Suchitoto, pregunté a mi amigo qué era aquel ruido que escuchaba, pero solo me decía “espérate ya vamos a llegar”, pero cada vez escuchaba más cerca ese sonido y la curiosidad se apoderaba más de mí”, recordó Shanay aquel momento cuando descubrió este paradisiaco lugar.
Y prosiguió: “Cuando estuve al frente de ella comencé a ver aquel altar con un cortinaje de agua. Yo estaba maravillado porque nunca había visto una cascada así. Me impactó tanto que yo me dije ‘para que fuera mío esto algún día”.
Ese sueño de joven se le hizo realidad muchos años después, pero asegura que el lugar había sido poco explorado por las personas, ya que una inmensa maleza lo cubría y le quita lo atractivo. Sin embargo, poco a poco y con ayuda de amigos fue dándole una imagen diferente.
Según cuenta el pintor, luego del confinamiento del año pasado, recibieron una inmensa cantidad de turistas nacionales durante varios meses consecutivos, sobre todo, en épocas de lluvia que es donde alcanza su mayor esplendor la Cascada, debido a que el agua cae con mayor volumen.
Shanay desde muy joven emprendió el camino artístico y ha pasado 64 años entre óleos y pinceles; su nombre sigue resonando en la historia contemporánea salvadoreña, entre aquellos artistas de las artes plásticas que han logrado posicionar al país en estas expresiones artísticas a nivel mundial.
Y esta vez, no solo busca destacarse como pintor, sino también convertir a los Tercios en un espacio en el que las personas puedan tener un contacto con la flora y la fauna y conozcan la historia de este capricho de la naturaleza.
