Encontrar comida salvadoreña en Francia, un país con una tradición culinaria conocida a nivel mundial, es algo muy difícil, debido a que "son un poco cerrados" a conocer otras opciones aparte de sus platillos gourmet.
Por eso, Wendy Hernández, una salvadoreña radicada en dicho país desde 2019, comenta que tratar de comer comida típica de El Salvador se vuelve una odisea cuando surge ese deseo por conectar con la gastronomía guanaca; y cada ciertos meses, es ella misma quien prepara por ejemplo pupusas que, en su opinión, "le quedan muy buenas".
Y es que en el país galo, donde habitan un par de miles de salvadoreños, a diferencia de las cifras que se cuentan por millones en Estados Unidos, no hay mucha opción para encontrar el plato más representativo de El Salvador, pues según Wendy, ella solo conoce un establecimiento llamado Chirimol 503 pero prefiere hacerlas por su cuenta porque ir a ese restaurante significa hacer un viaje de dos horas en tren desde donde vive ella, cerca de la ciudad de Marsella, hasta la Ciotat, una villa del extremo sur de Francia.
La salvadoreña, quien se dedica a trabajar como asistente de idioma español en escuelas públicas francesas, afirma que un aspecto que influye mucho en el desconocimiento del platillo salvadoreño entre los franceses es su cultura. "A ellos les gusta pero algunos son muy cuidadosos con su salud y prefieren no comerlas por ser un poco grasosas", afirma.
Además, el arte de comer con las manos y sin cubiertos es algo que los franceses aún no dominan, quizá por eso en una primera impresión las pupusas no les parecen muy interesantes, pero a nivel de sabor sí parecen disfrutarlas, según la joven.
De hecho, Wendy expresa que un amigo francés llamado Vicente y su madre Géraldine, quien es la profesora de español con quien trabaja, han probado las pupusas hechas por ella y les han gustado, a pesar de que los ingredientes no son los mismos que se utilizan en las pupusas hechas en El Salvador.
No obstante, la salvadoreña acepta que la opción de cocinar pupusas es algo costoso, pues dichos ingredientes son bastante caros con respecto a los precios en El Salvador.
El costo de preparar el platillo salvadoreño
En una imagen de un ticket de supermercado compartido por Wendy, se pueden observar los altos costos que conlleva preparar pupusas, por ejemplo, un paquete pequeño de 100 gramos de queso mozarella (lo más parecido a utilizar quesillo, o a la cuajada según Wendy) vale 0.99 euros, que equivalen a $1.21, y es necesario comprar varios para cocinar para, al menos, tres personas.
Asimismo, Wendy explica que lo más cercano al curtido que ha encontrado es una especie de ensalada de repollo fermentado que se encuentra en unos $8.70 el frasco pequeño, por lo que degustar de una cena salvadoreña se puede convertir en una experiencia de lujo, en términos financieros.
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Además, el material más importante para hacer pupusas es también un poco difícil de conseguir, es decir, la harina de maíz; pues según la salvadoreña, a veces solo se puede encontrar en grandes cadenas de supermercado aunque es difícil identificar su empaque; también puede encontrarse en tiendas de productos orgánicos no trans que tienen una oferta "más saludable".
"A veces por el color del empaque cuesta identificar la harina de maíz, además, a veces sale de color amarilla y no blanca, como en El Salvador", afirma Wendy, aún así, un empaque de 400 gramos de harina blanca de origen peruano, tiene un valor de aproximadamente 4 euros o $4.87 en moneda estadounidense.
Haciendo cuentas, la salvadoreña comenta que para un total de diez pupusas, ha tenido que invertir
$7.00 en queso, $6.00 un bote de frijoles, $3.40 en harina, $8.70 en el curtido y $6.00 en un frasco pequeño de salsa de tomate, haciendo un total de más de $31.00, o 25 euros, en una cena típica salvadoreña.
Wendy, quien afirma que vivir en Francia ha sido una experiencia extraordinaria a nivel profesional, y que aunque cocinar pupusas allá es muy costoso, "no es imposible cuando surge aquel antojo por su tierra".
