Son músicos y también médicos o enfermeros, cuatro salvadoreños apasionados por sus vocaciones

Aunque a algunos les parezca extraño, hay varios artistas que se dedican de lleno al rubro de la salud y a la escena musical. Ahora, en tiempos de pandemia, una rama está más activa que la otra, pero esto no quita que la creatividad musical se detenga.

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Además de ser músicos, figuran en el área médica nacional. / Foto Por EDH / cortesía de los artistas

Por Elis Silva

2020-06-10 8:40:30

A los salvadoreños se les conoce por ser buenos en varias cosas a la vez, pues esto ocurre con estos cuatro personajes que por décadas han brillado sobre los escenarios y también en los pasillos de clínicas y hospitales.

Actualmente la escena musical es casi nula debido a la pandemia del COVID-19, los artistas han tenido que quedarse en casa y hacer lo posible por transmitir su genialidad y al mismo tiempo sobrevivir.

Por su parte, gran parte de los miembros del personal de salud están trabajando al máximo y explotando cada conocimiento y grado de energía para ayudar a los enfermos. También está el equipo médico que a pesar de no estar al frente de este suceso, se encuentra dando apoyo en otras áreas de servicio y en emergencias.

Al centro de toda esta situación están Alejandro Bernal, Adonay Flores, Alejandro Loza y Juan Carlos Ramírez, quienes además de ser músicos trabajan en el área de salud.

Por años, generar un contrapeso entre ambas profesiones ha sido posible para estos artistas destacados en los géneros bolero, ranchera, tropical, rock y metal.

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“En mi vida ya me acostumbré a llevar la música y la medicina, no me veo sin una o la otra, claro, todo a su tiempo y cuando se puede ambas cosas. Ya he estado en el quirófano operando escuchando a Iron Maiden, Metallica, Judas Priest y hasta Cannibal Corpse. Ya he tenido compañeras pediatras que me dicen: ‘Ramírez, con esa música me va a asustar al recién nacido’, cuando hago alguna cesárea”, relató Juan Carlos Ramírez, ginecólogo y también guitarrista.

Por su parte, Adonay Flores, quien es trompetista y además cantante de la Orquesta Internacional Canela, manifestó que no es el único enfermero que disfruta actuar sobre los escenarios: “Tengo colegas de la música que también son profesionales en el área de la salud, hay odontólogos, médicos fisioterapistas, anestesistas, radiólogos, entre otros”.
Señaló que espera que algún día el Gobierno “incluya a la música como una carrera académica, sería muy importante para los que amamos el arte”.

Conoce más sobre estos profesionales que se entregan en cuerpo y alma a cada una de sus pasiones.

Alejandro Ernesto Bernal

Alejandro Bernal es médico patólogo.

Para cantar boleros y rancheras Alejandro Bernal es uno de los mejores, así lo demuestra su trayectoria artística y su constancia en la escena. A pesar de que se dio a conocer en el ámbito musical, su carrera inicial fue la medicina. “Mi afición por la música nació cuando estaba en tercer año de Medicina. Desde entonces las he llevado juntas, una complementa a la otra (…) cuando estoy con una, estoy pensando en la otra”, comentó.

Hace algunos años el intérprete de temas como “Princesita” y “Enamorado de ti” estaba inmerso en su carrera musical, pero pronto las cosas cambiaron. “Yo me dedicaba completamente a la música, hasta que me enteré que estaba en camino mi primera hija, ahí fue donde supe que tenía que usar mis dos herramientas”, expresó el artista, quien es médico patólogo en el Hospital General de Especialidades del ISSS.

“Vivir de la música aún en tiempos normales no se le da a cualquiera, igual hay mucha gente que también ya entendió que no es lo mismo ser cantante que ser artista”.

“Prácticamente con el paso del tiempo le he dedicado más de mis energías a la práctica médica, la música pues me acompaña como una actividad que amo mucho y me desestresa, y gracias a Dios todavía estoy activo”, sostuvo.

Durante la pandemia, a Bernal le ha tocado observar a sus colegas luchando contra este virus, lo que no ha sido fácil porque ha visto de cerca la situación.

Por su parte, él está “en un área de laboratorio que atiende cáncer, una enfermedad que no se detiene y los pacientes siguen llegando, no he parado”.

Su mayor reto a futuro es incursionar en otro tipo de negocios dentro de la música, porque “es complicado hablar de cómo se va a reactivar el mundo del arte”.

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José Adonay Flores

Adonay Flores es cantante y enfermero.

Extensas jornadas ha protagonizado Adonay Flores llevando a cabo sus dos profesiones: como cantante de la Orquesta Internacional Canela y como enfermero.

A temprana edad, el también trompetista de 49 años descubrió su amor por la música, pero nunca esperó construir una carrera como enfermero hospitalario.
“Siempre he sido músico, ser enfermero surgió por la necesidad de servir a mi prójimo, empezando con mi familia y vecinos y luego con usuarios del hospital (…) me nació la idea de estudiar y prepararme, gracias a Dios , al esfuerzo y sacrificio lo logré”, detalló el artista.

Coincide con sus colegas que crear una armonía entre la música y la medicina no es sencillo. “Pude equilibrar las dos actividades a la par, de hecho, una me ayuda con la otra pues son totalmente distintas. Está de más decir que hay un doble esfuerzo, pero cuando uno ama lo que hace se disfruta”, señaló.

“Si le gusta la música apóyese en un maestro; sobrevivir solo de la música aquí en El Salvador no es fácil. Recomiendo una preparación académica”.

En su vida diaria a disfrutado de las alegrías que dejan ambas profesiones: “Nunca me han criticado por trabajar en la música, es más, en momentos de convivios gritan todos: ‘¡hey, que nos cante el señor Flores!’, y pues como amo el arte de cantar con mucho gusto lo hago y la pasamos muy ameno”.

Las noches de desvelo que provocan los conciertos y los turnos hospitalarios no han desalentado en ningún momento los ánimos de Flores, quien con mucha emoción realiza su labor.

“Algunos se sorprenden y preguntan: ‘¿cómo aguantas los desvelos?’ (…) disfruto lo que hago y creo sin duda que si volviera a nacer vuelvo a ser enfermero y músico”.

Wilber Alejandro Loza

Alejandro Loza está en el Hospital Nacional de Niños “Benjamín Bloom”.

Cuando Alejandro Loza está tocando el bajo sobre el escenario nadie se imagina que junto a su gabacha funge como practicante interno en el Hospital Nacional de Niños “Benjamín Bloom”.

El músico de 26 años toca en la escena junto al grupo Auré, aunque solo lo hace en los toques en vivo, ya que su otra pasión le exige más tiempo y dedicación.

“La verdad es bastante difícil, al menos mantenerse activo en la escena pública. Al final resulta más sencillo establecer proyectos de estudio y solamente grabar en casa, en un futuro espero dedicarme a esa área de la música, iba a hacerlo este año pero lastimosamente la pandemia vino y el tiempo se escapó”, explicó el también guitarrista.

A diferencia de otras experiencias de colegas, Loza ha recibido apoyo de compañeros del área médica. “He conocido mucha gente buena a lo largo de estos años y no son prejuiciosos, no le ven ningún problema (…) muchas veces pasa lo contrario, les gusta saberlo, les interesa o les da curiosidad”, declaró.

“El trabajo en el hospital se disfruta, sobre todo en el área pediátrica donde me encuentro”.

Por su parte, los artistas perciben su labor médica “como algo genial, muchas veces se tiende a pensar que los miembros de la comunidad metalera son personas sin trabajo, pero no es así, la mayoría trabaja, tienen su profesión (…) En la música, la vida ajena muchas veces no tiene relevancia”.

Sobre el COVID-19, comentó que forma parte del personal de salud que le hace frente en el área de emergencias o en servicios.
Además, dejó clara su inconformidad ante el manejo de la pandemia, “considero que no se ha hecho de la mejor manera y todo ha sido improvisado”, destacó.

Por el momento, Loza se dedicará de lleno a su trabajo en el hospital y en unidades de salud; su futuro en la música es incierto.

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Juan Carlos Ramírez

Ramírez trabaja como ginecólogo en el Hospital Nacional “Dr. José Molina Martínez”, Soyapango.

Cuando Juan Carlos Ramírez transita en la escena metalera todos lo recuerdan por su paso como guitarrista en la banda Soul’s Dying Path, pero pocos saben que él además de la música tiene otra gran pasión: la medicina.

A sus 48 años, Ramírez posee una amplia trayectoria como ginecólogo en el Hospital Nacional “Dr. José Molina Martínez”, donde ha trabajado por 11 años. Desde pequeño, en su familia todos esperaban que se moviera en el rubro de la salud, ya que su madre fue enfermera y su padre inspector de salud.

“Ya me acostumbré a llevar juntas la música y la medicina, no me veo sin una o la otra. Claro, todo a su tiempo y cuando se puede, ambas cosas”.

Pero dentro de él estaba aún oculto otro interés: la música, la cual emanó de una manera muy particular. “En octubre de 1984 llegó a mis manos un casete pirateado de Iron Maiden, fue un golpe en la cabeza que te hacía cambiar totalmente tu gusto en el arte y la música, aunque en ese entonces la gente solo lo llamaba bulla”, detalló. A pesar de este encuentro, Ramírez se metió de lleno a la medicina, siempre manteniendo un contacto constante con la escena.

En el país todavía es común que la sociedad critique a los músicos dedicados al rock y metal junto a sus ramas. Ramírez es de las personas que ha demostrado —sin necesidad de hacerlo— que ser un músico “alternativo” no te hace menos profesional o responsable que el resto.

“A los que nos ven de menos por ser metaleros, satánicos, peludos, locos, tatuados o vestidos de negro, no se confundan, estas personas tienen el potencial de sacar el país adelante”, añadió.