Dos jueces de Miss Universo renuncian en medio de acusaciones de fraude

La controversia en torno a la renuncia de dos miembros del jurado de Miss Universo, cuya final está prevista en Tailandia, ha vuelto a poner en el centro del debate global la transparencia y credibilidad de los certámenes internacionales, un tema de interés para audiencias salvadoreñas y latinoamericanas que siguen estos eventos con atención.

El pianista y compositor franco-libanés Omar Harfouch anunció esta semana su salida del comité de selección, un panel de ocho personas encargado de escoger a la ganadora entre 120 participantes. Su decisión se hizo pública a través de Instagram, donde expresó sospechas de fraude en el proceso interno previo a la gala final. La situación escaló al punto de que Harfouch afirmó que evalúa acciones legales contra la Organización Miss Universo (MOU) por diversos supuestos delitos, entre ellos “fraude, abuso de poder, corrupción, engaño, incumplimiento de contrato, conflicto de intereses y daños morales y reputacionales”.

Según su relato, se habría realizado “una votación secreta para preseleccionar a 30 concursantes”, una tarea que él afirma no fue realizada por el comité oficial. Estas 30 clasificadas serían anunciadas al inicio de la gala final.

La MOU negó estas acusaciones en un comunicado, asegurando que ningún grupo externo había sido creado para evaluar a las candidatas ni escoger a las finalistas, y que un panel distinto solo revisaría los proyectos sociales de las competidoras, sin impacto en la elección de la nueva reina. La organización también advirtió a Harfouch sobre el uso no autorizado de la marca Miss Universo, recordándole que podría enfrentarse a medidas legales si continuaba asociándose a la organización.

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Un retiro silencioso y un clima enrarecido

A la renuncia de Harfouch se sumó la del exfutbolista y entrenador francés Claude Makélélé, quien informó escuetamente en Instagram que no participará en Miss Universo 2025. Aunque no ofreció detalles, su salida reforzó la percepción de inestabilidad alrededor del certamen.

La atmósfera ya se encontraba crispada por otra polémica: las declaraciones del director de la franquicia de Miss Universo en Tailandia, Nawat Itsaragrisil. Durante un acto transmitido en línea, insultó a la representante de México, Fátima Bosch, un gesto que generó una ola de críticas que llegó incluso a figuras como la presidenta mexicana, Claudia Sheinbaum, y organismos como ONU Mujeres.

En este contexto, Harfouch había intentado mediar entre Raúl Rocha, presidente y propietario de la MOU, y Nawat, quienes también atravesaban tensiones y amenazas de acciones legales. El lunes, ambos posaron sonrientes junto al pianista en Bangkok, proyectando una imagen de reconciliación. Sin embargo, la disputa volvió a avivarse con la salida del músico del panel y sus posteriores señalamientos.

Pese a las fotos y gestos públicos entre Rocha y Nawat, ninguno hizo comentarios sobre el conflicto con Harfouch durante el evento de traje típico, uno de los momentos más seguidos por el público global.

Un debate más amplio sobre la credibilidad de los concursos

Para las audiencias salvadoreñas y latinoamericanas que consumen y comentan activamente los concursos de belleza, estas controversias conectan con una discusión más amplia: la necesidad de procesos transparentes en eventos que, aunque de entretenimiento, tienen un impacto significativo en la cultura popular y en plataformas sociales.

La atención internacional que ha recibido esta edición de Miss Universo muestra cómo la falta de claridad en los mecanismos de selección puede afectar la reputación de organizaciones tradicionales. También refleja la creciente presión por parte del público y de los propios participantes para exigir estándares más altos de ética y comunicación.

Aunque las renuncias y disputas han acaparado titulares, la competencia sigue programada para avanzar. La edición 74, que debería centrarse en la presentación de las candidatas, se ha visto desplazada por cuestionamientos y fricciones entre actores clave del certamen.

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Qué pueden esperar las audiencias

Mientras el evento continúa según lo previsto, la discusión sobre transparencia y rendición de cuentas en certámenes internacionales seguirá vigente más allá de esta edición. Para el público salvadoreño, que suele seguir de cerca estas competencias y enviar representantes con alto nivel de preparación, estos episodios subrayan la importancia de procesos verificables y reglas claras.

También permiten reflexionar sobre el futuro de estos concursos, que buscan mantenerse relevantes en un entorno global donde los estándares de ética y comunicación evolucionan rápidamente.