Abner Benaim: “Lo que tenía en mente era hacer un retrato de un retratista”

El documental “Yo no me llamo Rubén Blades”, sobre el icónico salsero centroamericano, debuta este 17 de noviembre en el V Festival Internacional de Cine de Suchitoto. Pero antes, el director Abner Benaim nos reveló algunos detalles de su filme.

descripción de la imagen
El panameño protagoniza "Yo no me llamo Rubén Blades". / Foto Por AFP

Por Alfredo García

2018-11-09 4:31:21

El ciudadano panameño Rubén Blades Bellido de Luna es una institución musical. Un “intelectual de la salsa” que ha cuestionado a sociedades y gobernantes desde el inicio de su trayectoria artística, en los años 70, en el corazón de Nueva York.

Internacionalmente conocido como Rubén Blades, el centroamericano es amado y odiado por muchos. Uno de sus grandes admiradores es el cineasta Abner Benaim, quien hace unos nueve años tuvo la brillante idea de hacer un documental del autor de “Pedro Navaja”, “Decisiones” y “Plástico”.

La producción “Yo no me llamo Rubén Blades”, que competirá por representar a Panamá en los Premios Óscar, llega a El Salvador como parte de la oferta cinematográfica del V Festival Internacional de Cine de Suchitoto, el cual finalizará el domingo 18 noviembre.

Para contarnos más sobre esta cinta documental, el director de cine respondió a algunas preguntas vía correo electrónico.

La “ciudad del pájaro flor” acoge el arte nacional

En el Festival Internacional de Cine de Suchitoto (Fics), podrás admirar las obras de cinco talentosos artistas salvadoreños, en el área de diseño, cinematografía, artes plásticas y videojuegos. Conoce más al respecto.

¿Cómo fue su primer encuentro con el célebre Rubén Blades?
Habiendo crecido en Panamá, yo era fanático de Rubén Blades, el artista, pero fue cuando lo conocí en persona, que se me ocurrió que sería bueno hacer un documental sobre él. Rubén es muy bueno contando cuentos, y sus cuentos, como sus canciones, son muy buenos también. Cuando en su casa él me hablaba de conciertos con la Fania All-Stars, o de su llegada a Nueva York y que tuvo que volver al autobús porque se le quedó la guitarra, o de su papá que jugaba baloncesto y por orden del presidente de la República quedó en la policía secreta, o la vez que cantó por primera vez y se le olvidó la letra (…) Siempre hay una historia con Rubén, y ese valor que tienen sus anécdotas como metadata (datos que describen otros datos) para acompañar su obra, para mí, era un buen punto de partida para un documental. Rubén en sus conciertos, especialmente cuando son en lugares pequeños, cuenta estos relatos, y esto crea una relación más íntima con su público. Mi intención era recolectar dichas anécdotas y usarlas para entender la creación artística de alguien que toca temas muy serios, con pasión, a través de la narración, la crónica, la creación de personajes y mundos enteros. Lo que tenía en mente era hacer un retrato de un retratista, narrar a un narrador.

¿Qué aspectos de la vida de Blades se presentan en el documental?
Es mayormente sobre el músico, el cantautor, pero también se toca en breve su carrera como actor, su participación en política, y su vida familiar.

¿Cómo fue la experiencia de trabajar con él y contar parte de su vida?
Fue un proceso muy interesante y enriquecedor, a nivel personal y profesional. Rubén siempre menciona a los grandes que él ha conocido y por los cuales ha sido inspirado, gente como Cheo Feliciano, Tito Puente, Celia Cruz, Gabriel García Márquez. Cuando él me dice esto yo le contesto, “y yo conozco a Rubén Blades”.

¿Qué fue lo más difícil?
Todo es difícil en el mundo de cine independiente, uno trabaja cantidades ridículas de horas y sufre como idiota por días, meses y años, a veces; pero todo eso se puede lograr solo si uno está verdaderamente conectado con lo que hace y si la razón de ser de la obra tiene sentido a nivel personal. No hay dinero en el mundo que pague por la manera en que uno se involucra con su obra. O en otras palabras, hay que querer hacerlo gratis para luego salir a buscar el dinero y la energía para hacerlo. Yo me considero un poco loco por el tema de hacer cine, y por ende, disfruto todo lo que en teoría debería ser sufrimiento, un poco como lo haría un masoquista.

Festival de Suchitoto exporta cine a Costa Rica

En agosto, varios filmes que se proyectaron en El Salvador serán emitidos en el Centro de Cine costarricense.

¿Qué retroalimentación han tenido hasta la fecha sobre el documental?
Hemos tenido muy buenas reacciones: del público de más de 40 festivales, que en su mayoría lo programan como película de apertura o de clausura; de la Academia de Cine de Panamá que la escogió para los Óscar; y de HBO, que la compró para ponerla en Estados Unidos. En fin, ha sido muy linda la reacción. Lo más importante para mí es que genera sentimientos. Hay gente que me dice que lloró en tal momento, o que se puso a llevar el ritmo de la clave y el que estaba al lado lo siguió, he visto funciones donde al final todo la audiencia canta junto a la canción de los créditos. Cosas lindas que no pasan tan seguido en el cine.

¿Qué representa la música y el discurso de contenido social de Blades para Centroamérica?
Creo que es parte de la ideología del momento, que casi todos estamos en alguna manera influenciados por sus letras. Lo triste es que sus canciones de protesta sigan siendo tan vigentes y urgentes como el día que las escribió, pues las injusticias, corrupción y otras realidades sociales de las cuales habla Blades, siguen siendo los males a combatir en nuestros países.