Una joven de Citalá hizo viaje de más de seis horas con su bebé para aplicar a una plaza para trabajo en EE.UU.

Estas son las historias de tres personas que acudieron al Ministerio de Trabajo a buscar una visa temporal de empleo en Estados Unidos.

El ministro de Trabajo, Rolando Castro dice que aún no hay selección para aplicar a un proceso para el Programa Visa H-2A

Por Diana Escalante

2019-07-25 9:20:18

Cargando a su bebé, de cinco meses de edad, y acompañada por un pariente, Fátima Villanueva, llegó ayer al Ministerio de Trabajo, en el Centro de Gobierno, en San Salvador, para aplicar al proyecto de trabajo temporal en Estados Unidos que las autoridades dicen estar negociando.

La joven, de 23 años, habita en el cantón Llano de La Virgen, en Citalá, Chalatenango. Ella salió de casa a las 5:00 a.m., caminó una hora para abordar el autobús rumbo a la capital.

“Vengo para aplicar a un trabajo de lo que sea, en Citalá no hay empleo”, expresó Villanueva, al mediodía, mientras esperaba a que avanzara la fila para ingresar a la institución.

Fátima es madre soltera; estudió hasta tercer grado y subsiste de hacer labores agrícolas con su mamá. Ella se enteró del proyecto por un familiar que, un día antes, también aplicó.

Ronaldo Pérez López también llegó desde Aguilares con sus padres en busca de una oportunidad de empleo. Él tiene 22 años y también tiene una hija de 5 meses de nacida. Hace un año se graduó como bachiller en la opción de inginiería civil, pero no ha conseguido empleo. Su esperanza es que sea tomado en cuenta por su experiencia en crianza de cerdos.

Sexagenaria pidió prestados $20 para que sus dos hijos salieran a buscar trabajo

Victoria Portillo, de 60 años, animó a sus hijos, de 23 y 25, a aplicar al programa de empleo temporal en Estados Unidos anunciado por el Gobierno de Nayib Bukele. Foto EDH/ Húber Rosales

José Heriberto y René Antonio, ambos de apellido Portillo, llegaron en busca de una visa temporal de empleo que al Ministerio de Trabajo aconsejados por su madre, Victoria, de 60 años. Los jóvenes, de 25 y 23 años, respectivamente, sostienen a su familia de la agricultura.

Ellos, cuenta la sexagenaria, se resistían a llegar a la institución porque no tenían dinero para desplazarse desde la hacienda Tacachico, en Quezaltepeque, La Libertad, hacia el centro de San Salvador.

“Yo les dije: ‘vamos, qué tal que les sale (la oportunidad de marcharse a Estados Unidos). Ya ven cómo pasa uno aquí’… No querían venir porque no tenían dinero, así que yo salí a prestar 20 dólares para que viniéramos”, relató la mujer mientras esperaba a que sus parientes terminaran el procedimiento.

Los muchachos, quienes la han hecho abuela de tres niños, siembran maíz, frijol y ajonjolí en una hacienda. A cambio reciben un pago de hasta $6.00.

Victoria confía en que sus hijos recibirán una visa: “Ojalá que se vayan, que lo hagan por sus hijos. Yo estoy vieja y ya me voy a morir, pero ellos tienen que seguir luchando”.

Agricultor de Tonacatepeque decidido a separarse de su familia “por necesidad”

Los hermanos Sergio y Elías, ambos de apellido Parada, son agricultores de Tonacatepeque y aspiran a una oportunidad de empleo en el extranjero. Foto EDH/ Húber Rosales

“Aquí no hay tales de encontrar trabajo, si uno no tiene estudios es peor”, se lamentaba ayer Elías Parada tras salir del Ministerio de Trabajo, a donde llegó con su hermano para estar entre los candidatos a ecibir una visa temporal para viajar a Estados Unidos, si acaso el gobierno logra un acuerdo.

El hombre, de 41 años, siembra maíz, frijol, mora y ejote en un cantón de Tonacatepeque para sostener a sus tres hijos menores de edad y a su esposa. Parada está decidido a separarse de su familia “por necesidad”, porque lo que cosecha, dice, les sirve “solo para irla pasando”.

Él relata que la sequía y el alto costo de los fertilizantes lo han puesto en aprietos y ahora no le queda más opción que emigrar por el bien de su familia.

Una situación similar atraviesan los esposos José y Maritza Martínez. Ellos son padres de dos niños y residen en Quezaltepeque, La Libertad. Él sabe hacer varios oficios pero desde hace dos años está desempleado. “Vivimos de los trabajos que le salen como albañil, mecánico o en la agricultura. Va a dejar papeles pero no pasa de la entrevista”, cuenta la mujer, quien llegó a acompañarlo al ministerio a buscar empleo.