Un cuento antiguo para la Navidad y el Año Nuevo

Honi soit qui mal y pense (vergüenza a quien piensa en mal).

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Ilustración del siglo XIV de la primera página de Sir Gawain y el Caballero Verde, de la colección de la Biblioteca Británica.

Por Katherine Miller, Doctorado en Estudios Medievales y Renacentistas de UCLA.

2019-12-29 5:35:16

La misa de Cristo (Christmas) no siempre ha sido celebrada libremente ni en la iglesia, ni en el Gobierno, ni entre la población. En los días de antaño, por ejemplo, se dice que el rey Arturo y su corte era el primer gobierno de Inglaterra y este rey y su corte defendió la Cristiandad en la temporada navideña con dificultades morales y peligros para la vida misma. Además, los encuentros continuos entre las viejas religiones del bosque en Inglaterra y lo que era la nueva religión de Cristo conformaron el tema de la poesía, que, en aquellos tiempos, funcionó como una especie de medio social para enseñar a los oyentes. Porque los poemas fueron hablados y medio-cantados a grupos de oyentes por un poeta en la corte o en el mercado.

Tomamos el ejemplo de un poema famoso de finales del siglo XIV en Inglaterra, tiempos tan turbulentos como los nuestros. Habían conflictos pasionales y políticos en la corte que sirvió como gobierno. El rey Ricardo II, un niño de un poco más de 15 años de edad, estaba en el trono. Geoffrey Chaucer era el poeta de la corte par excellence. Los pleitos entre facciones en este gobierno abundaban y, en 1381 había una insurrección de los campesinos que se opusieron a unos nuevos impuestos, una insurrección bien remembrada en la historia de esta isla—una nación todavía en formación.

El fraccionalismo no es un fenómeno nuevo en la política ni en la religión. Así las cosas, aunque Geoffrey Chaucer era el poeta quien leyó sus poemas a los jóvenes de la corte de Ricardo II, había otros poetas quienes tomaron parte en otras facciones y revueltas políticas. Había, por ejemplo, un tal William Langland, quien escribió un poema de unas 500 páginas con el nombre La visión del Pedro el Labrador en que otro poeta dibujó visiones de la búsqueda para la verdad real y social de la situación inglesa con tintes del pensamiento social y religioso de John Wyclif, un protestante avante la lettre. También había otro poeta cortés, de un estilo fino y elegante, quien se identificó con otra facción política de la corte, quien escribió—por razones obvias—en el anonimato, y fuera de la corte (es decir, fuera del gobierno).

Es este último poeta, obviamente de alta alcurnia (evidenciado por su estilo retórico) con quien vamos estar ocupados hoy. Es un poema no de la corte del rey Ricardo, sino de la región de Inglaterra denominada “The Midlands” (literalmente en medio de Inglaterra, geográficamente hablando) de la isla, cerca de donde los Vikingos habían ocupado una parte grande de tierra, elegido un rey, el monarca danés de nombre Cnut, y cobraban la renta a la población inglesa. Los daneses y el rey Cnut extorsionaron pagos de intercambio para no hacer redadas sangrientas contra los ingleses. Este territorio estaba al este de la costa y la renta extorsionada se llamaba “The Danelaw”, o sea, la ley de los daneses para no matar y robar en la parte inglesa si pagaban lo suficiente.

El Wirral (en Gales) es una zona silvestre de maleza grande, bosques impenetrables y que contó con muchas tendencias de los druidas.

Pero al lado occidental de la isla, frente a Irlanda (Dublin era el sitio principal para las invasiones de los Vikingos), quedaba Gales con su símbolo heráldico de un dragón rojo. Gales era—y es—conocido como un país de magia y “faerie”, que era el nombre para asuntos de hadas y magia blanca y negra. Vamos a la parte de Gales que se llama el Wirral, una zona silvestre de maleza grande, bosques impenetrables y con muchas tendencias de los druidas, practicantes de una antigua religión de Inglaterra que rendía tributos a los árboles y bosques y practicaban el sacrificio humano.

En el Wirral, país de magia, encontramos uno de los poemas de nuestro caballero anónimo: Sir Gawain y el Caballero Verde. En este poema encontramos al rey Arturo y su corte, todos muy jóvenes, así como la corte de Ricardo II en Londres. Pero en el Wirral, en este poema, estaban celebrando la natividad de Jesús Cristo en el invierno. El rey Arturo es muy joven; su reina, Guinevere, también. Y todos las damas y caballeros son adolescentes todavía, no templados en las artes caballerescas ni en las pruebas de fidelidad y ética que les esperaban.

En la mesa central y elevada está el rey y la reina, y el poeta, reconociendo el comercio famoso de Inglaterra, nos dice que el mantel es lujoso y que proviene de Turquestán en Asia Central. Un tronco enorme de un árbol está en la chimenea, tan grande que durará desde la Navidad hasta el Año Nuevo. Es un “yule log”, tan grueso que se quema despacio pero seguro por largos tiempos.

El joven rey Arturo es joven e inquieto y anuncia que no va a comer hasta que haya visto “una maravilla”, algo tremendo y fascinantemente glorioso. De repente entra en el salón un caballero gigante y verde por el portón grande (los portones eran lo suficientemente grandes para que un caballero montado en un caballo de guerra pudiera entrar).

Pero este caballero y su caballo de guerra son todos verdes. El mensaje es que viene del bosque, donde practican la adoración a los árboles y a los bosques. Su pelo es verde, su caballo es verde y el caballero está vestido todo de verde y no usa zapatos, pero sí, espuelas. Carga dos cosas en sus manos: un hacha danesa (con dos filos) y en la otra una ramita de acebo. Inmediatamente grita un reto, un juego, una maravilla, a Arturo: se puede cortar su cabeza ahora mismo, y, en un año, él tendrá el derecho de cortar la cabeza del rey.

Cualquier caballero valiente no puede dejar que su rey sea asesinado en tal manera, y Sir Gawain, el caballero más noble y leal de la Mesa Redonda, brinca y acepta el reto. El caballero se arrodilla y tira su pelo verde para revelar su cuello blanco y Sir Gawain toma el hacha danesa y corta su cabeza, separándola de su cuerpo. La cabeza rueda por el suelo y, con nervios, los jóvenes de la corte jugaban con ella con sus pies como si fuera una pelota. El caballero sin cabeza se levanta y toma su propia cabeza por el pelo y la extiende para que hable con la corte, reiterando el reto a Sir Gawain.

Pasa Navidad y el Ano Nuevo, los doce meses del año requisito con el reto, y Sir Gawain comienza a alistarse, con miedo. Pero la poeta nos dice que, en el escudo de su armadura, adentro, cerca de su cuerpo, hay un pentángulo—una estrella con cinco puntos, representando las cinco alegrías de la Virgen María, quien va a proteger a Sir Gawain durante su prueba. Este escudo es prueba de que la corte/gobierno del rey Arturo y sus caballeros son cristianos y que defienden la cristiandad contra otras religiones paganas.

Pasado el año, Sir Gawain se viste, pasa una vigilia en la capilla cristiana de la corte, y emprende su viaje. Pasa por el bosque denso del Wirral en la Temporada de Año Nuevo, habiendo pasado el año requerido. Busca la Capilla Verde del caballero verde: para sufrir el destino predicho por el caballero verde, quien representa a los Druidas paganos que practican el sacrificio humano. Es un caballero cristiano contra un caballero pagano.

En el frío de la nieve y el hielo, Sir Gawain llega a un castillo elegante, bello y de estilo francés, que parece hecho de papel. Al portón, Gawain pide hospedaje y una mujer bella lo deja entrar y lo presenta a su esposo, un galán muy grande y guapo, quien propone un juego navideño. Él, dice el galán, va a cazar. Y Gawain debe quedarse en el castillo. Cada uno entregará al otro “lo que gane en el día”. Gawain, como huésped, no puede rehusarse. ¡Un juego muy astuto y malicioso!

El primer día, el caballero del castillo se va a cazar y la dama del castillo, su esposa, entra al cuarto de recamara de Gawain y se sienta al lado de su cama y le dice: “Usted es bienvenido a mi cuerpo”. Eso constituye adulterio y Gawain no desea aceptar porque desea mantener su castidad, pero teme ofender a la dama—y a su esposo. Busca el arte de la conversación para desviarla y acepta solamente un beso. El señor del castillo regresa y entrega un venado a Gawain. Un venado representa el fino arte de caballerismo, es elegante y gracioso, y no es violento. Gawain entrega al señor lo que ha ganado durante el día: un beso.

Geoffrey Chaucer leyendo sus Cuentos de Canterbury a la corte de Ricardo II.

El segundo día pasa lo mismo y Gawain se escapa con dos besos. El señor caza un jabalí, un animal tremendamente violento y agresivo, que entrega a Gawain. Y este le da los dos besos. El tercer día es más difícil. La dama viene a la cama de Gawain y le ofrece un cinturón color verde que ella dice puede salvar su vida y en la prueba que se avecina. Gawain, muy humano, lo acepta para salvar su vida. El señor entrega a Gawain un zorro, que representa la astucia, y Gawain miente al señor y le dice que no ha ganado nada.

MillerGeoffrey Chaucer leyendo sus Cuentos de Canterbury a la corte de Ricardo II.El día siguiente, al alba del día, Gawain va en busca de la capilla verde y el señor. Llega a un montículo verde y escucha un ruido parecido al que se hace cuando alguien está afilando un hacha y sale el mismo señor del castillo y dice que él es el caballero verde y que se llama Bertilak de Hautdesert. Gawain se arrodilla para someterse a tres pruebas del hacha, y se somete al primer golpe. El señor baja rápidamente el hacha, antes de cortar el cuello de Gawain. Lo mismo hace la segunda vez. Pero la tercera vez, el hacha viene muy recia y le corta el cuello levemente, solamente una herida pequeña sobre el cuello de Gawain. Solamente caen algunas cuantas gotas de sangre.

El señor se pone a reír a carcajadas y explica con voz fuerte y brusca que la herida es porque dijo una mentira sobre el cinturón. Si no hubiera aceptado el cinturón y no hubiera dicho la mentira de omisión, no hubiera sufrido el corte leve—leve porque Gawain aceptó el cinturón verde no por adulterio ni porque estaba poniéndose al lado de los Druidas, sino porque tenía miedo y deseaba salvar su vida.

Sufrió el pequeño daño porque no tenía fe en la Virgen María de protegerlo. El escudo de la Virgen hubiera sido suficiente para salvarlo contra el paganismo. Sir Gawain sufre la vergüenza más grande del mundo porque se puede imaginar, ya que el esposo había planificado el juego y porque no sabe qué decir a la corte cristiana del rey Arturo y los demás cortesanos de su gobierno, que estaban luchando para defender a la cristiandad.

Llega al final a la corte, y, rojo de la cara, confiesa su falta ante todos. Espera con angustia su reacción, pero ellos se ponen a reír. Cada uno saca un cinturón verde y lo muestra a Gawain. ¡Todos habían pasado una prueba similar!

El poeta nos presenta esta prueba poética muy sofisticada para enseñar a los oyentes de la corte y la gente inglesa que Dios tiene merced y es comprensible. Saben todos que el pecado original nos hace vulnerable. Gawain se salva por su cristiandad demostrada en las primeras dos pruebas en el castillo. Él falló la tercera solamente para salvar su vida, que, en última instancia, es permisible. Cristo triunfa sobre el paganismo—apenas—pero triunfó no obstante la debilidad humana.

El poeta anónimo, de este poema tan famoso y bello, termina su poema con las palabras de la Orden de los Caballeros de la Liga y que todavía usa la realeza de la corte de la reina de Inglaterra:
HONI SOIT QUI MAL Y PENSE

Es una consigna que significa, en francés antiguo: “Vergüenza a quien piensa en mal”. Un lema que el poeta sabía muy bien por el fraccionalismo de la corte del rey Ricardo y de toda Inglaterra. Es un lema muy apropiado para los políticos que se dan al fraccionalismo, sectarismo y corrupción de los buenos valores morales en la política en cualquier tiempo. Ojalá que el discurso político de nuestros días fuera igual de elegante como en el siglo XIV.

En fin, la Navidad y el Año Nuevo se salvan aun en medio del fraccionalismo político. Y celebramos estas fechas en fraternidad en nuestros días todavía, pero no sin pruebas morales. FIN