Leonardo Bonilla, el salvadoreño que desarrolla fórmulas para programar satélites en la Universidad de Bremen, Alemania

A sus 33 años, el viroleño Leonardo Alvarado Bonilla, trabaja con investigadores líderes del Instituto Medioambiental de Física de la Universidad de Bremen, en Alemania.

descripción de la imagen
Foto EDH / Cortesía

Por Susana Joma

2019-08-30 6:00:15

“Siempre he sido un soñador; desde que tengo memoria soy de las personas que cree que si uno quiere hacer algo lo puede hacer”. Con esa visión Leonardo Alvarado Bonilla, un joven originario de Zacatecoluca, departamento de la Paz, ha llegado hasta Alemania, en donde se forja como investigador y hace historia en el mundo de la Física Atmosférica.

La Física de la atmósfera es una rama de esta ciencia en la que se estudian los fenómenos que ocurren precisamente en la atmósfera terrestre.

Leonardo, quien tiene 33 años, es graduado de la Licenciatura en Física de la Universidad de El Salvador (UES) en 2011, a lo que ya sumó un doctorado en Ciencias Naturales enfocado en Física Atmosférica, de la Universidad de Bremen, institución en la que ahora cursa un posdoctorado.

“La Universidad de Bremen es una de las muy buenas en Ciencias Naturales y muchas otras áreas, pero en Biología Marina y en lo que es Física Ambiental a nivel mundial es top”, explicó.

En esa universidad el doctor Alvarado Bonilla forma parte del equipo de investigación del Instituto Medioambiental de Física, del Departamento de Física y Química Atmosférica, grupo DOAS, de la Facultad de Física e Ingeniería.

Ahí, bajo la guía de investigadores líderes en ese campo, tal es el caso del doctor John P. Burrows y el doctor Andreas Richter, trabaja actualmente en desarrollar algoritmos (operaciones sistemáticas que permiten hacer cálculos y soluciones) para que el satélite geoestacionario Sentinel-4, del programa europeo Copernicus, pueda medir el dióxido de nitrógeno y el glioxal (compuesto orgánico volátil intermedio) cuando estos llegan a la atmósfera.

El físico atmosférico precisó que el Sentinel-4 está por ser lanzado al espacio, y una vez esté operando con estas instrucciones que le serán programadas, se podrá conocer en tiempo real los niveles de contaminación de estos compuestos en la atmósfera.

Una promesa, una pasión

Contrario a lo que cualquier salvadoreño puede pensar al conocer sus logros, el viroleño no estudió en instituciones de enseñanza privada; sino que la educación básica y media las cursó en centros públicos: la Escuela Mixta Metropolitana Profesor Saúl Flores y el Instituto Nacional José Simeón Cañas, respectivamente. En este último se graduó de bachiller general en 2003.

Durante la educación básica, exceptuando el primer grado, siempre se ubicó entre los primeros lugares de su clase. Precisó que fue una promesa que hizo a su madre luego de que lo riñó porque siendo hijo de dos maestros no se había esforzado lo suficiente en su primer año de escuela.

El doctor Alvarado Bonilla estudió el bachillerato con apoyo de una beca de Fepade, y cuando se graduó el promedio que tuvo en la mayoría de asignaturas fue de 10, exceptuando Lenguaje y Literatura en donde alcanzó 9.

“A mí siempre me fascinaron las matemáticas desde que estaba en educación básica”, afirmó el joven.

Foto EDH / Jorge Reyes

Ese interés por los números fue lo que lo llevó en 2002, cuando aún estaba en bachillerato, a aplicar para ingresar al programa Jóvenes Talento, de la UES, que en sus inicios solo apostaba por formar a escolares en el área de la Matemática. Sin embargo, fue ahí en donde Leonardo Alvarado empezó a tener gusto por la Física, tanto que ingresó al grupo de olimpistas y participó en la Olimpiada Iberoamericana de Física, en Cuba (2003).

“La verdad es que fue amor a primera vista entre la Física y mi persona”, aseguró el doctor, durante una reciente visita al país con motivo de sus vacaciones.

Sostuvo que su paso por el programa fue clave para elevar su dominio tanto en Matemática y Física, lo cual le sirvió mucho cuando se decantó por estudiar su licenciatura; y hoy al nivel de las investigaciones que realiza los conocimientos de esos campos, incluso de Química, se mezclan.

Foto EDH / Cortesía

Duro camino

Dado que al terminar el bachillerato se convirtió en padre de una niña, para seguir adelante tuvo que combinar estudios y trabajo. Fue así como ejerció un tiempo la docencia en el Colegio La Sagrada Familia, de San Salvador, laboró en Oxgasa, después en la gerencia de Ciencia y Tecnología del Ministerio de Educación desarrollando materiales educativos.

Alvarado Bonilla aseguró que, si bien sus padres le echaron la mano, el camino no fue fácil y hubo momentos en los que dada la necesidad laboró de un sinfín de cosas, entre ellas vendiendo accesorios de computadoras, pero nunca perdió de vista que quería coronar su carrera, y seguir con posgrados en aras de llegar a ser investigador, un propósito que se trazó en la niñez.

Aún recuerda el día que estaba junto a un tío viendo una de las películas de ciencia ficción que tanto le gustaban, como “Volver al futuro”, porque aparecían científicos con gabachas blancas, y le dijo que él iba a ser uno de ellos. “En aquella época le dije a mi tío voy a hacer un doctorado y voy a andar así; y mi tío quizá en forma de gracia solo me sonrío. Entonces yo ni sabía qué era un doctorado”, recordó.

El compatriota explicó que dada su situación familiar y laboral tuvo que realizar solo su tesis de graduación de la Licenciatura en Física; así trae a la memoria el nombre de su proyecto: “Niveles de formaldehído en San Salvador, utilizando espectroscopia óptica de absorción diferencial”.

El formaldehído es también un compuesto orgánico volátil. Se produce de forma directa en ciertos procesos de combustión en algunas industrias, a partir de la oxidación de otros compuestos como el metano, y también por la oxidación de algo que se conoce como isoprenos que se emiten a partir de las plantas.

“Es una gran contribución de las plantas, por eso es importante medirlo en la región. En los trópicos hay grandes cantidades de compuestos orgánicos volátiles, y este compuesto en específico puede producir enfermedades respiratorias e incluso cáncer nasal, según la Organización Mundial de la Salud”, citó.

Su promedio al final de la licenciatura fue de 8.2.

Sed de conocimiento

El investigador viroleño agradece a sus padres todo el apoyo que le han dado, así como al doctor Carlos Rudama, un investigador de alto nivel que trabaja en la UES, y a quien considera fue clave en su formación académica, en el sentido de que le abrió las puertas de su laboratorio para realizar la tesis, lo orientó para que saliera adelante con ella, y además para que pudiera encarrilarse en sus estudios de doctorado.

“Nosotros siempre en vacaciones pedíamos permiso para quedarnos trabajando en el laboratorio fines de semana, vacaciones, a pesar de que yo tenía compromisos con la familia, pero como siempre digo a mí me gusta lo que hago”, agregó.

Decidido y entusiasta, el viroleño sostuvo que para estudiar un posgrado aplicó a una beca, y una vez la logró contactó con tres universidades de Alemania, dos de ellas, entre estas la de Bremen donde estudia, le respondieron de forma positiva.

Subrayó que dado el carácter innovador de su tesis de Licenciatura en Física, y considerando que él no quería perder tiempo, el doctor Rudamas lo motivó para aplicar de una vez a estudiar el doctorado, y así lo hizo.

Su caso resulta excepcional. Como él no tenía el grado de maestría le dieron la oportunidad de estudiar su doctorado, pero una vez estuvo en Alemania tuvo que someterse a unos exámenes extremadamente rigurosos y exigentes que le permitieran llenar todos los requisitos para terminar su posgrado, mismos que sorteó con mucho éxito.

Tanto en el país como allá tuvo que esforzarse en mejorar su nivel de inglés para llevar sus estudios doctorales, y aprender alemán para comunicarse en la vida cotidiana.

El trabajo de doctorado que realizó y por el cual tuvo un magma cum laude estuvo en sintonía con su tesis sobre el formaldehído y con la línea de investigación que tiene el laboratorio en donde está, puesto que versó sobre otro compuesto, el glioxal. “Básicamente mi mayor trabajo fue desarrollar un algoritmo de satélites para medir este compuesto y estudiar algunos fenómenos geofísicos”, dijo.

Por su aporte doctoral fue becado por la misma Universidad de Bremen para hacer un posdoctorado, siempre con al equipo de investigación del Instituto Medioambiental de Física, que trabaja en varios proyectos de la Agencia Espacial Europea.

Ha hecho varias publicaciones científicas; la última es un estudio sobre incendios forestales en Canadá, y por primera vez lograron tener evidencia de que los compuestos volátiles que se generan en esos eventos sí pueden transportar esos componentes volátiles a grandes distancias en la atmósfera.

Este salvadoreño asegura que primero su hija y hoy su hijo son una gran motivación, pero aún no está satisfecho con lo que ha logrado, así que plantea realizar otros posdoctorados y, como literalmente dice, “seguir comiéndose el mundo”.

En unos diez años Alvarado Bonilla se visualiza ejerciendo, ya sea en su país natal o en otra nación, como profesor universitario, que en países desarrollados no solo implica tener a cargo una cátedra sino liderar su propio equipo de investigación, generando conocimiento y guiando a otros estudiantes de doctorado.

“Estoy con la convicción que tenía a los 24 años de hacer muchas cosas no solo profesionalmente, sino también para el país”, comentó el investigador, quien en su visita compartió sus conocimientos con estudiantes de la Universidad de El Salvador.