Edison Lanza: “Hay una estrategia del presidente Nayib Bukele contra la prensa”

El relator para la libertad de expresión de la CIDH abordó la actitud del gobierno salvadoreño hacia la prensa crítica e independiente. A su juicio, es peligroso el acoso a periodistas que exponen cuentas del gobierno, así como las medidas retaliatorias a medios críticos.

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Edison Lanza recuerda que esta retórica antimedios ya ha sido desarrollada en la región por personajes como Alberto Fujimori (Perú), Rafael Correa (Ecuador) o Hugo Chávez (Venezuela). FOTO EDH / AFP

Por Ricardo Avelar

2020-08-23 9:00:05

Edison Lanza, relator de libertad de expresión de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, comentó con El Diario de Hoy las acusaciones al presidente Nayib Bukele de afectar la libertad de prensa y de acceso a la información pública. Lanza recuerda que esta actitud no sucede en un vacío, sino que se enmarca en diversas agresiones al estado de derecho.

¿Se ha esfumado el entusiasmo que había inicialmente por Bukele?

Hay indicios y acciones del gobierno que afectan el ejercicio de libertad de expresión y el trabajo del periodismo en El Salvador. Esto se rodea de acciones polémicas del gobierno vinculadas al combate al crimen, a la pandemia, la relación con los otros poderes, donde incluso ha desconocido decisiones de otros poderes. Estas cosas nunca son casualidad, hay una estrategia detrás y acompañado de una narrativa que ha encabezado el presidente Nayib Bukele contra la prensa y algunos medios.

Como relatoría, ¿qué denuncias reciben del gobierno de Bukele?

Un patrón de uso de las redes sociales para acosar periodistas, sobre todo aquellos que investigan o presentan temas que involucran rendición de cuentas o cuestionan al gobierno. Hay señalamientos que parten del presidente o funcionarios contra periodistas, llamándoles opositores, faltos de rigor o les acusan de estar comprados. Luego hay una fuerte actividad de bots que no buscan polemizar sino generar desprestigio o acoso a periodistas y medios. Eso en lo digital.

Hay poco acceso a información pública, restricciones al accionar del Instituto de Acceso a Información, y falta de acceso de algunos medios a conferencias de prensa y la poca posibilidad de preguntar abiertamente al presidente y sus funcionarios. Y medidas indirectas que atentan contra la libertad de expresión, como represalias a medios de comunicación por su línea editorial, restricciones a publicidad oficial o supresión de contratos legítimamente ganados. Esto luce como una retaliación.

Esta no es la primera vez que enfrentan este tipo de conductas. Tradicionalmente, ¿quiénes han mostrado comportamiento similar al que hoy muestra el presidente Bukele?

Esta estigmatización, retórica y generar enemigo en el periodismo en la historia del hemisferio ha tenido muchos antecedentes.

El gobierno de Fujimori atacó fuertemente a la prensa independiente por diferentes mecanismos de censura, e incluso le retiraron la ciudadanía a un extranjero para quitarle su canal de televisión, también se espiaba a la prensa.

Es recordado el caso de Rafael Correa, en Ecuador, que tenía las sabatinas y en televisión o redes sociales atacaba a periodistas que denunciaban corrupción. Hugo Chávez en Venezuela ocupó una retórica que, según la Corte Interamericana, empujó a los organismos estatales a revocar la licencia al principal canal de televisión (RCTV), entre muchas otras violaciones.

¿Hay algo de eso en el presente?

Esto se ha instalado en gobiernos de otro signo ideológico, como Bolsonaro, en Brasil; Trump, en Estados Unidos; y Bukele, en El Salvador. Claramente estos gobiernos llegaron democráticamente al poder pero generan mecanismos antidemocráticos.

“(Hemos recibido denuncias de) uso de las redes sociales para acosar periodistas, sobre todo aquellos que investigan o presentan temas que involucran rendición de cuentas o cuestionan al gobierno”

Edison Lanza, .

La Carta Democrática de la OEA estableció que la democracia no es solo ganar la elección sino respetar las reglas del juego, incluyendo la libertad de expresión, de prensa, el pluralismo. Pero estos gobiernos en lugar de abordar o aclarar lo que publica la prensa, no responden y se dedican a descalificar al mensajero.

¿Qué tan legítimo es el temor de que la retórica se convierta en ataques más concretos?

Es importante documentar lo que sucede tras las declaraciones. En el caso de RCTV, la Corte dijo que las expresiones de Chávez llevaron a la decisión de suprimir un medio de comunicación. Son una prueba del vínculo y esta retórica va acompañada de medidas administrativas y se presentan como legítimas pero buscan impedir a la prensa a hacer su trabajo.

En una época de redes sociales donde se monta escenarios de ataque como el que encabeza Bukele, se incentiva la exposición al odio o una retórica antiprensa y se victimiza el propio funcionario para que digan que la prensa no lo deja ser. Y hay medidas concretas como la administración de publicidad oficial, conferencias de prensa y recursos públicos. Los medios no giran en el aire, a veces necesitan licencia, o financian parte de su operación en publicidad oficial. La propia convención americana dice en su artículo 13 que la libertad de expresión debe protegerse de censuras directas, pero también de medidas indirectas como el uso de los recursos.

El ambiente parece ser virulento a todos los críticos, más allá de la prensa. ¿Qué tan peligrosos son los síntomas que vive El Salvador?

Acostumbrarse a esta situación y la falta de condena o mecanismos de garantía, si no hay decisiones para proteger a la prensa y no se investiga, si los demás poderes no pueden reaccionar, vemos un conjunto de estrategias para controlar todo el poder de manera absoluta. Este tipo de gobiernos muchas veces deterioran el estado de derecho.

La Sala de lo Constitucional de El Salvador ha reaccionado bien por algunos de estos temas, el Congreso está investigando amenazas a periodistas, la sociedad civil está jugando un papel fuerte denunciando esta situación, y hay organismos internacionales que observan esto de cerca. En ocasiones, son diques de contención a estos gobiernos que no tienen una preocupación marcada por fortalecer la democracia, sino por gobernar sin los contrapesos que la democracia requiere.

El Congreso anuncia esta comisión para seguir acoso a periodistas. ¿Es una buena noticia?

Sí. Son mecanismos indispensables. Cuando hay un patrón de denuncias más allá de hechos aislados, el Congreso debe ejercer su función de controlar al Ejecutivo. En la región lo vemos como “el presidente se peleó con los medios”, pero los presidentes juran respetar la Constitución y dentro de esta está la libertad de expresión.

Me parece buena idea que una comisión determine qué está pasando, los patrones que se usan, si se usa recursos públicos para atacar a la prensa. Es una buena iniciativa la de investigar esto. Ojalá se llegue a determinar qué y cómo sucede.

El argumento es que tienen una amplia mayoría que es buena contra unos críticos malos. ¿Cómo se ve esta apelación a la popularidad para limitar las voces críticas?
Yo no conozco ninguna democracia efectiva que garantice derechos donde haya unanimidad. Parte esencial de la democracia es que las minorías o los críticos pueden expresarlo. Hay dictaduras que a fuerza de suprimir las críticas, exhiben mayorías abrumadoras. Pero la democracia es ruidosa, participativa, plural. La democracia es compleja, que la resolución de problemas no se hace por la fuerza y no se puede apelar a la legitimidad de origen (que una gran mayoría los avaló) para hacerlo esto. Muchas medidas adoptadas en la región que violaron flagrantemente la libertad de expresión comenzaron con gobiernos que tenían legitimidad de origen.

¿Es apresurado considerar a Bukele poco democrático?

Soy relator de libertad de expresión y no me corresponde ese juicio de valor, sino vigilar la situación. Yo debo documentar situaciones que suceden y me parecen preocupantes, y si se consolidan esos patrones yo diría que sí, se va a un camino de suprimir libertad de expresión, que es un componente fundamental de la democracia.

En su visita a El Salvador en diciembre, ¿pudieron abordar libertad de prensa con el gobierno?

Lamentablemente no con las personas que toman las decisiones. Eso me extrañó mucho. En seis años al frente de la relatoría he tenido la oportunidad incluso en la discrepancia de tener un diálogo con los gobiernos, sobre todo con secretarías de comunicación o donde hay denuncias. No fue posible.

Hablé con la canciller, pero me dio la impresión que ella no tenía decisión sobre estos temas. Hablamos sobre archivos militares con autoridades del Ministerio de Defensa, pero el núcleo duro de estos temas que hoy conversamos no hemos encontrado respuesta ni diálogo con el actual gobierno.

En una pandemia, ¿cómo se mira que un gobierno no rinda cuentas?

En los primeros meses de pandemia, muchos gobierno justificaron medidas que afectan a la prensa o el derecho a información en la emergencia. Nosotros dijimos desde el primer momento que esta pandemia no justifica restringir el derecho a la información. Dado que mucha gente está aislada y el gobierno actúa con poderes especiales, es vital reforzar la transparencia. Uno puede aceptar que en la expansión del contagio se restringe reuniones temporalmente, pero si se hace contra la prensa, no le vemos ningún sentido.

La retórica del gobierno dice que el ataque es a periódicos “panfleto”. ¿Quién pierde realmente si el gobierno no contesta preguntas?

Es una falsa retórica. Los medios de comunicación son el vehículo para ejercer la libertad de expresión. Si un presidente determina qué medio le gusta y qué medio no, sería otra forma de censura, como antes se impedía qué medios salían. Atacar a medios porque no le gustan.

Pierden los medios obviamente por la agresión o el hostigamiento, pero pierde la democracia porque esto tiene dos caras: los medios son la forma para que los ciudadanos puedan contrastar información y acceder a diversidad de fuentes.

Además, en El Salvador hay medios que no están siendo críticos, que se han “alineado” o aceptan, notoriamente muchos canales de televisión o radio, y contra ellos no dice nada. Esa es la prueba, que realmente lo que le molesta es la crítica, la investigación periodística.