INFOGRAFÍA: El Salvador en riesgo de perder población de lora nuca amarilla

Organizaciones e instituciones ambientalistas trabajan para la restauración de la especie en distintos puntos del país.

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Por César Jiménez

2019-09-22 6:00:10

En El Salvador se calcula que solo hay 500 ejemplares de lora nuca amarilla en libertad, de las cuales 200 pueden ser parejas reproductoras; el registro resulta preocupante para los ambientalistas, ya que coloca al ave como especie amenazada.

El biólogo Néstor Herrera explicó que hay dificultades para realizar el censo por la falta de técnicos que cubran terreno para el monitoreo de esta especie.

Además comentó que actualmente hay un aproximado de 50,000 ejemplares desde el sur de México hasta Costa Rica. Esto equivale al 20 % de la población que había hace 10 años; el 80 % restante ha desaparecido o está en cautiverio.

 

“Si hacemos las matemáticas, antes habitaban alrededor de 250,000 o 300,000 loras. Ha sido una reducción drástica”, señaló Herrera, asesor científico de la organización Paso Pacífico.

Para la conservación de la lora nuca amarilla, cuyo nombre científico es Amazona auropalliata, se han unido algunas organizaciones que luchan por proteger la biodiversidad y han trabajado en el único nido que se encuentra en Metapán, Santa Ana. Ahí han registrado ocho loros.

El biólogo destacó que este caso es crítico porque están aislados los ejemplares y las posibilidades de sobrevivir son muy cortas por ser aves viejas. “Una vez que las parejas dejen de ser sexualmente activas o desaparezcan, puede que la endogamia sea otro problema que les arrastre a algo más grave”, explicó.

Según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), la endogamia es “el apareamiento de individuos más estrechamente relacionados”, afectando la productividad, longevidad, salud y capacidad reproductiva de los animales

Sara Otterstrom, directora ejecutiva de la organización Paso Pacífico, explicó que ellos hicieron un nido artificial para la lora nuca amarilla, en Metapán. “En este municipio hay fuerte depredación de esta ave, por eso impactar para la protección del ave no debemos hacerlo solos. Debemos de compartir información y recursos para crear un futuro donde todos trabajemos para recuperar poblaciones”, expresó.

Esta organización ha trabajado en Centroamérica desde hace 15 años en busca de la conservación y restauración del medio ambiente, pero ha sido hasta este año que han entrado a trabajar en el país por medio de la Fundación Zoológica de El Salvador (Funzel).

Otterstrom destacó el proyecto en Nicaragua, en donde se creó nidos artificiales para la anidación de las aves, se hizo telemetría de la zona para conocer su hábitat y se dio vigilancia a los nidos. “En este punto se incentivaba a la protección y se reconocía económicamente”, acotó.

La directora de la organización mencionó también que hay dos razones que han permitido este declive de la lora: el tráfico ilegal y la pérdida de su hábitat.

Buscadas por su capacidad de producir sonidos

Una de las razones por las que las loras nuca amarilla son buscadas es la cultural, que obtienen relevancia generacional en las familias.

Néstor Herrera explicó que esta especie tiene la capacidad de escuchar, analizar, interpretar y reproducir el sonido. Por eso logra capturar y entender nuestras palabras, ya que las asocian a eventos y desarrolla el reflejo con las personas que interactúan con ella porque reacciona a estos estímulos.

Agregó que son longevas estando en estado silvestre y que si se les cuida bien en cautiverio lo son mucho más. También que al establecer una conexión con quienes vive, pierde su identidad de lora y se considera humana. Por eso puede comunicarse con nosotros.

Otro aspecto que apunta Otterstrom es que estas aves necesitan huecos naturales en los árboles de los bosques maduros, por que ellos no pueden crear el suyo y que se alimentan en los árboles frutales.

La pérdida de su hábitat

Tanto las organizaciones ambientalistas como los biólogos concuerdan en que este es un proceso de concienciación de los salvadoreños, por eso una de las actividades que pretenden realizar es reconocer el esfuerzo y la importancia del cuido a las comunidades y personas que se encargan de un nido.

Estas especies siempre anidan en los mismos lugares; ponen de dos a tres huevos, los que incuban por 29 días.

Otterstrom dijo que han observado un cambio de actitud de la gente al ver que no están solos y reciben el apoyo de organizaciones o instituciones para la conservación y protección de esta especie; además del sentimiento de gratificación, reciben un reconocimiento por su dedicación a la causa.

Otra línea de acción es buscar a los cazadores para convencerlos de que se unan a la causa conservacionista. La estadounidense enfatiza en que pueden ocupar sus conocimientos para trabajar en métodos de protección y que eso les hace capaz de estar en el programa.

En el caso de emergencia de la población de loras de Metapán, al estar “aislados”, podrían usar los ejemplares que las autoridades decomisan para repoblar la zona. La directora de Paso Pacífico comentó que harían estudios genéticos para comprobar que no tengan parentescos cercanos para llevar a cabo este proceso de reintroducción de los loros.

Mientras tanto, el biólogo Néstor Herrera recordó que en El Salvador hay una legislación con la que se intenta proteger a esta especie. Pone de ejemplo la Ley de Conservación de la Vida Silvestre, que pone multas entre $3,000 y $25,000 por el comercio del loro. Mientras que el Código Penal puede condenar de tres a ocho años de cárcel por esa misma práctica.

Estatus de la lora nuca amarilla

En el Gran San Salvador se ha identificado tres grupos de lora nuca amarilla: en Soyapango, entre la Universidad de El Salvador y la parte baja del volcán, y en el área entre el parque Bicentenario y el estadio Cuscatlán. Herrera calcula que son 30 ejemplares los que vuelan los cielos del Gran San Salvador.

“Estos son las diferentes poblaciones que se han visto, pero no sabemos si son el mismo grupo. Una de mis iniciativas es que haya una red de observadores locales que usen la plataforma de e-Bird para que registren a las aves que vean y tener mayor certeza de lo que se dice”, expuso biólogo.

Para el experto es interesante cómo es que hay más loras en la capital que en las áreas protegidas del país; de allí ve la importancia de las áreas verdes y el mantenimiento de parques, porque son los lugares dónde se reúnen las especies. Esto debido a que hay aves que vivían en cautiverio, pero escaparon para reincorporarse a la población silvestre, además de lugares donde ellas llegan a alimentarse o reproducirse y los dueños de estas propiedades las protegen.

Mencionó que los nidos más cercanos a Metapán están a 50 kilómetros, en una hacienda privada de Suchitoto y otro en la Barra de Santiago, en Ahuachapán, a unos 90 kilómetros de distancia. En territorio guatemalteco el más próximo está a 200 kilómetros.

Ricardo Ibarra, biólogo de Funzel, pidió a la sociedad que se involucre en el cuidado de las loras: “No es necesario ser biólogo para distinguir a las distintas especies, solo es capacitación. Y en el caso de la lora es inconfundible”, argumentó.