Los homicidios de policías, niños, ancianos, ingenieros, arquitectos, mujeres, alfabetizadores, deportistas, músicos, agricultores, estudiantes, soldados, empleados públicos, entre otras víctimas asesinados en 2019, conmocionaron a cientos de salvadoreños en las redes sociales y en los diferentes sectores del país.
Muchos de los hechos siguen en la impunidad, mientras que en otros, las autoridades capturaron a lo supuestos responsables pero los procesos judiciales siguen sin definir las condenas.
En la mayoría de homicidios fueron las pandillas quienes cometieron los hechos de violencia, otros fueron familiares de las víctimas, según el avance de las investigaciones de las autoridades.
Entre los asesinatos más repudiables estuvo el de José, un bebé de 11 meses de edad, que fue ultimado cuando dormía en su casa junto a su madre y abuela, en la colonia Valle Verde en Apopa. El niño se convirtió en la víctima de menos edad a causa de la violencia en el país en 2019. El triple homicidio sigue en la impunidad.
Otros tres niños de 9, 10 y 11 años, también enlistaron la cifra de víctimas menores de edad. José Luis fue raptado y luego asesinado cuando se dirigía hacia su casa en una colonia populosa de Cuscatancingo, mientras que en el cantón Casas de Tejas, en Candelaria de la Frontera, Santa Ana, fue asesinado con lujo de barbarie José J.
La Policía reportó la captura de Gilberto Martínez Vásquez, de 19 años, quien es tío del menor y el principal sospechoso del homicidio.
También Samuel P. murió de un disparo en la cabeza cuando jugaba en la línea férrea en la comunidad Adesco Flores, del municipio de Ilopango.
Además estudiantes universitarios que estaban a punto de lograr el sueño de graduarse, fueron asesinados por las pandillas. Entre ellos está el caso de Emely Astrid Castro Sandoval, quien fue asesinada en enero en Soyapango. Su graduación se realizaría en junio.
También los bachilleres Kevin y Emerson, fueron ultimados en Apopa en menos de tres meses. Ambos eran músicos del Instituto Nacional Técnico Industrial. (INTI). Los dos casos siguen en la impunidad.
La delincuencia también provocó víctimas inocentes, una de ellas fue Flora Margarita Suárez Rosales, de 76 años, a quien una banda de asaltantes la asesinó con lujo de barbarie en su casa en la colonia Escalón, tras robarle todos los objetos de valor.
También María Olimpia Escobar, fue herida de gravedad cuando realizaba ejercicios físicos en Santa Elena. La atleta murió dos semanas después debido a la gravedad de las lesiones.
Por el hecho, la policía capturó a dos sospechosos que están presos mientras sus procesos judiciales siguen en los tribunales.
Además, la violencia se cobró la vida de Antonio Daniel Guzmán Flores, un campeón del patinaje salvadoreño y estudiante universitario del cuarto año de Contabilidad en la Universidad José Matías Delgado.
El joven trabajaba como taxista de la plataforma Uber y también era campeón en tae kwon do, dos deportes que inició cuando solo tenía cinco años y que le dio muchos triunfos al país en competiciones internacionales.
El feminicidio contra Fernanda que también dañó a su hijo
El feminicidio de la joven Fernanda N., de 23 años, quien fue encontrada muerta el viernes 2 de febrero sobre una canaleta en la parada de buses conocida como El Molino, sobre la carretera que de Ataco conecta con Ahuachapán, conmocionó a cientos de salvadoreños aún más, cuando varios policías publicaron una fotografía cargando a un bebé enmedio de una finca de cafetales. Era el hijo de Fernanda, quien había permanecido abandonado más de 72 horas en la intemperie, sin comer y tomar agua. Por el hecho, la Fiscalía acusó al padre del niño quien no ha sido capturado.