“La guerra no fue una pantomima”, dice sobreviviente de tortura y defensor de derechos humanos

Denunció las desapariciones forzadas durante el conflicto, pero también fue víctima de tortura. Como sobreviviente, Miguel Montenegro considera que despreciar los Acuerdos de Paz equivale a despreciar a las víctimas.

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Por Lilian Martínez

2021-01-04 10:20:24

Miguel Rogel Montenegro es el director de la Comisión de Derechos Humanos de El Salvador (CDHES). Una organización no gubernamental que nació el 1 de abril de 1978 como respuesta a múltiples violaciones de derechos humanos atribuidas a cuerpos de seguridad y de grupos clandestinos, que incluso habían sido denunciadas por monseñor Óscar Arnulfo Romero en sus homilías. “Estamos hablando que allá, (de) la década de los setenta, fue quizás la efervescencia de las violaciones a los derechos humanos y también la efervescencia de grupos de protesta”, explica Montenegro.

Con el cabello cano y la experiencia acumulada a lo largo de 42 años como defensor de derechos humanos, Montenegro habló con El Diario de Hoy sobre el trabajo del CDHES, sobre su experiencia como víctima y sobreviviente de tortura y sobre su visión sobre cómo se pueden sanar las heridas infligidas durante el conflicto armado. También dio su opinión sobre las palabras más controversiales del discurso del presidente de la República en El Mozote el 17 de diciembre.

El 17 de diciembre en El Mozote, el presidente dijo que la guerra y los Acuerdos de Paz fueron “una farsa” ¿Qué opina de esas palabras?

Pues me parece que el señor presidente, quiere justificar sus acciones de ataques, desprestigiando y no valorando por razones políticas los Acuerdos de Paz. Al descalificarlos, pareciera que demuestra su ignorancia y su ceguera sobre la importancia de estos, como su desprecio a las víctimas. Hay que recordarle que ello trajo en sí avances importantes para la democracia en nuestro país. La finalización del conflicto armado que provocó el desangramiento de un pueblo, que exigía la culminación de la guerra. El surgimiento de instituciones como la PDDH, la reducción de la Fuerza Armada y el surgimiento de una nueva policía, no fueron una pantomima.

El aval por la comunidad internacional, como el papel importante que jugó tanto la ONU como diferentes gobiernos del mundo, no fueron una pantomima. Lo que él tiene que hacer ahora como presidente es continuar los compromisos para garantizar que instituciones como la PNC y la Fuerza Armada no desnaturalicen su misión, garantizar la seguridad y el respeto a los derechos humanos, contribuir a la justicia.

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¿En qué consistía el trabajo de la Comisión de Derechos Humanos de El Salvador en los años 70 y 80?

Bueno, nosotros en un principio empezamos a trabajar dentro del mismo arzobispado de San Salvador. Nos dieron espacio, pero luego de ello nos tuvimos que trasladar aquí mismo en San Salvador, al barrio San Miguelito, donde instalamos nuestras primeras oficinas. Invitábamos a la población a denunciar las violaciones a los Derechos Humanos, pero como ya veníamos haciendo un trabajo, la población acudía a nuestras oficinas a poner la denuncia, a solicitar el apoyo que nosotros podíamos brindarles. A partir de ahí empezamos a documentar casos. También se iba a los lugares a investigar, porque empezaron a aparecer cadáveres en diferentes lugares, en El Playón en eran carreteras. Entonces nosotros íbamos a reconocer a las personas que estaban tiradas, porque los familiares lo solicitaban, y algo que los familiares tenían era miedo, mucho miedo. Habíamos registrado casos de personas que habían ido a reconocer a sus seres queridos y, al ir a reconocerlo le dábamos seguimiento, algunos de ellos fueron capturados y desaparecidos y otros asesinados posteriormente.

Además de recopilar denuncias y testimonios de familiares de las víctimas ¿lograron documentar masacres?

-Sí, logramos documentar diferentes masacres. Es más el caso de El Mozote, que fue precisamente en los momentos más difíciles, nosotros hicimos algún tipo de documentación; pero lo que sucede, en ese momento era bastante difícil, por eso es que nosotros resguardamos ese material. Algunos de los materiales los tuvimos que sacar fuera de nuestro país, para resguardar los testimonios, la documentación. Hicimos diferentes investigaciones, pero algunas han quedado fuera. Todavía hoy en día seguimos recuperando muchas de las documentaciones.

La denuncia de las violaciones a los derechos humanos atribuidas al Estado salvadoreño ante organismos internacionales ¿tuvo consecuencias para ustedes?

Varios miembros de la Comisión fuimos capturados en 1986, entre ellos nuestro compañero Herbert Anaya Sanabria. Un año después de su liberación él es asesinado el 26 de octubre del 87. Yo fui uno de los que estuve también capturado y estuve sometido a tortura.

En la policía de Hacienda, durante esos, esos días, claro, sufrimos lo que fue la tortura física, psicológica; se nos tomó fotografía, se nos tomó video. Bueno al menos yo puedo hablar por mi caso particular, porque cada uno nos aislaron, nos venimos a encontrar ya estando ahí en el penal de Mariona, pero durante los tiempos que estuvimos dentro de la Policía de Hacienda, en ningún momento nos encontramos, sólo logré ver por unos vidrios a Herbert Anaya Sanabria que estaban en otro cubículo, pero eso ya fue casi como a los, 9 días, 10 días, que nos habían capturado.

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¿Cuántos integrantes de la Comisión fueron capturados?

Un total de 5 miembros de la Comisión, primero un compañero había sido capturado por la Policía Nacional y ahí estaba. Cuatro fuimos capturados en mayo, pero por la Policía de Hacienda. ¿Cómo nos capturaron? Pues fueron elementos de civil fuertemente armados, en vehículos polarizados, sin placa. Digo esto porque varia gente fue testigo cuando se nos capturó; nosotros íbamos saliendo, en el caso mío y del compañero Reynaldo, íbamos saliendo de la oficina de aquí, entonces nuestra oficina era la casa que está a la par, saliendo y dimos la vuelta cabal frente a (donde está) la Universidad Pedagógica, los dos íbamos hacia abajo a agarrar el bus cuando vinieron y nos capturaron. Como ya eran como las 5:00 de la tarde pasadas, había bastante gente, había gente que vio… Eran vehículos polarizados, sin placa, vestidos de civil y fuertemente armados.

¿Por qué cree que los capturaron? 

Mire, contra la comisión de Derechos Humanos, como decía, había una serie de acciones de represión. La idea que nosotros miramos que tenía el Estado era callarnos, por las denuncias que nosotros veníamos haciendo ante organizaciones como las Naciones Unidas y otras organizaciones que nos mostraron mucho respaldo por el trabajo que nosotros habíamos hecho. Debido a que aquí en nuestro país no teníamos respuesta por parte del sistema de justicia, teníamos que acudir a nivel internacional para poder denunciar y encontrar un respaldo hacia las víctimas, hacia los familiares, que pedían saber qué le había pasado a sus seres queridos, que habían sido capturados y desaparecidos; esa era la razón por la cual nosotros consideramos que se nos perseguía y se nos trataba de aniquilar, porque estamos hablando de varios compañeros de la comisión capturados, desaparecidos y asesinados y asesinadas.

Tipos de tortura

 

¿Nos puede decir los nombres de las personas que fueron capturadas junto con usted?

Como no: Herbert Anaya Sanabria, Reynaldo Leónidas Blanco, Rafael Terezon y mi persona en esa ocasión; Joaquín Antonio Cáceres había sido capturado antes por la Policía Nacional.

En total desde que empezaron a funcionar en 1978 hasta la firma de los Acuerdos de Paz, ¿cuántos miembros de la Comisión fueron capturados, torturados y asesinados?

Bueno, podría decir que, que casi todos, porque en principio Marianela, que fue la fundadora de la Comisión de Derechos Humanos, fue capturada y torturada… Ella tuvo que abandonar el país, debido a que ya había sido capturada dos veces.

Luego otros compañeros que también fueron capturados de la comisión, quiero decirle que tenemos varios compañeros desaparecidos, entre ellos América Fernanda Perdomo y los demás han sido asesinados, como decía Marianela García Villa, que es asesinada cuando le habían pedido que presentará un informe ante la comisión de las Naciones Unidas.

Entonces ella se desplaza al departamento de Cuscatlán para reunir testimonios, se desplazó a varios lugares a reunir testimonios cuando ella es capturada y llevada a la Escuela Militar donde es asesinada. Estamos hablando de Marianela, Herbert Anaya Sanabria, María Magdalena Henríquez, Ramón Valladares Pérez. En total son seis compañeros asesinados y dos desaparecidos. Otros compañeros también fueron capturados.

Usted ha presentado su caso ante la Fiscalía, ¿de forma particular o como un caso presentado por la Comisión?

Lo he presentado como caso particular, porque nosotros queremos ver si presentamos los demás casos.

¿Es necesario recordar el pasado? 

Es un poco complicado, a veces, recordar el pasado, a veces uno se hace el desentendido, pero es difícil y yo comprendo por eso a varios hombres y mujeres que pasaron esa etapa bastante dolorosa, porque no es fácil. No ha sido fácil. Por eso es que yo presenté el caso, es bien difícil  reconocer lo que le ha pasado a uno, reconocer lo que han hecho los demás… Pero a veces es necesario, yo creo que necesario y creo que todos los seres humanos en la tierra y todos los seres humanos en este país tienen derecho a buscar justicia. Uno no quiere como condenar a nadie, yo creo que lo que se quiere es buscar la verdad, la reparación y sobre todo los casos de los desaparecidos. Yo también he vivido unos momentos bien difíciles dentro de mi familia, con familiares desaparecidos, asesinados, torturados, perseguidos. Es un poco complicado, difícil, pero a veces es necesario, para el bien de este pueblo, para el bien, sobre todo de la población joven, pues que conozcan lo que pasó… A veces se debe juzgar, pero se debe sanar las heridas.

¿Cómo se pueden sanar las heridas?

Yo creo que es bien sencillo, yo creo que las heridas, se pueden ir sanando cuando se conozca la verdad, sobre todo la verdad, porque la justicia es un derecho que tenemos todos, las víctimas y es un derecho que tienen los familiares, la justicia,  pero sobre todo yo creo que sanar, el conocer la verdad y conocer la verdad, es dónde están los desaparecidos, dónde están nuestros parientes desaparecidos, reconocer como la culpa de que el Estado sí violó los Derechos Humanos, contemplados no solamente en los tratados internacionales de protección a los Derechos Humanos sino en la misma Constitución de la República de El Salvador.

Reconocer eso y pedir perdón, es algo que viene a contribuir al saneamiento de una herida, de las heridas, no podemos descalificar, porque una cosa que el Estado cómo lo han hecho, los presidente anteriores reconocen y dicen, pero no hay satisfacción para la víctima. Muchas veces uno espera que los victimarios sean los que pidan perdón, que reconozcan la culpa, pero cuando se ve una actitud de prepotencia, una actitud de no reconocer los hechos y tratar de justificarlo de una manera que ofende a las víctimas y a los familiares, allí es donde uno se pone a pensar ¿hasta dónde podemos llegar? No hay humildad. Este país puede curar esas heridas, siempre y cuando se conozca la verdad y se haga justicia, aquí hubieron víctimas y hubieron victimarios…

¿Cuál sería una forma de reparación? ¿Qué tipo de reparaciones esperaría usted en su caso, su familia y del resto de defensa de derechos humanos que fueron desaparecidos o asesinados? 

Algo que nosotros hemos planteado, aquí se habla de justicia, verdad y reparación y no repetición, que son como los cuatro elementos que puede reunir. Yo creo que inclusive el victimario se puede sentir bien, cuando él o ella, sobre todo él, se despoje de ese peso que tiene, moral, espiritual, de poder decir: “Hombre, si yo fui culpable, yo cometí esto, yo di la orden o yo di esto…”. Y a partir de ello, yo creo que también la misma persona responsable de esos hechos puede liberarse de ese yugo que tanto le está apretando…

Porque créame que sí lo hay, aunque ellos no lo quieran reconocer, lo sienten en sí mismo, yo no tengo la menor duda de eso. Entonces, yo creo que cuando haya justicia, verdad y reparación, pues eso va ayudar muchísimo a que los hechos que sucedieron durante todo ese tiempo, no vuelva a repetirse, entonces cuando estamos hablando de eso, estamos hablando justicia; queremos saber, queremos que se haga justicia, pero también podemos perdonar, podemos perdonar, pero que sean ellos los que digan: “sí lo cometí, pido perdón”, desde ahí, vamos a empezar a sentir como que ese medicamento está cayendo bien para sanar las heridas en este país…

Sobre todo de las víctimas y los familiares, entonces con humildad uno le hace un llamado, a los responsables de esos crímenes, para que depongan ya sus actitudes un poco, digamos, de tratar de no reconocer su responsabilidad.