Con familiares, amigos, y algunos pequeños peloteros de la Liga Zacamil, dijeron adiós a los restos del veterano exbeisbolista y exseleccionador nacional, Ricardo “Zurdo” Rosales, en un cementerio privado.
Las muestras de cariño para los hijos y la esposa de un hombre que “ha dejado un gran legado” al deporte salvadoreño, como el recuerdo de la medalla de oro del sóftbol masculino, en los Juegos C.A. de Tegucigalpa, Honduras, 1990, llegaron con palabras de agradecimientos.
Todas coincidieron en que el aporte a la cuna del béisbol y del sóftbol local es invaluable. “Gracias por hacernos personas de bien, por este gran legado, no podemos dejar atrás la edificación que hizo”, manifestó su hijo Rodolfo Rosales.