Lo más leído: Joven en Apopa sobrevivió a la tortura policial, a la estrangulación y al fuego de un cañal
Ocurrió el pasado 8 de marzo en una zona rural de Apopa. Tras ser interrogado y golpeado por un grupo de policías, éstos decidieron matarlo asfixiándolo con las cintas de sus zapatos en el cuello. Pero el joven sobrevivió. Fuentes fiscales y policiales aseguran que la víctima no tiene registro como pandillero ni antecedentes delictivos.
Aquel 8 de marzo, seis policías de la Sección Táctica Operativa (STO) quedaron estupefactos cuando vieron caminar hacia ellos, descalzo y con la piel rechinada y hecha jirones por el fuego de un cañal en llamas, a aquel joven de 20 años. No les dijo nada; pasó a un lado del auto policial y siguió caminando, como una sombra.
Algunos de los policías solo atinaron a cubrirse el rostro… para evitar que los reconociera. Ellos tampoco le dijeron algo.
Cuando aquel joven se había alejado de aquella patrulla policial, se encontró con tres mujeres y un hombre quienes alarmados al ver su estado, le preguntaron qué le había pasado.
Que recién lo habían quemado, les respondió sin decir quienes lo habían hecho. Una de las mujeres le dijo que era necesario que fuera a un hospital. A lo lejos estaba la patrulla policial y corrieron a pedirles que auxiliaran al joven quemado.
Dos de los seis policías llegaron en el carro institucional hasta donde estaba el joven y lo subieron sin contemplaciones a pesar de que era evidente las quemaduras en el rostro y gran parte del resto del cuerpo.
Se subió sin pensarlo mucho. Un camino que normalmente no les hubiese llevado más de cinco minutos transitar, les llevó entre 40 o 45 minutos. Porque antes de trasladarlo del caserío Los Renderos, en el cantón San Nicolás, hacia la clínica de la Cruz Roja Salvadoreña, en el centro de la ciudad de Apopa los policías lo anduvieron dando vueltas y vueltas por muchas calles de esa ciudad.
Un policía colocó alrededor del cuello de Enero, las cintas de sus propios zapatos y comenzó a ahorcarlo. El joven se desmayó y el policía lo creyó muerto. Luego prendió fuego al cañal y se retiraron. Semanas después, aquel crimen llevaría a los policías a la cárcel.
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Cuando por fin llegaron a la clínica, un policía se bajó del carro y pidió una camilla. Acostó al joven que llevaban y no dio mayores explicaciones. Cuando una doctora le preguntó qué le había ocurrido al paciente, el uniformado se limitó a decir: se electrocutó, por decir que había resultado quemado tras recibir una descarga eléctrica. Y se marchó sin dar más datos de nada.
Aquella no era quemadura por descarga eléctrica, le dijo su experiencia a la doctora.
Pero, además, en aquella clínica hubo personas que anotaron el número del auto policial. Esos números grandes que tienen pintados a los costados, en el capó o en la parte de atrás.
Cuando se hubieron marchado los policías, una de las personas que estaba en la sala de emergencias le preguntó al paciente qué le había ocurrido. Los policías lo habían dado por muerto tras colocarle las cintas de sus propios zapatos en el cuello; que se había desmayado y que cuando despertó, un rato después, se vio rodeado de fuego, en un cañal; a como pudo, logró caminar hasta la calle. Al mismo punto donde cuatro policías lo habían detenido.
Al hospital Rosales
Aquellas quemadas eran graves. De segundo grado y en el 80 por ciento del cuerpo y por eso resolvieron enviarlo al hospital Rosales no sin antes preguntarle al paciente si se acordaba del nombre de algún familiar a quien pudieran dar aviso de lo que le había ocurrido.
Así fue como Juan N. y Luisa X. se enteraron de lo que le había pasado a su pariente a quien en el expediente judicial 8-3-19 del Juzgado de Instrucción de Apopa solo se le conoce como Enero, como nombre clave.
Ambos, abuelo y madre, no sabían qué le había ocurrido, por qué tenía gran parte del cuerpo abrasado y los ojos rojos, como a punto de brotar sangre.
Cuando pasaba cerca del lugar conocido como la Línea Férrea se encontró con cuatro policías. Uno de ellos le dijo: “Bicho, parate ahí”. Y le pidió que se identificara. Entonces, le preguntaron qué andaba haciendo en ese lugar, si él era de la Nueva (colonia Nueva Apopa).