El camino de superación de Xenia es cuesta arriba en el área rural

El anhelo de ser enfermera y mejorar las condiciones de vida de su familia motivaron a Xenia Margarita Vanegas, quien a sus 15 años asistió por primera vez a una escuela para aprender a leer y escribir. Desde pequeña, la joven se ha encargado de cuidar a sus hermanos menores y, desde hace un año, la responsabilidad del hogar está a su cargo, ya que su madre debe viajar a Santa Tecla para trabajar.

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Por María Navidad

2019-07-09 6:40:09

SONSONATE. Xenia Margarita Vanegas, con 15 años de edad, formaba parte de la población joven del área rural que enfrenta el desafío del acceso a la educación, pero el reto es más grande para las mujeres.

Hasta hace cinco meses, Xenia inició el proceso para aprender a leer y escribir porque desde pequeña tuvo la responsabilidad de cuidar a cuatro de sus cinco hermanos.

La investigación “ABC de las tendencias demográficas en El Salvador”, realizada por la Fundación Dr. Guillermo Manuel Ungo (FundaUngo), afirma que en el área rural 41, 147 mujeres se dedican exclusivamente a labores del hogar, que representa el 44.5 % en las edades de 15 años y más.

Xenia Vanegas, de 15 años, vive en una zona rural de Sonsonate, pero sueña con ser enfermera aunque solo sabe leer y escribir. Recientemente comenzó su vida escolar debido a que su madre, quien siempre ha trabajado muy lejos de casa, la dejara a cargo de sus tres hermanos menores.

Actualmente, se estima que la población de mujeres en la zona rural en el rango de 15 a 19 años de edad es de 92,464.

La familia de Xenia es originaria del caserío Sabana Grande, Nahuizalco; pero, hace dos años, la madre se trasladó a Sonsonate en el caserío El Camalote, junto a una nueva pareja.

Xenia y su hermana Senaida, de 16 años de edad, se encargan de cuidar a sus hermanos: Manuel, de 9 años, Víctor de 8, y Jonathan, de 6 años de edad. Pero es la quinceañera la que ha tomado el rol de madre y ama de casa.

La adolescente explica que su madre la llevó a ella primero a vivir al caserío para ayudarle a lavar ropa, cocinar y cuidar de su padrastro, quien se encontraba enfermo.

Un año después, el hombre falleció y su madre debió salir a buscar empleo para cubrir los gastos de alimentación y vestuario de los seis hijos.

Además, con la muerte del padrastro, la familia Vanegas se quedó sin hogar. La casa donde viven actualmente es propiedad de la hija del difunto, por lo que deben buscar donde irse, ya que tienen una fecha limite para mudarse

María del Carmen Cerén, la madre de los menores, encontró trabajo en el Fovial, limpiaba calles dos veces a la semana, pero los ingresos fueron insuficientes para los alimentos y una vivienda; así que dejó ese trabajo.

El hijo mayor de María del Carmen, Enrique, de 18 años de edad, dejó sus estudios y empezó a trabajar en los cañales para ayudar a la familia

María tiene 34 años de edad y nunca asistió a la escuela porque sus padres no lo consideraron importante.

En su búsqueda por encontrar un mejor empleo, María se fue a trabajar de cocinera en un comedor de San Tecla y se vio obligada a dejar la responsabilidad de cuidar la casa y los niños a Xenia, a pesar de su corta edad.

Así, María y Xenia reflejan una de las alarmas importantes destacadas en la investigación “ABC de las tendencias demográficas en El Salvador”, que explica que la falta de educación en las mujeres dificulta el acceso a la salud, empleo digno y vivienda.

En 2018, según la encuesta de Hogares de Propósitos Múltiples a nivel nacional, 205,916 hogares de la zona rural se hallan en pobreza, de los cuales 48,734 se encuentran en pobreza extrema y 157,183 en pobreza relativa.

María regresa a Sonsonate cada 15 días y se queda con sus hijos solamente una noche. Ella debe administrar bien su tiempo para descansar e ir a comprar la canasta básica para los días que estará ausente.

“Xenia es como un ángel guardián que Dios me ha mandado para que cuide de sus hermanos, un ángel que protege mis hijos”, expresó entre lágrimas la madre.

La progenitora expresó que Xenia, desde pequeña, mostró un don especial por proteger a sus hermanos, por lo que no tuvo otra opción que dejar sobre sus hombros la crianza de los infantes.

“Me levanto a las 5:00 de la mañana. Mientras ellos se visten para ir a la escuela, yo les hago el desayuno para que vayan ya comidos”, explicó la joven.

Cuando recién se mudó la familia al caserío El Camalote, Xenia ayudó a su madre a inscribir a sus cuatro hermanos en la escuela y se encargó de llevarlos diariamente a sus clases.

La quinceañera recorre todos los días una hora y media para llevar a sus hermanos al centro educativo, luego regresaba a la casa a seguir con las labores de limpieza.

El director del centro educativo Las Brisas, del cantón El Presidio, Carlos Perdomo, se percató de que la menor solo llegaba a dejar a los hermanos y se dio a la tarea de motivarla para que entrara a las aulas.

Según el documento elaborado por FundaUngo, la comunidades del área rural en promedio han alcanzado 5.66 años de escolaridad, es decir que los alumnos no alcanzan a terminar la educación básica.

En febrero de este año, Xenia derribó las barreras e inició su primer grado con el objetivo de superarse y con la vista siempre puesta en el beneficio de su familia.

“Me sentía agotada de tanto hacer oficio, me sentía que solo yo tenía el mando de hacer las cosas de mis hermanos y entonces ella (mamá) me decía tené paciencia algún día vas a estudiar”, recordó Xenia.

Entrar por primera vez como estudiante al centro escolar fue un momento que la joven no olvida. Afirma que es el primer paso para cumplir su sueño de convertirse en enfermera.

El reto es cuesta arriba para la estudiante porque debe cumplir sus obligaciones en casa y aprender los conocimientos básicos.

“Me sentí con ganas de salir llorando de la escuela porque yo ya grande tengo que estudiar”, confesó la joven.

En el departamento de Sonsonate, en 2018, la matrícula inicial en el ciclo uno de Educación Básica fue de 13,547 niñas, de las cuales 631 tenían sobre edad, que representa el 4.7 % de las inscripciones, según el Ministerio de Educación.

A nivel nacional, la matrícula en Educación Básica fue de 162,702 niñas, de las cuales 6,174 sobrepasan la edad, lo que representa el 3.8 % del registro total del país.

El índice de las niñas que asisten a primer ciclo con sobre edad en la zona rural supera a la zona urbana.

Entre lágrimas, Xenia se motiva a salir adelante y sueña con ser enfermera para ayudar a su mamá y si uno de sus hermanos se enferma, poderle traer medicina del lugar donde trabaje. La familia Vanegas es un ejemplo de las limitaciones a las que se enfrentan las comunidades pobres de las zonas rurales.

El primer paso de Xenia definirá su calidad de vida y el de su familia. Según la encuesta de hogares, en promedio una mujer que se dedica al servicio doméstico tiene un salario de $147.96 cada mes, es decir que al cabo de los 30 años laborales definido en el Código de Trabajo, la remuneración acumulada será de $53,265.

La diferencia es significativa si se compara a la paga que puede recibir si se dedica a los servicios comunales y de salud, como es su sueño; el sueldo en promedio será de $360.14 mensuales, lo que significa que al jubilarse habrá recibido $129,650.

El nivel educativo es lo que hace la diferencia y Xenia ya ha dado el primer paso en ese camino de superación, que está lleno de obstáculos en el área rural.

GALERÍA DE FOTOS:

La lucha de la quinceañera Xenia Vanegas por estudiar y sacar adelante a su familia en la zona rural de Sonsonate

El anhelo de ser enfermera y mejorar las condiciones de vida de su familia motivan a Xenia Vanegas, a aprende a leer y a escribir. Desde hace un año, la joven está a cargo de las tareas del hogar y del cuidado de sus hermanos.