Celina de Sola: “Las personas nacen con potencial, eso hay que aprovecharlo y no estigmatizar”

Experta en Trabajo Social, De Sola pensó en una organización que apoye a escuelas del país. Así nació, hace 12 años, Glasswing Internacional, que trabaja de la mano del voluntariado.

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FOTO EDH LISSETTE MONTERROSA

Por Violeta Rivas

2019-12-21 8:30:38

Celina de Sola fundó junto con su hermano Diego de Sola y su esposo, Ken Baker, la organización sin fines de lucro Glasswing International, que desde hace más de 13 años desarrolla obras sociales en favor de los niños y jóvenes del país, a través de programas donde los voluntarios son una parte importante para el trabajo que desarrolla la fundación.

Celina cuenta que, de pequeña, vivió en Estados Unidos, donde realizó parte de sus estudios de Ciencias Políticas y Estudios Latinoamericanos, en la Universidad de Pennsylvania, además de una maestría en Trabajo Social en el 2000, y seis años después se graduó de la maestría en Salud Pública en la Universidad de Harvard.

“Con mis hermanos nos criamos con una familia con lazos muy cercanos, tenemos una relación muy fuerte con mis hermanos y mis padres, Herbert de Sola y Eleonora Jokisch. En mi casa nos criamos con una relación de comprensión donde crecimos con muchas oportunidades pero con el entendimiento que esto llevaba responsabilidades de tratar de mejorar la situación que nos rodeaba, de pensar qué podemos hacer para cambiar el contexto”, comenta Celina.

Una situación que la benefactora recuerda de su niñez junto a sus hermanos es que siempre se sentaban a la mesa a tomar sus alimentos, donde conversaban mucho, había risas, discusiones, pero siempre con una gran unión familiar.

“A pesar de que mis papás se divorciaron y que nos mudábamos mucho, no sentí una falta de estabilidad, y reconozco que eso es un gran privilegio, tener esa estabilidad y amor constante en el hogar”, manifiesta.

Celina cuenta siendo niña, a la edad de tres años, vivían en Guatemala y le gustaban mucho los animales. A esa edad no recuerda muchas situaciones, solo sus mascotas y los animales de su vecina quien tenía un cerdito llamado Piña.

“Yo soy loca animales, y recuerdo que, como estaba pequeña, en mi imaginación ese chanchito era como del tamaño de una casa, era enorme para mí. Cuando podía jugaba con mis perros o me iba a ver los animales de mi vecina”, cuenta entre risas, ya que manifiesta que no recuerda nada más a esa edad, ya que su niñez la marcó mucho por el amor a los animales, y su felicidad se definía al estar en compañía de sus mascotas.

Recuerda también que pasó varios años de su niñez en Estados Unidos, donde estudió desde el segundo hasta el octavo grado, era la única latina al igual que sus hermanos, lo cual fue una experiencia interesante en la institución educativa Pingry School, de New Jersey.

El nacimiento de Glasswing

Celina conoció a su esposo cuando trabajaba en una ONG en Estados Unidos donde realizaban obras para ayudar a personas de África, el Medio Oriente, Asia y en desastres naturales, hasta que llegó un momento en que pensaron en regresar a El Salvador.

“No teníamos, hace 13 o 14 años, la visión de empezar una organización, más bien queríamos ver cómo podíamos aplicar lo que habíamos aprendido en otros países para ver si podíamos contribuir a mejorar el país y la región, pero no fue con la visión de empezar una ONG nueva”, explica De Sola.

Mientras que su hermano Diego de Sola, como empresario en El Salvador, también tenía la visión de querer ejecutar acciones para mejorar el país, y le interesaba el voluntariado.

Tanto ella como su esposo y su hermano vieron que existía un nicho donde se podía trabajar con las escuelas públicas en El Salvador.

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“Nosotros creemos realmente, que la mejor manera de mejorar el país es el fortalecer los servicios que atienden a la mayor parte de la población. La visión era mover a la población misma, a través del voluntariado, como generadores de valor donde necesitas el compromiso”, expone Celina.

La idea de la nueva organización también era mejorar los servicios en las escuelas públicas y en los hospitales, además de involucrar al sector privado que tuviera un rol activo.

Glasswing International nació en El Salvador en el 2007, con voluntariado, donde actualmente por cada empleado de la organización hay ocho voluntarios activos.

Uno de los primeros programas de la organización fue el de rehabilitación escolar con mejora de la infraestructura.

“Pensamos que si un niño va a la escuela solo cuatro horas al día, qué podemos hacer para que sea un día más divertido y ampliarlo. Fue bien práctico, vimos un problema creciente de falta de oportunidades y de violencia y así comenzamos, ampliamos el día escolar con programas extracurriculares liderados por voluntarios comprometidos, porque vimos potencial en la niñez, en la comunidad educativa, en voluntarios y solo era de activarlo con ese lente de optimismo”, explica De Sola.

Iniciaron el programa en el Centro Escolar Concha Viuda de Escalón, además de trabajar en el Hospital Rosales, con el Ministerio de Salud y con médicos voluntarios de Estados Unidos. También trabajaron durante varios años en la comunidad Las Palmas y en el Centro Escolar República de Canadá.

Ahora Glasswing International cuenta con un equipo de trabajo de 150 personas comprometidas con el trabajo de la fundación, y a nivel nacional desarrollan los clubes de estudio, y entre los diferentes proyectos trabajan con el modelo de Escuela Comunitaria en más de 60 escuelas en el país.

“Para nosotros (Glasswing) el problema de la violencia se da por la falta de oportunidades, nadie nace con la idea de estar expuesto a violencia, por eso para nosotros la idea es darle oportunidades a toda la niñez y juventud, sea quien sea, porque todas las personas nacen buenas y con potencial, entonces hay que aprovechar eso y no estigmatizar porque eso es destructivo para un país y para las personas”, expone Celina.

La organización actualmente realiza sus programas en toda Centroamérica, excepto Belice, además de República Dominicana, México, Colombia, Trinidad y Tobago, y en New York, Estados Unidos, en escuelas públicas donde asisten migrantes que han llegado al país norteamericano en los últimos cuatro años.

Los proyectos actuales de Glasswing son siempre el trabajo en las escuelas públicas y uno de los más emblemáticos, que fue generado por la fundación, es el proyecto del parque Cuscatlán, donde interviene la municipalidad de la capital, actores de la empresa privada, organizaciones y el gobierno central.

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“Ahora esperamos ampliar el programa escolar a más escuelas en alianza con el ministerio de Educación y siempre nuestra meta es estudiar qué podemos hacer en el país, el programa Escuelas Comunitarias quisiéramos seguirlo trabajando en más escuelas, y el otro es el programa Sanando Ideas, que se enfoca en salud mental, donde básicamente se trata de ayudar a personas que han sido expuestas a incidentes traumáticos y a violencia, y que podamos entender como sociedad el impacto negativo del trauma, donde nos equipemos con herramientas para poder manejar mejor esas situaciones”, explica Celina.

Dicho programa que están implementando en los hospitales San Rafael, Zacamil y San Bartolo y en otras instituciones, tiene como finalidad el evitar la revictimización y la exposición a la violencia con el mejor manejo de las emociones de las personas que han estado expuestas a situaciones traumatizantes, ya que de lo contrario, dice De Sola, se puede perpetuar la violencia. Este trabajo desarrollado desde hace seis años, espera poder ampliarlo y trabajar de la mano con Salud, Educación y directamente con las comunidades.

Celina comenta que una de las principales acciones que sigue realizando la organización es el reclutamiento de voluntarios para los programas escolares, además de generar más esfuerzos con entidades privadas, con otras ONG, para movilizar voluntarios, además de recaudar fondos y trabajar con entidades públicas y privadas así como continuar con aliados como Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID) y el Banco Interamericano de Desarrollo (BID).

“Glasswing ha evolucionado, más que por los fundadores, por el equipo de trabajo que ha sido increíble y lo sigue siendo, y yo lo que tengo siempre es esa inquietud de poder hacer más, pero también de asegurar que lo que estamos haciendo tiene el impacto que queremos, creo que la intensión de querer hacer el bien siempre está, pero también somos constructivos y autocríticos de que lo que nos proponemos lo estamos haciendo, y el equipo de trabajo nos autoevaluamos y siento que estoy en representación de un equipo de expertos con un nivel grande de compromiso”, expresa la cofundadora de Glasswing.

En cuanto el proyecto del Castillo Venturoso Celina comenta que es ejecutado en coordinación con el Ministerio de Cultura, debido a que es un patrimonio cultural, y están tramitando todos los permisos para poder desarrollarlo.

Este será un espacio donde las personas podrán ir a leer, los niños tendrán un sitio para el juego, el cual está apoyado con otras organizaciones como Fundación Raíces y el Museo de Arte Popular.

Dicho proyecto esperan poder iniciar el próximo año.


Una obra social junto con la familia

Celina de Sola conoció a su esposo Ken Baker en Estados Unidos, un norteamericano que decidió vivir en El Salvador con su esposa y fundar una organización donde han puesto en práctica lo aprendido en su trabajo social realizado en diferentes países del mundo.

La cofundadora de Glasswing es la hermana menor de tres hijos, y sus hermanos son Diego y Lucía. Su hermano es otros de los fundadores de la organización, un empresario salvadoreño con un alto sentido social.

Celina es madre de Nicolás, de nueve años, que desde pequeño ha compartido la obra social de sus padres, y el menor sigue los pasos en la organización a la cual ve como parte de su vida; es un niño imaginativo, bondadoso, amoroso, creativo y sensible, describe De Sola.

La benefactora comenta que difícilmente puede separar su vida personal del trabajo, porque lo ve como un compromiso de vida para mejorar su entorno.


Beneficios de los programas de Glasswing

El voluntariado es fundamental en el trabajo que desarrolla la fundación en sus diferentes clubes

Glasswing International beneficia a la población del país y la región con programas enfocados en Salud, Educación y Empleabilidad, y Emprendimiento.

En Salud, la organización trabaja en clínicas, hospitales y comunidades con el objetivo de mejorar la calidad de la atención médica.

El Club de Niñas es otro programa de Glasswing que está enfocado al cambio de paradigmas de género, a la construcción de la confianza de las niñas y mujeres jóvenes.

También proporcionan educación integral en salud reproductiva, además de asociarse con empresas locales, gobierno y comunidades para mejorar la calidad de la nutrición de los niños y de las embarazadas y madres, entre otros servicios de salud en comunidades rurales.

Dentro de su trabajo la organización brinda capacitaciones a profesionales de la salud y socorristas en el tema de soporte vital básico y avanzado, así como en cuidado al trauma informado.

Sanando Heridas es otro de los programas de Glasswing que está enfocado en prevención de violencia , el cual implementan en los hospitales y está dirigido a romper el ciclo de violencia mediante la educación de los sobrevivientes de hechos violentos.

Educación a niños y jóvenes

Glasswing desarrolla programas extracurriculares donde los estudiantes pueden asistir a clubes como Glee, Debate, Inglés, Ciencias, Discovery, Deportes, Tecnología, Carpintería y Comunicaciones, que son un complemento a la jornada en las escuelas públicas, el cual brinda a los niños y jóvenes un aprendizaje adicional, enriquece sus capacidades y da recreación.

Escuelas Comunitarias es un programa donde 20,000 estudiantes los que están inscritos en más de 1,000 programas extracurriculares. Este se realiza en seis países donde los estudiantes son guiados por mentores que ayudan a desarrollar habilidades básicas para la vida.

Los voluntarios de la organización son un modelo positivo para los alumnos de los clubes, quienes donan su tiempo y conocimiento.

Otro de los beneficios que realiza Glasswing es la mejora de la infraestructura de las escuelas, donde ha ayudado a 550 centros escolares públicos en Centroamérica, donde se involucran las familias, los docentes y los estudiantes.

En el tema de empleabilidad, la organización ayuda a las personas a través de los programas Jóvenes Constructores, Mujeres con Futuro y Jóvenes Emprendedores Sociales para aumentar la autoconfianza, y que se reintegren al sistema escolar, además de participar en proyectos de servicio comunitario y adquirir habilidades para acceder a trabajos con salarios dignos, además de recibir apoyo socioemocional.