El Salvador está en riesgo de perder su categoría 1 en seguridad aérea si no cumple con una serie de recomendaciones hechas por la Administración Federal de Aviación de Estados Unidos (FAA, por sus siglas en inglés), según corroboró El Diario de Hoy.
La FAA estadounidense es el equivalente a la Autoridad de Aviación Civil (AAC) salvadoreña y, en palabras simples, tiene entre sus objetivos asegurar que los países desde los cuales recibe aeronaves cumplen con los requerimientos de la Organización de Aviación Civil Internacional (OACI), la agencia de la Organización de las Naciones Unidas creada en 1944 por el Convenio sobre Aviación Civil Internacional para estudiar los problemas de la aviación civil internacional y promover los reglamentos y normas únicos en la aeronáutica mundial.
La OACI agregó una serie de anexos a dicho Convenio que recogen prácticamente todos los aspectos del transporte aéreo y tratan sobre cuestiones técnicas fundamentales para su normalización y regulación. Si bien algunos tienen carácter de norma y son los mínimos de obligado cumplimiento para todos los estados firmantes, otros se articulan como recomendaciones aceptables en mayor o menor medida por los países.
Según pudo constatar El Diario de Hoy en el Acta 196/019 del Consejo Directivo de Aviación Civil, con fecha del 6 de septiembre de este año, el equipo de la FAA visitó el país entre el 26 y el 30 de agosto con el “objetivo único” de hacer una evaluación relacionada a la categoría del país.
De acuerdo con una fuente relacionada al sector, que por su seguridad pidió el anonimato, el organismo tenía planeado que el personal de la FAA vendría a verificar el Anexo 1 (relativo a “Licencias al personal”, donde se define la expedición de las licencias de personal de vuelo, control aéreo y mantenimiento de aeronaves), el Anexo 6 (sobre la “Operación de aeronaves” donde se establecen los límites mínimos obligados de seguridad de los vuelos de transporte aéreo comercial internacional, aviación general internacional y operaciones internacionales de aviones y helicópteros) y el Anexo 8 (relacionado a la “Aeronavegabilidad” en el que se expone las normas para la certificación e inspección de las aeronaves).
No obstante, indicó la fuente, el reporte escrito final enviado a la AAC salvadoreña, fechado el 19 de noviembre pasado, advierte más observaciones que las planificadas en el protocolo y detalla, en resumen, que El Salvador tiene la categoría de “no cumplimiento” en los 8 puntos críticos de la revisión.
El acta mencionada anteriormente aclara que este tipo de evaluaciones de la FAA tiene una modalidad de “cumple” o “no cumple”. Cada elemento evaluado consta de varias preguntas y basta una sola respuesta “no favorable” para determinar que todo el punto crítico no cumple con lo requerido.
Las observaciones
El mayor número de “no conformidades” se recibieron en el elemento de capacitación del personal, indica el acta referida. Además, desde ese momento, aseguraba que “el equipo técnico de la AAC se encuentra ya en proceso de dar cumplimiento a las observaciones recibidas; sin embargo, los puntos relacionados con las capacitaciones del personal se torna más difícil debido a la inversión económica y tiempo que las mismas requieren”.
En el acta del Consejo Directivo se detalla que la FAA manifestó que “el personal técnico es insuficiente para dar cobertura a los requerimientos de la industria y que es muy difícil encontrar personal habilitado para dichas funciones”.
De acuerdo con su propia información, la fuente detalló que el equipo técnico de la FAA observó casos puntuales, por ejemplo, que los investigadores de incidentes de la AAC tienen poco entrenamiento práctico y no saben cómo hacer un reporte formal. Además, que los inspectores no cuentan con manuales estandarizados o guías para otorgar licencias; y tampoco hay registro de la capacitación y entrenamiento de los supervisores técnicos.
El exdirector ejecutivo de la AAC y actual presidente del Consejo Directivo de la institución, Jorge Puquirre, confirmó a El Diario de Hoy que la FAA viene al país “a ver si nosotros como autoridad vigilamos a las líneas aéreas adecuadamente”.
Aunque reconoció que la entidad estadounidense le ha hecho observaciones a El Salvador, el funcionario aseguró que estas no son graves y que no atentan contra el grado de seguridad aeronáutica del país.
“No hay observaciones críticas. Hay observaciones, ellos siempre sacan… porque es una auditoría, siempre sacan una serie de observaciones que hay que cumplir, más que todo son recomendaciones. No es que atente con la seguridad. Lo que hace que un país pueda bajar de categoría es que existan hallazgos que atenten contra la seguridad aérea”, señaló Puquirre.
El representante insistió en que la tarea de la institución es vigilar todo el sistema aeronáutico, tanto las infraestructuras de los aeropuertos, las aerolíneas como operadores y todo el personal involucrado como pilotos, sobrecargos y mecánicos.
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Ahora bien, pese a que no son autoridad para la AAC salvadoreña, el titular admitió que “lo que ellos pueden hacer es restringir el acceso de las aerolíneas a Estados Unidos”, por supuesto de las que viajan desde El Salvador.
Aunque sus recomendaciones no tienen carácter vinculante, es decir que la Administración estadounidense no está en un peldaño más alto que la autoridad local y que por ende El Salvador tiene la libertad de aceptarlas o no; la fuente que compartió la información con este periódico insistió en que estas sugerencias deben ser tomadas con seriedad porque podrían derivar en consecuencias económicas y técnicas para el país.
Bajar la categoría en seguridad aeronáutica a un nivel 2 podría, por ejemplo, limitar nuevas inversiones de las aerolíneas que vuelan hacia Estados Unidos. Las empresas no podrían aumentar el número de frecuencias o aviones con los que operan y con ello, sin poder cubrir los costos, también existe el riesgo de generar desempleo.
La degradación además develaría que El Salvador incumple los estándares internacionales de seguridad aérea y evidentemente dañaría la imagen país.
Incluso habrían consecuencias que van más allá de estos factores. Y es que, considerando que los talleres de mantenimiento de aeronaves salvadoreños gozan de prestigio internacional, una degradación de categoría en seguridad aérea como esta podría ser un argumento para que otros países desincentivaran a las aerolíneas a mandar a reparar sus aviones en El Salvador.
A manera de ejemplo reciente en la región, en mayo de este año la FAA degradó a Costa Rica y en la publicación oficial subrayó que el país centroamericano “carece de leyes o regulaciones requeridas para la supervisión de las compañías aéreas “de acuerdo con los estándares internacionales mínimos” o que la autoridad de aviación civil “es deficiente en una o más áreas, tales como experiencia técnica, capacitación personal, mantenimiento de registros o procedimientos de inspección”.
Ante la rebaja en la categoría, Volaris Costa Rica confirmó el pasado 13 de noviembre que frenaría sus planes de expansión en el país, indica el medio tico crhoy.com.