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Jasmín riega parte de las plantas que reproduce en su vivero, donde combina frutales y especies ornamentales.

Jasmín Moreno: la joven que convirtió una necesidad comunitaria en dos negocios rurales sostenibles

A partir de una necesidad en su comunidad, Jasmín Moreno creó un vivero y una granja avícola que hoy fortalecen la economía local y abren oportunidades en Olomega.

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Por elsalvador.com
Publicado el 26 de noviembre de 2025

 

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Jasmín Noemí Moreno, joven de 23 años del cantón Olomega, transformó una necesidad local en dos emprendimientos sostenibles. Al notar que su comunidad debía viajar para comprar plantas, creó el Vivero El Coco en 2023, apoyado luego con capital semilla. Su iniciativa creció y la llevó también a desarrollar una granja de pollos, ampliada gracias a un fondo no reembolsable del BCIE. Hoy produce plantas y cría 200 aves que venderá en diciembre, demostrando cómo la observación, la formación y el apoyo institucional pueden impulsar negocios rurales exitosos.

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Identificar una necesidad dentro de su propia comunidad fue el punto de partida para que Jasmín Noemí Moreno, una joven de 23 años del cantón Olomega, distrito El Carmen, en La Unión Sur, transformara una inquietud personal en un emprendimiento que hoy empieza a generar frutos.

Egresada de la carrera de Medicina Veterinaria, Jasmín detectó que en su zona la compra de plantas era un proceso complicado: los habitantes debían viajar hasta San Miguel u otros municipios de la zona oriental para adquirir desde frutales hasta simples ornamentales. Ese vacío en la oferta local la llevó a imaginar una solución cercana y accesible, y con determinación la convirtió en un pequeño negocio.

Pollos en crecimiento dentro de la granja avícola que Jasmín está ampliando con fondos no reembolsables del BCIE.
Pollos en crecimiento dentro de la granja avícola que Jasmín está ampliando con fondos no reembolsables del BCIE. / Fotos de Insy Mendoza.

Mi papá era administrador de fincas donde había árboles, y cuando las personas llegaban a buscarle frutas, siempre le preguntaban si tenía alguna plantita de coco. A partir de ahí surgió la idea”, recuerda Jasmín. Ese hábito cotidiano, sumado a los conocimientos que recibió durante su formación académica, especialmente en materias como educación ambiental y reproducción de plantas, le permitieron visualizar que el cultivo y comercialización de plantines no solo era posible, sino viable dentro de su comunidad.

El nacimiento de Vivero El Coco

Con ese impulso, en 2023 sembró su primera planta de coco. Ese pequeño inicio inspiró el nombre de su emprendimiento: Vivero El Coco. En un inicio, el negocio estaba ubicado dentro del cantón Olomega, un espacio que resultaba seguro, pero con poca visibilidad para atraer clientes externos.

Sin embargo, la emprendedora no tardó en comprender que para crecer debía ubicarse en un punto más estratégico. Por ello, recientemente trasladó el vivero hacia un sector a orillas de la carretera Panamericana, en la ruta que conduce de La Unión hacia San Miguel, cerca del desvío de Anchico. Esta relocalización le ha permitido llegar a compradores en tránsito y aumentar la exposición de su oferta.

En la actualidad, el vivero cuenta con alrededor de 200 plantas entre frutales y ornamentales. Algunas son producidas por ella misma, aplicando técnicas de germinación y reproducción que aprendió en sus estudios; otras son adquiridas por medio de proveedores de confianza. Con esta combinación, Jasmín busca garantizar variedad y calidad a quienes la visitan.

La emprendedora sostiene una planta lista para la venta en Vivero El Coco, negocio que inició en 2023.
La emprendedora sostiene una planta lista para la venta en Vivero El Coco, negocio que inició en 2023. / Fotos elsalvador.com, de Insy Mendoza

Capital semilla y oportunidades que abren caminos

El despegue de su proyecto no habría sido igual sin el apoyo de programas que buscan fortalecer el emprendimiento juvenil. En 2023, Jasmín participó en un concurso organizado por las ONG ASAPROSAR y Ayuda en Acción El Salvador, enfocado en brindar capital semilla a mujeres y jóvenes.

El programa, denominado “Se buscan lideresas de cambio”, estaba dirigido en principio a comunidades de la zona costera; sin embargo, Jasmín decidió arriesgarse a pesar de no pertenecer a esa franja geográfica. “Para ese tiempo ya tenía unas 100 plantitas de coco y presenté mi idea de negocio ante un jurado. Me aprobaron el emprendimiento”, relata.

Con los $1,000 obtenidos, pudo invertir en herramientas esenciales: un tanque para captar agua, mangueras y equipo básico para mejorar las condiciones del vivero. Esta inversión inicial sentó las bases para profesionalizar su producción y atender una demanda creciente.

Jasmín Moreno cuida una de las plantas ornamentales que cultiva en su vivero, ubicado en el cantón Olomega, La Unión.
Jasmín Moreno cuida una de las plantas ornamentales que cultiva en su vivero, ubicado en el cantón Olomega, La Unión. / Fotos elsalvador.com, de Insy Mendoza

Un segundo emprendimiento: la visión más allá del vivero

Aunque el vivero ha sido un proyecto exitoso, Jasmín tenía claro que sus habilidades y formación en Medicina Veterinaria podían llevarla más lejos. Fue así como decidió apostar por un segundo negocio: la crianza y engorde de pollos.

Este año aplicó a un programa financiado por el Banco Interamericano de Desarrollo (BCIE), orientado a fortalecer proyectos productivos. Su propuesta fue seleccionada, otorgándole un capital no reembolsable de $10,000, fondos que destinará exclusivamente a ampliar su pequeña granja. El plan incluye mejorar y agrandar el corral, además de adquirir una máquina desplumadora para procesar aves, lo que le permitirá ofrecer un producto listo para la venta durante la temporada alta de diciembre.

“Tengo 200 pollos que estarán listos para vender en la época navideña; los ofreceré al gusto del cliente: lavado, horneado o vivo”, explica con entusiasmo. Además del apoyo económico, Jasmín está recibiendo formación en mercadeo, un campo que considera complementario para posicionar su marca y llegar a nuevos mercados.

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Un modelo de emprendimiento basado en la observación y la necesidad

La historia de Jasmín Moreno es un ejemplo de cómo una necesidad local, combinada con conocimiento técnico y apoyo institucional, puede transformarse en oportunidades económicas reales. Con apenas 23 años, la joven emprendedora ha logrado abrir dos negocios sostenibles, ambos vinculados con su vocación y con el entorno rural del que proviene.

Hoy, Vivero El Coco y su granja de pollos representan no solo una fuente de ingresos, sino también una muestra de liderazgo femenino y juventud emprendedora en zonas rurales de El Salvador. Su visión demuestra que el emprendimiento no siempre nace desde grandes inversiones, sino desde la observación de lo que hace falta en la comunidad, la creatividad para resolverlo y el valor de dar el primer paso.

  • Nota elaborada con reportes de El Diario de Hoy

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