La inspiradora historia de Janyce Mejía y sus peculiares fresas con chocolate
Janyce Mejía es una madre salvadoreña que transformó la crisis en oportunidad y levantó “Qué Bonito”, un emprendimiento reconocido por sus peculiares fresas con chocolate y detalles personalizados.
Por
Leidy Puente
Publicado el 22 de noviembre de 2025
Durante la pandemia de 2020, Janyce Mejía perdió su negocio de zapatos y comenzó a preparar postres desde casa. Sin experiencia previa, aprendió chocolatería desde cero y pronto sus fresas con chocolate se hicieron virales, convirtiéndose en el distintivo de su marca “Qué Bonito”. Con el tiempo incorporó globos, flores y arreglos personalizados para toda ocasión. Hoy trabaja con un pequeño equipo, inicia sus días seleccionando fresas en La Tiendona y mantiene una disciplina que refleja los desafíos de las emprendedoras salvadoreñas. Su crecimiento incluye la compra de un microbús y el sueño de abrir una tienda física.
En 2020, cuando el país entró en cuarentena por Covid-19 y miles de salvadoreños perdieron su fuente de ingresos, Janyce Mejía fue una de las tantas afectadas.
Su venta de zapatos quedó encerrada en el Centro Histórico de San Salvador. Con cuentas por pagar y sin forma de vender su mercancía, la incertidumbre se volvió parte de su rutina.
“No podía quedarme de brazos cruzados”, recuerda. Fue entonces cuando tomó una decisión que cambiaría su vida: empezar a preparar postres para vender.
Desde su casa en San Marcos, con un horno tostador como su única herramienta, comenzó a hornear para su familia, amigos y vecinos, sin saber que esa improvisación sería el inicio de algo mucho más grande.
Las recomendaciones crecieron, abrió una página en redes sociales y, poco a poco, la demanda empezó a transformarse. Pero el giro verdadero llegó cuando los clientes iniciaron a pedir agregar globos a los postres… y luego otros fresas con chocolate. Ahí nació el producto que definiría su marca.

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Las fresas con chocolate fueron un antes y un después. Clientes que antes pedían postres comenzaron a solicitar fresas personalizadas; luego fresas con flores, fresas en cajitas y después fresas al estilo Flork, un diseño tierno y humorístico que se volvió su especialidad.
“Las fresas se volvieron virales. La gente las pedía más que cualquier otra cosa”, cuenta.
Pero llegar ahí no fue fácil. Janyce no era fan del chocolate y menos experta en trabajarlo. Aprendió desde YouTube, quemó chocolate varias veces, regó mezclas, falló y volvió a intentarlo.
Más adelante invirtió en cursos de chocolatería, globoflexia y flores para dominar lo que ya se había convertido en su camino.

Hoy, a sus 34 años de edad, sus peculiares fresas con chocolate son reconocidas por su creatividad. Cada detalle —colores, diseños, personajes, frases— se personaliza según los gustos del cliente. Y es ahí donde reside la esencia del negocio.
Además de las fresas con chocolate, “Qué Bonito” se caracteriza por crear detalles completamente personalizados para cualquier ocasión: cumpleaños, aniversarios, graduaciones, reconciliaciones, pedidas de mano, despedidas, maternidades y celebraciones especiales.
Cada arreglo se adapta a la temática que el cliente necesita, ya sea con globos, flores, frases, personajes o cajas hechas a medida. Esa versatilidad ha permitido que su tienda en línea se convierta en una opción confiable para quienes buscan regalar algo único y con significado.
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La rutina detrás de cada detalle
Su proceso inicia de madrugada en el mercado La Tiendona, donde selecciona las mejores fresas del día. De vuelta en su casa, su equipo toma posiciones: Amanda, experta en fresas; Jeimy, encargada de globos; Woody, repartidor y apoyo logístico; y Janyce, flores, acabados y supervisión final.
“Hagamos todo con el corazón”, repite a diario. Esa frase sostiene a su negocio. Y no es solo una idea bonita, habla de cómo enfrentan jornadas altas, de cómo se apoyan cuando un pedido exige más tiempo y de cómo se levantan cuando surgen imprevistos.

Janyce recuerda un 14 de febrero en el que, tras un accidente del repartidor, casi todos los pedidos tuvieron que reenviarse en el mismo día.
“Fue durísimo, pero lo logramos juntas”, apunta. “Ese día lloramos, pero también mostramos de qué estábamos hechas”, expresa.
Emprendimiento femenino salvadoreño
El esfuerzo de Janyce no ocurre en el vacío. Según el Informe MYPE 2025, las empresarias salvadoreñas enfrentan una carga desproporcionada de trabajo no remunerado, dedican en promedio cinco horas diarias a tareas domésticas y de cuidado, lo cual reduce su tiempo disponible para hacer crecer sus negocios.
En este contexto, la disciplina con la que Janyce organiza su tienda en línea y su maternidad refleja no solo su propia resiliencia, sino también los retos estructurales que viven miles de mujeres en el país.

Hay entregas que se olvidan y otras que se quedan para siempre. Para Janyce, el pedido más memorable fue el arreglo para una sobreviviente de cáncer. “Ese arreglo lo hicimos con todo el amor del mundo. Saber que nuestras fresas acompañaban ese momento lo hizo muy especial”.
¿El más difícil? Un globo con flores al centro que exigió precisión, equilibrio y varios intentos. “Nos dio batalla, pero salió precioso”, destaca.
En fechas altas, como San Valentín o Día de la Madre, producen más de 100 arreglos, todos con fresas como protagonistas.

El crecimiento del negocio
Con el crecimiento del negocio, el sedán familiar dejó de ser suficiente. Los globos ya no cabían y los arreglos corrían riesgo de dañarse. Hace dos años, con muchísimo esfuerzo, Janyce logró comprar un microbús para garantizar entregas seguras y ampliar su cobertura.
Hoy, el vehículo es parte esencial del negocio y permite que cada detalle llegue intacto a San Salvador, Santa Tecla y zonas donde los clientes están dispuestos a pagar envío. Entre sus clientes recientes destacan creadores de contenido como Supremo de La Casa de Yeik.
Cuando el negocio comenzó a tomar forma y llegó el momento del rebranding, la decisión fue natural. La frase que más escuchaba cada vez que alguien recibía un detalle era: “¡Qué bonito!”. Fácil de recordar, emocional y coherente con lo que buscan transmitir. Así se llamó su marca, antes conocida como "La Casa de los Postres".

Ahora sueña con tener una tienda física donde los clientes puedan ver el proceso, elegir detalles y vivir la experiencia completa. Mientras tanto, sigue construyendo desde su casa en San Marcos.
Cuando le preguntan qué quiere que sienta la gente al recibir un detalle, Janyce lo resume así: “Quiero que sientan que alguien pensó en ellos. Que el regalo hable por la persona. Que sientan amor, cuidado, sorpresa. Que se sientan especiales al abrir la caja”, enfatiza.
De esta manera, lo que comenzó por necesidad se convirtió en propósito. “Qué Bonito” no solo vende fresas con chocolate, vende sentimientos envueltos en creatividad.

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