El Salvador rompe récord en remesas con un crecimiento del 17.9% en 2025
El Salvador recibió US$10.001 millones en remesas en 2025. Este flujo récord impulsa el consumo y mejora la vida de miles de hogares.
Por
Evelyn Alas
Publicado el 29 de noviembre de 2025
En 2025, El Salvador alcanzó un nuevo récord en recepción de remesas con $10.001 millones, marcando un crecimiento del 17,9% respecto al año anterior. Este flujo, proveniente en su mayoría de Estados Unidos, ha sido clave para sostener el consumo, reducir la pobreza y fortalecer la economía nacional. Gracias a las remesas, más del 6% de la población mejoró su nivel de vida y el 27,3% del PIB depende de estos ingresos. Sin embargo, el reto es convertir estos fondos en inversión y oportunidades sostenibles, especialmente para los hogares más vulnerables que aún no acceden a estos recursos.
En 2025, El Salvador se consolidó como uno de los países con mayor crecimiento en remesas de toda América Latina y el Caribe. Con un incremento estimado del 17.9%, el país recibió cerca de $10.001 millones, impulsado principalmente por el esfuerzo adicional de la diáspora salvadoreña en Estados Unidos. Este flujo de recursos, vital para la economía nacional, no solo ayuda a sostener el consumo de miles de hogares, sino que también representa una oportunidad concreta para mejorar condiciones de vida y planificar un futuro financiero más estable.
Según el informe del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), la región centroamericana lideró el crecimiento de remesas en 2025, con una tasa promedio del 20.4%. El Salvador se ubicó entre los países con mayor dinamismo junto a Honduras, Guatemala y Nicaragua. Esta tendencia se explica por el aumento de horas trabajadas por migrantes y el uso de ahorros para realizar envíos extraordinarios, ante la incertidumbre económica global y los cambios en la política migratoria en Estados Unidos.
Más del 95% de las remesas que llegan a El Salvador provienen de ese país norteamericano, lo que refleja una alta dependencia geográfica. A pesar de ello, la resiliencia de los flujos ha sido notable. Por ejemplo, entre abril y julio de 2025, las mujeres centroamericanas en EE. UU. aumentaron su participación en trabajos de tiempo parcial en un 11.8%, y los hombres un 36.7%, lo que muestra el esfuerzo familiar por mantener el envío de fondos.

Un factor clave que destaca el informe es el impacto social de las remesas en El Salvador. Gracias a estos recursos, el 6.6% de la población mejoró su condición de pobreza. En concreto, el 2.1% pasó de pobreza extrema a pobreza relativa y el 3.1% dejó de estar en situación de pobreza, alcanzando un nivel de ingreso que les permite cubrir mejor sus necesidades básicas. Este fenómeno se explica porque, si bien las remesas no siempre llegan a los hogares más pobres, para quienes las reciben sí marcan una diferencia significativa.
El 70.8% de los hogares receptores de remesas en El Salvador dejaron de ser considerados pobres, mientras que solo el 20.3% continúa en situación de pobreza relativa y un 8.9% en pobreza extrema. Sin embargo, se debe aclarar que el grueso de los envíos se concentra en hogares que ya no son pobres: más del 90% del total de remesas recibidas va a hogares fuera de la pobreza. Esto plantea un desafío de inclusión: las familias en pobreza extrema, que muchas veces no tienen parientes en el exterior, siguen quedando rezagadas.
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Desde una perspectiva macroeconómica, las remesas en El Salvador representaron en 2025 el 27.3% del Producto Interno Bruto (PIB), uno de los porcentajes más altos de la región y comparable con países como Honduras (30.4%) y Nicaragua (30%). Este dato revela cuán central es este ingreso para la estabilidad económica del país, especialmente en zonas rurales donde la actividad económica es limitada.
Además de su impacto en el consumo, las remesas ofrecen oportunidades que van más allá del gasto diario. Invertir una parte de estos ingresos en educación, pequeños negocios o ahorro programado podría ser una estrategia para romper ciclos de dependencia y construir resiliencia económica a nivel familiar. Por ejemplo, bancos locales y cooperativas ofrecen cuentas de ahorro y créditos productivos pensados para hogares que reciben remesas, con condiciones adaptadas a sus ingresos.
También existen plataformas digitales que permiten enviar remesas con menores comisiones, como Remitly, WorldRemit o la misma billetera Chivo. Optar por estas opciones puede significar un mayor porcentaje del dinero efectivamente recibido por las familias. A la vez, es fundamental fomentar la educación financiera entre las jefas de hogar, ya que en la mayoría de los casos son mujeres las que administran estos fondos.
Para la diáspora, el desafío es doble: mantener el compromiso con sus familias en El Salvador y, al mismo tiempo, buscar formas más sostenibles de apoyo. Iniciativas como las cajas de ahorro comunitarias, fondos de inversión desde la diáspora o alianzas con ONGs locales pueden canalizar recursos hacia proyectos productivos que generen empleo local y reduzcan la dependencia del envío mensual.
En conclusión, las remesas continúan siendo un motor clave para la economía salvadoreña. Su crecimiento en 2025 es una señal clara del compromiso de la diáspora y de la capacidad de adaptación de las familias receptoras. Sin embargo, este ciclo también plantea el reto de transformar el ingreso en oportunidades sostenibles. Con educación financiera, acceso a servicios bancarios y mayor equidad en la recepción de estos fondos, El Salvador podría convertir las remesas en una palanca para el desarrollo integral del país.
TAGS: Remesas familiares
CATEGORIA: Dinero y negocios | Entorno económico
