¿Cómo está El Salvador frente al desempleo comparado con Centroamérica?
El Salvador cerró 2024 con una tasa de desempleo del 5.2 %, colocándose por debajo del promedio regional. Sin embargo, el gran reto sigue siendo la informalidad laboral, que afecta a casi 7 de cada 10 trabajadores en el país.
Por
Evelyn Alas
Publicado el 19 de agosto de 2025
El Salvador cerró 2024 con un desempleo de 5.2 %, menor al promedio regional, pero enfrenta un gran desafío: la informalidad, que afecta al 69 % de los trabajadores sin acceso a seguridad social ni estabilidad. Aunque países como Guatemala (1.7 %) y Nicaragua (2 %) tienen menor desempleo, comparten altos niveles de informalidad. La falta de educación agrava el problema: 9 % de la población es analfabeta y solo 15.7 % accede a educación técnica o universitaria. Para emprendedores e inversionistas, la oportunidad está en generar empleo formal, clave para dinamizar la economía, reducir migración y mejorar la sostenibilidad.
En los últimos años, El Salvador ha experimentado una notable reducción de la tasa de desempleo, alcanzando durante 2024 posiblemente el nivel más bajo en décadas (2.84 %), aunque luego cerró el año en una tasa de 5.2%. No obstante, esto contrasta con una economía con alta informalidad, lo que sugiere que muchos trabajos generan condiciones precarias. Las previsiones del Fondo Monetario Internacional (FMI) apuntan a que la tasa se estabilizará alrededor del 5 a 6 % en 2025-2026.
Aunque pareciera una buena noticia que la tasa de desempleo en El Salvador sea baja, eso no significa que haya suficientes trabajos de calidad. De hecho, según datos de la Encuesta de Hogares y Propósitos Múltiples (EHPM) del Banco Central de Reserva (BCR), más del 69% de quienes trabajan lo hacen en el sector informal, sin acceso a seguro social, prestaciones ni estabilidad.

Es decir, tienen empleo, pero no las condiciones necesarias para salir adelante de manera sostenible.
Esto representa un reto grande para quienes están emprendiendo o buscando nuevas oportunidades, ya que entrar al mercado formal implica más barreras de las que debería.
¿Y el resto de Centroamérica?
El estudio regional más reciente de la Federación de Cámaras de Comercio del Istmo Centroamericano (FECAMCO) reveló que la tasa de desempleo en Centroamérica ronda entre el 1.7 % y el 7.8 %, dependiendo del país.
Por ejemplo:
- Guatemala tiene una de las tasas más bajas, con apenas el 1.7 %.
- Nicaragua también reporta un desempleo muy bajo, cerca del 2 %.
- El Salvador proyecta a largo plazo una tasa 5.8% para 2025.
- Honduras y Panamá están entre los más altos, con 7.4 %.
- Costa Rica es quien tiene el porcentaje más elevado: 7.8 %.

A pesar de estas diferencias, hay un punto en común: en todos estos países, la mayoría de personas trabajan en el sector informal.
¿Qué significa esto para vos como emprendedor o inversionista?
Comparado con el promedio de América Latina y el Caribe (que ronda el 6.5 %), El Salvador está un poco mejor posicionado en cuanto a desempleo, pero sigue enfrentando una realidad compleja: la falta de empleo digno.
Si estás pensando en emprender o invertir, vale la pena ponerle atención a sectores donde se pueda generar empleo formal. Eso no solo mejora la economía del país, sino que también ofrece más estabilidad a los trabajadores y ayuda a reducir la migración.
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¿Y entonces?
El Salvador tiene una buena oportunidad si se enfoca en crear condiciones que formalicen más empleo. Hay talento, hay capacidad, y si se logran atraer inversiones a sectores clave, el país puede dar un salto importante en su desarrollo.

Educación: otra barrera estructural para el empleo
En materia educativa, por ejemplo, 9 de cada 100 personas no sabe leer ni escribir, según datos oficiales. Esta situación es más frecuente en la zona rural, donde 15 de cada 100 es analfabeta. Aunque la mayoría de la población tiene acceso a la educación básica, una cuarta parte de los niños y niñas entre 4 y 6 años no tiene acceso a la educación parvularia.
Además, el acceso a la educación técnica o universitaria parece ser un privilegio más que un derecho, dado que solo el 15.7% de la población en edad de cursar estos niveles de estudio realmente lo hace.
Este rezago educativo limita aún más la posibilidad de acceder a empleos formales, bien remunerados y sostenibles, lo que refuerza el círculo de informalidad y desigualdad que enfrenta el país.
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