Si bien jugar bajo la lluvia contra Panamá es una de las mejores cábalas posibles del fútbol salvadoreño, pronto el detalle perdió la gracia al ver la cancha del Cuscatlán empozada y muy poca afición en los graderíos del Coloso de Montserrat.
Desde las 4:00 p.m. comenzó a caer el agua al sur de la capital. Mucha gente que llegó temprano al estadio, en parte para tomarse su tiempo de verificar sus requisitos de bioseguridad, tuvo que soportar por varios minutos ese aguacero.
Algunos hinchas se reconfortaron al ver llegar el autobús de la Selecta, tras haber chiflado al de los panameños.
Había uno que otro aficionado canaleros, que apiñados y en el escándalo tan característico de su cultura pusieron un toque de alegría en medio de la incertidumbre que dejaba la lluvia.
Sol general estaba desolado y apenas se pobló hasta una séptima parte.
La lluvia ahogó el entusiasmo, pero no acabó de matar el grito “consagrar” a la hora de cantar el Himno Nacional, que no dejó de conmover a los salvadoreños dentro y fuera del país.