Todo mundo es libre de emocionarse con la Selecta (yo también lo hago) pero la realidad mostrada ante Guatemala refleja que las cosas no cambian de la noche a la mañana por traer a un técnico mundialista. Nos falta fútbol, sí, todo mundo lo sabe, pero también nos falta estructura, una que sostenga un proyecto a largo plazo que permita realmente poder ir cambiando la situación del balompié.
En eso no ha trabajado ni la presente Comisión de Regularización, ni la anterior, ni las federaciones pasadas. Es estructural el problema, y aunque a Anguila se le gane, un golpe aún más duro de realidad se verá contra una Surinam que no es que juegue como Países Bajos, más allá que algunos de sus jugadores militan en ese país en la Primera y Segunda División, o independientemente de que 23 de los 26 convocados trabajan en Europa, dos más en Surinam y otro en Jamaica.
No, el problema es el mismo de siempre, cambiar técnico a última hora y esperar que haga milagros con un fútbol que no nos alcanza porque el producto interno, es decir las ligas de Primera, Segunda y Tercera van cada vez más hacia atrás.
Equipos desaparecidos, falta de inversión sistemática en los formadores (entrenadores base), falta de estudios de actualización, mala alimentación, impagos o salarios tardíos, sin canchas adecuadas, jugando a horarios que no permiten un desarrollo óptimo, todo eso solo suma de manera negativa.
Después, la gente solo ve en la tele o el estadio a Darwin Cerén dar un mal pase y se le van en contra. Pero lo cierto es que él y muchos otros se dejan el "lomo" para dar lo mejor que tienen. El problema es que eso mejor que tienen los jugadores salvadoreños no alcanza porque no se ha trabajado de forma ordenada para ello. Los equipos siguen manteniendo reservas y equipo femenino (en Primera) solo porque es una obligación, sino, les apuesto que ni la mitad los tendrían.
Mientras sigamos viendo solo el árbol y no el bosque, mientras sigamos pensando en el próximo partido de la Selecta y no en los próximos 10, 20, 50 años del fútbol nacional y no se planifique para ello, muchas más veces vamos a seguir tropezando, llámese como se llame el rival.
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