De jugador y árbitro profesional, a vender pan francés y dulce en la pandemia

David Flores militó en Liga Mayor con Sonsonate y arbitró en la segunda División. Maestro de educación básica de profesión, solicita al gobierno un puesto fijo, que no tiene desde el 2014 que ejerce esta labor

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David Flores, futbolista, árbitro y maestro, ahora se gana la vida vendiendo pan dulce y francés ante la pandemia. / Foto Por Cortesía.

Por Franklin Ponce / Twitter: @FP11EDH

2020-06-13 10:00:58

David Flores está emocionado por la entrevista que concederá a Cancha para dar a conocer su historia. Es de tarde y el cielo está gris, con amenazas de lluvia, pero parece que será un buen día para él, porque la gente está llegando a comprar su producto: pan dulce, que tiene en un canasto sobre una motocicleta.

La platica se vuelve amena, solo interrumpida por los clientes que llegan a comprar desde una cora hasta un dólar de pan. Admite que está nervioso por la entrevista, lo que le trae recuerdos de su época de jugador cuando le tocaba atender a los medios.

Para Flores ha sido muy complicado en los últimos años pues, siendo profesor de educación básica, tuvo que dejar el fútbol, motivado por los problemas de pago que hay en los equipos.

David Flores (izq.) como jugador del Sonsonate, después de un partido frente al Alianza, en el estadio Cuscatlán.

También probó suerte como árbitro, pero el trabajo en las escuelas le consumió tiempo y ha tenido que hacer una pausa. Ahora, por la pandemia, le ha tocado rebuscarse con la venta de pan francés y dulce, pues se ha quedado sin trabajo.

David Flores recorrió las tres Ligas profesionales, siendo Sonsonate el equipo que le hizo realidad el sueño de jugar en Primera División, en el 2016, cuando eran liderados por el chileno Hector Jara.

“Todo futbolista sueña con jugar en la Primera División y a mi se me cumplió. Fue bonito estar en esa categoría. Regresaba de una dura lesión cuando el profe Jara me dio la oportunidad de volver al equipo; para mí, fue un sueño cumplido”, mencionó el ahora ex jugador, quien,  además de defender los colores cocoteros, también militó, en Segunda, con Leones de Occidente y 11 Municipal. Y en Tercera, con Espartano, Mario Calvo, Armenia y Racing.

Estos carteles lo acompañan, para hacer sentir su solicitud por un trabajo como profesor.

Como árbitro, contó: “un amigo me motivó a meterme en el arbitraje. Estuve dos años haciendo esa labor, pero la escuela me quitaba mucho tiempo y solicité un permiso a la asociación de árbitros para retirarme por un tiempo, pues se me hizo difícil asistir a las pruebas”.

Desde el 2014 trabaja como profesor, pero siempre cumpliendo interinatos: “de forma intermitentes, por meses o con horas clases, que tampoco no es tan buena la remuneración. Se saca algo, pero no lo suficiente”.

Por ello es que trata de solicitar el apoyo de las personas, para que su pedido llegue al Ministerio de Educación o hasta el mismo presidente Nayib Bukele para lograr un puesto fijo en alguna escuela. En su puesto, en la colonia Guadalupe de San Julián, Armenia, tiene pegados unos carteles para hacer sentir su solicitud.

“Espero que algunas personas puedan hablar con el director departamental, para que a través de él, llegue la noticia a la ministra de educación o al presidente para que se me brinde una oportunidad. De mí dependen tres personas: mi señora, mi hija y una hermana”, señala el ex defensor.

Flores, en su faceta de árbitro, tercero desde la izquierda, previo a un partido de Segunda División, junto con sus compañeros.

Pero mientras la oportunidad llega, David Flores se enfoca en el diario vivir, el cual está en la venta de pan. “Las necesidades que se me han presentaron por todo esto me llevaron a la venta de pan, por unos conocidos que tienen panadería. Gracias a Dios, uno en la zona es un poco conocido y carismático, por ello la gente compra. Llevo casi tres meses en esto, vendiendo el pan. Las ganancias aproximadamente son entre 8 o 9 dólares. Cuando va mal, son seis dólares. En las tardes, se gana hasta diez dólares”, explica.

Llegó a la colonia Guadalupe, que es una de las más grandes de la zona, por “recomendaciones de otros amigos, ya que decían que se habían quedado sin quien les vendiera el pan. Yo vivo como a dos kilómetros de esta colonia, entonces me vengo para este lugar, pero también ofreciendo el producto en mi recorrido hasta acá”, apunta y aclara que la moto se la han prestado, pero “soy el responsable de la gasolina y del mantenimiento, que si algo se le arruina tengo que repararlo, y por ello es importante también tener un ahorrito para salir con eso”, detalló Flores.

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