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Me colé en una fiesta

De algún modo se repite el fenómeno de Elvis Presley, a quien los ultra conservadores en Estados Unidos pretendían domesticar o incluso silenciar, por hallar inmoral un movimiento de caderas que enloquecía a chicas y chicos dispuestos a desprenderse del puritanismo dejándose llevar por un incipiente rock and roll.

Por Gina Montaner
Periodista

En 1982 Mecano cantaba: “Era mi oportunidad. Unos entran, otros van saliendo. Y entre el barullo, yo me cuelo dentro”. Era una estrofa de Me colé en una fiesta, uno de los numerosos temas que fueron éxitos rotundos para uno de los grupos más representativos de la música pop española. Algunos años han pasado desde entonces. Ana Torroja y los hermanos Nacho y José María Cano tomaron caminos distintos pero sus canciones aún resuenan porque en su día marcaron toda una época.


Como suele ocurrir en el panorama artístico, en ese momento y hasta el día de hoy Mecano ha contado con acérrimos seguidores, pero también con críticos que han tildado sus letras de blandas en medio de la sacudida musical que produjo lo que se conoce como La Movida en los albores de la democracia en España. Ciertamente sus canciones eran pegadizas y bailables, sin una aparente complejidad en una época de grandes cambios en el país tras la larga dictadura franquista.

Mecano todavía tiene eco y son muchos (al menos los que éramos jóvenes a principios de los Ochenta) los que sueñan con una más que improbable reunión del famoso trío, a modo de revival nostálgico de un tiempo y unos ritmos que ya resultan lejanos. Actualmente es el momento cumbre del reguetón con el trap, el hip hop y la música urbana. A veces por separado y otras todo mezclado en una gran batidora de cadencias diversas.


Si en los Ochenta Mecano arrasaba y llenaba estadios hasta la bandera, hoy músicos como Bad Bunny y Rosalía baten récords en conciertos en los que el público entra en el paroxismo cuando el boricua canta Titi me preguntó o la española se declara una Motomami, o sea, una mujer con poderío a la hora de crear. Benito Antonio Martínez Ocasio, el nombre de pila de la estrella boricua, no se limita a lanzar temas juguetones y aborda de frente los problemas que tiene Puerto Rico: desde la corrupción institucional a los apagones que desde antes del huracán María han dificultado las condiciones de vida en la isla.


En cuanto a la catalana Rosalía, una paya que se atrevió con la fusión flamenca antes de dar el salto a Estados Unidos en busca de otras fuentes, le planta cara a la corriente machista del reguetón latino y reivindica el liderazgo de las mujeres a la hora de componer y producir en una industria principalmente manejada por hombres. Tanto ella como Bad Bunny capitanean un grupo de jóvenes artistas latinos que seduce al mercado anglosajón y domina las plataformas con sus hits.


Otro común denominador de la española y el puertorriqueño es el de romper los esquemas de orientación o expresión sexual, algo que queda patente en algunas de sus letras, videoclips y hasta vestuario, tal y como ha demostrado Bad Bunny en la reciente portada de Bazaar con un traje blanco que bien podría ser el de una flamante novia. Ambos, como otros artistas en los últimos tiempos, igual besan a un chico que a una chica sobre el escenario. Toda una proclamación de libertad (los timoratos dirían aquello de “No es lo mismo libertad que libertinaje”) que choca contra el movimiento llamado anti Woke, que parece querer poner de nuevo en su sitio a hombres y mujeres que osan lucir distinto y cambiante pelaje en esta abierta guerra cultural que se libra política y socialmente.

De algún modo se repite el fenómeno de Elvis Presley (merece la pena ver en el cine el biopic de Baz Luhrmann), aquel joven Elvis que los ultra conservadores en Estados Unidos pretendían domesticar o incluso silenciar, por hallar inmoral un movimiento de caderas que enloquecía a chicas y chicos dispuestos a desprenderse del puritanismo dejándose llevar por un incipiente rock and roll sonoro y rebelde.


Hay quienes consideran que la música de Bad Bunny, Rosalía y otros artistas meritorios que actualmente despuntan es más que cuestionable en cuanto a calidad y relevancia. Lo cierto es que su indiscutible popularidad aplasta cualquier gesto de desdén por parte de los catequistas de turno y de los puristas del arte, que también son predicadores de otra moralina. Es el guateque en el que ahora se baila con entusiasmo. Tiene su encanto colarse en una fiesta aunque ya no sea la nuestra. [©FIRMAS PRESS]

Escritora y periodista/Twitter: ginamontaner

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