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¡Sólo el infinito no es finito!

Buena idea sería unirnos en la recuperación de la Tierra y los océanos en nuestros entornos, donde en la cruda realidad contrastan la modernidad de las criptomonedas con el atraso de los montones de basura por doquier, el tráfico caótico, los ríos y lagos polucionados y el descuido de nuestros ecosistemas.

Por Pedro Roque
Ingeniero

Aunque parezca una aseveración innecesaria, aplicada al universo y la Tierra, el universo es infinito y las distancias se calculan en años luz, pero la Tierra es finita y su superficie y volumen se miden con el sistema métrico decimal. Se sabe cuánto mide y cuánto cabe en su volumen y su superficie.  ¿Y qué y cuánto cabe, además de sus ecosistemas y los reinos, mineral, vegetal y animal? Cabemos los humanos, inteligentes a diferencia de los animales, que viven gracias a sus instintos, y en ese proceso desde hace millones de años, nacemos crecemos, nos multiplicamos y morimos.

Los humanos aplicamos la inteligencia para inventar, construir, innovar y destruir todo lo bueno y malo que consumimos para facilitar y mejorar nuestra calidad de vida y avanzando sobre este camino como efecto colateral, y sabiéndolo, hemos contaminado la Tierra, los océanos, la atmósfera y generado distorsiones en los ciclos climáticos. En los últimos trescientos años, 109.575 días, hemos construido y destruido más que en los muchos millones de días anteriores.

Pero también desde 1968 hay organizaciones que nos advierten de los riesgos para la Tierra y la humanidad si no aplicamos la inteligencia, “inteligentemente”, y seguimos destruyendo más que construyendo. 

En 1968 el Club de Roma, un grupo de científicos y políticos de varios países, preocupados por mejorar el futuro del mundo a largo plazo, encargó al ITM el informe “Los Límites de Crecimiento” publicado en 1972 (hace 50 años) en el que ya se advertía de los problemas colaterales del crecimiento, como la polución, el calentamiento global, el crecimiento poblacional, las emigraciones y las crisis que afrontamos. Hace 20 años el ex vicepresidente Al Gore movilizó al mundo y recibió el premio Nobel de la Paz por sus intervenciones, “Una verdad incomoda”,  sobre el cambio climático, sus causas y consecuencias para toda la Humanidad.

El 1972 la ONU celebró en Estocolmo su primer congreso mundial sobre el medio ambiente y en 1986 se firmaron los Acuerdos de Río en Brasil y establecieron el Día de la Tierra, el Día de los Océanos, el Día de los Ecosistemas y muchos otros días en que se realizan y proponen acciones para salvar a la Tierra y a la humanidad… En 1996 la ISO públicó la norma internacional ISO 14000 para la gestión medioambiental y el Foro Económico Mundial, que reúne a políticos, empresarios, líderes influyentes en Davos, también tratan el medio ambiente, las consecuencias del cambio climático y lo que se debe hacer para regenerar la Tierra.

Entonces, no es de esta semana la preocupación y ocupación sobre las crisis medioambientales, energéticas, alimenticias, las pandemias y otros asuntos concernientes al progreso, la innovación en el futuro de la evolución de la Tierra.

Pero aterrizando a nuestro entorno, ¿qué estamos haciendo políticos, alcaldes, empresarios, gremiales, líderes influyentes y los padres y madres salvadoreños en beneficio de la conservación del medio ambiente, pues en esto, así como a todos nos afecta la polución y el cambio climático, nos concierne involucrarnos en la dedicación y decisiones políticas, empresariales y familiares, para gestionar los recursos naturales de los que nos valemos para mantener y mejorar nuestra calidad de vida y supuesta paz social.

 Buena idea sería unirnos en la recuperación de la Tierra y los océanos en nuestros entornos, donde en la cruda realidad contrastan la modernidad de las criptomonedas con el atraso de los montones de basura por doquier, el tráfico caótico, los ríos y lagos polucionados y el descuido de nuestros ecosistemas.

  Pues sí… Solo el universo es infinito, la Tierra y El Salvador son finitos. Por cierto, el 5 de junio fue en Día Mundial del Medio Ambiente y el 8, el Día Mundial de los Océanos. Cuando vaya al mar o a la montaña respire profundo, siéntalos con sus cinco sentidos y siéntase parte.

Ingeniero/pedroroque.net

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