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Desde su cocina en San Vicente, Harold combina sazón casera con técnica y creatividad para entregar un producto único.

Hal’s & Hell’s, el negocio de alitas que nació en San Vicente entre código y carbón

Desde San Vicente, un desarrollador salvadoreño convirtió su pasión por la cocina en Hal’s & Hell’s, una dark kitchen con sabor, historia y mucha autenticidad.

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Por Evelyn Alas
Publicado el 13 de diciembre de 2025


Emprender un negocio gastronómico desde cero no está en la hoja de ruta de muchos desarrolladores de software. Pero para Harold Rivas, más conocido como Harold Crow, la pasión por cocinar —especialmente por las alitas y sabores intensos— lo llevó a transformar una idea latente en una dark kitchen con identidad propia: Hal’s & Hell’s. Esta historia de emprendimiento local revela cómo un profesional digital convirtió amor por la cocina en un proyecto de negocio real y con potencial de crecimiento sostenible.

Del mundo digital a la cocina, un giro de pasión y sabor

Harold siempre ha sido un “loco del buen comer”, con predilección por la cocina estadounidense, parrilladas y ahumados. Entre 2008 y 2010 empezó a experimentar con ahumados de costillas, panceta, picaña y alitas, sentando sin saberlo las bases de lo que sería su aventura culinaria años después.

“El nombre Hal’s & Hell’s nació en mi cabeza como una opción, pero nada concreto” cuenta Harold. Sin embargo, el destino lo llevó por caminos distintos antes de que la idea pudiera florecer.

Cada alita de Hal’s & Hell’s pasa por las manos de Harold, quien asegura calidad y frescura en cada pedido.
Cada alita de Hal’s & Hell’s pasa por las manos de Harold, quien asegura calidad y frescura en cada pedido. / Foto elsalvador.com.

Su carrera profesional transcurrió en el mundo del desarrollo de software y SEO (Search Engine Optimization), disciplinas que dominó desde mediados de los 2000 y con las cuales logró sostenerse incluso tras perder un empleo formal en 2012. “[Perder ese empleo] me abrió la ventana de emprender nuevamente y empecé a ganar dinero con el SEO y como desarrollador freelance”, explica.

Aunque siempre recibía comentarios como “deberías vender tus alitas”, la cocina fue vista por años como un hobby más que como negocio. Con la llegada de la pandemia, sin embargo, volvió a surgir la idea con fuerza, esta vez con algo más de urgencia personal y económica.

El desafío de emprender en San Vicente

En 2021, tras una caída económica y una serie de reveses personales, Harold decidió mudarse a San Vicente para ahorrar y preparar el lanzamiento formal de su cocina. “Yo no soy chef, no he estudiado cocina, soy un simple cocinero casero”, admite con honestidad. Eso no lo detuvo.

Enfrentó de lleno dos retos clásicos de cualquier emprendimiento culinario: logística de producción y aprendizaje de técnicas nuevas. Sabía que las alitas ahumadas no serían la mejor opción para producción constante, así que decidió apostar por alitas empanizadas. “Sabía que vender ahumados no era sencillo así que comencé a buscar opciones y sabía que las alas empanizadas eran mejor opción… pero NO SABÍA CÓMO SE HACÍAN”, recuerda entre risas.

Durante seis o siete meses afinó la receta, probando distintas salsas y combinaciones con amigos y familiares, aceptando errores, y ajustando hasta encontrar el sabor distintivo que hoy caracteriza a Hal’s & Hell’s.

Un producto fresco, preparado con criterio

Harold se impuso dos reglas fundamentales desde el inicio: ningún pollo congelado o industrializado y servir siempre producto fresco, preparado el mismo día. “Si voy a dar de comer algo a alguien tiene que ser algo que yo comería”, comenta, y esa filosofía se traduce día a día en su cocina.

Cada alita y cada boneless pasa por sus manos. Porque si bien no estudió cocina profesional, su espíritu autodidacta —alimentado por su experiencia en SEO y experimentación constante— lo ha llevado a crear un producto con identidad y calidad.

Más allá del sabor, el servicio al cliente es otro pilar de Hal’s & Hell’s. “Quería un servicio de calidad, una atención al cliente de primera y cercana, y me encanta saber que es uno de los detalles que al día de hoy a la gente le fascinan”, afirma.

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El rol multifacético del emprendedor

Uno de los aspectos más inspiradores del proyecto es la versatilidad con la que Harold opera su negocio. No solo cocina, también hace mercado, limpia, atiende pedidos, diseña contenido, administra redes y publicidad, y hasta protagoniza los reels con bloopers culinarios que humanizan la marca.

“No es una gran cadena, es solo mi cocina, mi pasión y mis ganas de que la gente en San Vicente disfrute de un bocado increíble, hecho con honestidad, un buen servicio y mucho esfuerzo”, describe Harold. Eso ha generado una base de clientes fieles que semana a semana recomiendan el producto a nuevos comensales.

Un nombre con significado

El nombre Hal’s & Hell’s tiene una historia propia. La primera parte, “Hal’s”, proviene directamente de Harold: “‘Hal’ es el diminutivo de Harold”. La segunda, “Hell’s”, no tiene que ver con picante, como muchos piensan, sino con su admiración por chefs exigentes como Gordon Ramsay y su programa Hell’s Kitchen. “Es por esa obsesión, por la exigencia, por hacer las cosas con una pasión casi infernal”, explica.

Este nombre distintivo cumple una función clave en SEO y posicionamiento de marca porque combina un elemento personal con un concepto aspiracional, único en el nicho gastronómico local.

Más allá de San Vicente, un horizonte en expansión

Mientras Hal’s & Hell’s sigue creciendo en San Vicente, Harold mantiene su trabajo en desarrollo y SEO con clientes nacionales e internacionales, lo cual le da estabilidad financiera mientras construye su proyecto gastronómico.

Su visión es clara: independizar el negocio y hacerlo crecer, incluso fuera de San Vicente. Para lograrlo, el enfoque está en mantener el estándar del producto y la atención al cliente que ya lo distingue, mientras explora estrategias de marketing digital que conecten con nuevos públicos, tanto locales como en la diáspora salvadoreña.

“El día que pueda vivir solo de Hal’s & Hell’s será un sueño. Pero hoy cada cliente que vuelve es un paso más hacia eso”, concluye Harold con optimismo.

Claves del éxito de este emprendimiento

  • Autenticidad del producto: ingredientes frescos y receta propia.
  • Atención al cliente diferenciada: trato cercano y personalizado.
  • Marca con historia: nombre con identidad y narrativa clara.
  • Adaptación y aprendizaje: experimentar y ajustar sin miedo al error.
  • Multidisciplinariedad: combinar habilidades digitales con pasión culinaria.

Hal’s & Hell’s no solo es un emprendimiento gastronómico; es un ejemplo de cómo pasión, disciplina y creatividad pueden convertir una idea en una realidad de negocio—incluso en mercados pequeños como San Vicente. Este emprendimiento demuestra que, con enfoque y calidad, es posible crear una marca fuerte desde cero.

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