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Cada 2 de noviembre, el canto del Ruiseñor de Suchitoto acompaña a las familias que visitan a sus seres queridos en el camposanto. Fotografía/ elsalvador.com

Antonio Álvarez, el Ruiseñor que le canta a los muertos en Suchitoto

Cada 2 de noviembre, Toñito, el Ruiseñor de Suchitoto, lleva su voz al cementerio para honrar con canciones a los que partieron y consolar a los vivos.

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Por elsalvador.com
Publicado el 02 de noviembre de 2025

 

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Cada Día de los Fieles Difuntos, Toñito, el Ruiseñor de Suchitoto, canta en el cementerio municipal para honrar a los fallecidos. Con su traje de charro y su voz emotiva, interpreta canciones por encargo, incluso a distancia, convirtiendo su talento en un acto de amor, memoria y gratitud hacia su gente.

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En el cementerio municipal de Suchitoto, cada Día de los Difuntos hay un visitante muy especial. Se llama José Antonio Álvarez, aunque todos lo conocen como Toñito, el Ruiseñor de Suchitoto.

Con su traje de charro y su bocina portátil, llega dispuesto a regalar canciones a quienes ya partieron, y consuelo a los que aún los recuerdan. “Les dejo mi alma como gratitud”, dice con humildad.

Desde días antes del 2 de noviembre, las familias lo buscan para que interprete boleros, rancheras o temas clásicos como “Amor eterno” o “Viejo, mi querido viejo” frente a las tumbas de sus seres queridos. Su voz, cargada de sentimiento, convierte el cementerio en un espacio donde la nostalgia se vuelve música.

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Con su traje de charro y su bocina portátil, Toñito convierte el cementerio en un escenario lleno de emoción y gratitud. Fotografía/ elsalvador.com
Con su traje de charro y su bocina portátil, Toñito convierte el cementerio en un escenario lleno de emoción y gratitud. Fotografía/ elsalvador.com

Incluso, algunos salvadoreños que viven en Estados Unidos lo contratan a distancia: por videollamada, presencian cómo Toñito dedica una canción a sus familiares fallecidos.

Su historia no ha sido sencilla. Perdió a sus padres cuando era niño y fue su abuela quien le enseñó el valor del esfuerzo y la fe. Ella escuchaba la radio todas las mañanas, y entre esas melodías Toñito descubrió su vocación.

Hoy canta en bodas, bautizos, misas y funerales. “Quise ser sacerdote o chef, pero la vida me llevó por otro camino”, cuenta entre risas.

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Toñito también agradece a las familias de Suchitoto que lo ayudaron a salir adelante y terminar el bachillerato. Muchas de esas personas ya murieron, y cada año él mismo les canta en su tumba.

Además del canto, trabaja en distintos oficios para mantener su hogar, donde lo esperan su esposa y su hijo. En cada presentación, frente a una tumba o en una fiesta, Toñito honra no solo la memoria de los muertos, sino también la fuerza de la vida.

*Con reportes de El Diario de Hoy

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