¿Por qué celebramos Halloween el 31 de octubre? El origen celta de la Noche de Brujas

Cada 31 de octubre, las calles de ciudades como Nueva York, Londres, Dublín, Ciudad de México, Buenos Aires y San Salvador se llenan de brujas, superhéroes, payasos terroríficos, vampiros y fantasmas.

Es Halloween, una fiesta que aunque nació lejos de aquí, ha encontrado un lugar en la cultura popular salvadoreña y del mundo entero.

Te recomendamos: ¿Viajar en los Buses Alegres? Así podés reservar tu asiento y estos son los destinos disponibles en noviembre

El origen de Halloween se remonta a los pueblos celtas, hace más de 2,000 años, en lo que hoy es Irlanda, Reino Unido y el norte de Francia.

Ellos celebraban un festival llamado Samhain, que marcaba el fin de la cosecha y el inicio del invierno. Creían que esa noche los espíritus de los muertos regresaban al mundo de los vivos.

Para protegerse, encendían hogueras y usaban máscaras o disfraces para que los fantasmas no los reconocieran. De ahí nació la costumbre de disfrazarse en Halloween.

Te puede interesar: Vecna regresa en el tráiler de Stranger Things 5

Un nombre con historia: “All Hallows’ Eve”

Según la Enciclopedia Británica, la palabra Halloween viene de All Hallows’ Eve, que significa “La víspera de Todos los Santos”.

En la Edad Media, en Inglaterra y otras partes de Europa, el 1 de noviembre se celebraba el Día de Todos los Santos, y el 2, el Día de las Almas. La noche anterior —el 31 de octubre— era un momento especial para recordar a los difuntos y pedir por sus almas.

Pero mucho antes del calendario cristiano, ya los pueblos celtas celebraban en esa misma fecha un festival llamado Samhain, hace más de 2,000 años, en lo que hoy es Irlanda, Reino Unido y el norte de Francia. Este festival marcaba el fin de la cosecha y el inicio del invierno, una época que asociaban con la muerte.

Los celtas creían que durante la noche del Samhain, los espíritus de los muertos regresaban al mundo de los vivos para visitar sus hogares. Para protegerse, encendían hogueras y usaban máscaras o disfraces para no ser reconocidos por los fantasmas.

Con el paso de los siglos, esas costumbres se mezclaron con las tradiciones cristianas y, finalmente, dieron origen a la Noche de Brujas o Halloween que hoy conocemos.

De Irlanda a Estados Unidos… y al resto del planeta

Halloween llegó a Estados Unidos en el siglo XIX con los inmigrantes irlandeses y escoceses. En ciudades como Boston, Chicago y Nueva York, las celebraciones se llenaron de disfraces, linternas y fiestas callejeras.

Con el paso del tiempo, la festividad se volvió masiva, especialmente entre los niños, y luego el cine, la música y la televisión la exportaron al mundo entero. Hoy, Tokio, París, Toronto, Sídney, Bogotá y San Salvador celebran Halloween a su manera, con disfraces, desfiles y decoraciones que compiten en creatividad.

En El Salvador también se vive a lo grande

Aunque no es una tradición local, en El Salvador el Halloween ya forma parte del calendario de fiestas populares. Los bares, discotecas y centros comerciales organizan concursos de disfraces; en escuelas y universidades hay actividades temáticas, y las redes sociales se llenan de fotos, maquillaje y humor salvadoreño.

Además, mientras muchos celebran Halloween con disfraces y dulces, en el municipio de Tonacatepeque se mantiene viva una tradición puramente salvadoreña: La Calabiuza. Cada 31 de octubre, las calles se llenan de carros alegóricos, tambores y jóvenes disfrazados de personajes del folclore nacional como La Siguanaba, El Cipitío, El Cadejo o La Carreta Chillona.

Esta festividad nació como una forma de rescatar las leyendas y costumbres locales frente a la influencia extranjera del Halloween. Más que miedo, la Calabiuza celebra la identidad cultural y la creatividad salvadoreña, convirtiendo la noche en un desfile lleno de color, tradición y orgullo popular.

Te recomendamos: Juega y comparte: Llegó Halloween, ¿qué tanto sabes del mundo del terror?

Además, el halloween en El Salvador convive con otra tradición profundamente arraigada: el Día de los Difuntos, el 2 de noviembre. Ese día, miles de familias visitan los cementerios para dejar flores, limpiar las tumbas y recordar a sus seres queridos.

Mientras Halloween tiene un tono festivo y alegre, el Día de los Difuntos conserva un carácter espiritual y familiar. En muchos hogares, ambas celebraciones se enlazan: la noche de brujas se vive entre risas, y en los día siguiente se rinde homenaje a los que ya partieron.

Algo más que tropicaliza esta tradición son los disfraces de Halloween. Estos outfits son una mezcla entre lo internacional y lo bien salvadoreño. Además de los clásicos vampiros, zombis o superhéroes, abundan los disfraces inspirados en personajes del cine, la televisión y la cultura local.

En redes sociales, el ingenio nacional también se hace presente. En las últimas semanas se ha hecho viral el disfraz del “muerto”, que no es un esqueleto ni un fantasma, sino el uniforme de la Selecta salvadoreña.

El disfraz parodia con humor la mala racha del equipo en las eliminatorias rumbo al Mundial 2026, donde, entre bromas y memes, muchos recuerdan que aún le faltan seis puntos por disputar en los últimos dos partidos antes de que cierre la clasificación.

Lejos de tomárselo a mal, los salvadoreños han convertido esa frustración deportiva en una broma colectiva que se reinventa cada año durante Halloween, mezclando autocrítica, picardía y orgullo futbolero.