Cabo Verde hace historia: el pequeño archipiélago africano que llega por primera vez al Mundial

El fútbol volvió a demostrar que no hay fronteras para los sueños. Cabo Verde, un país conocido por ser una isla africana del Atlántico con apenas 500,000 habitantes (dos veces la población de Soyapango, aproximadamente), selló su histórica clasificación al Mundial 2026 que se disputará en Estados Unidos, México y Canadá. 

Los Tiburones Azules, como se conoce a su selección nacional, lograron el boleto tras imponerse por 3 a 0 a Eswatini en el Estadio Nacional de Praia, en una jornada que quedará grabada para siempre en la memoria del pueblo caboverdiano.

El resultado fue mucho más que una victoria deportiva. Representó la culminación de un proceso que unió a generaciones y comunidades dispersas por el mundo, un símbolo de orgullo y superación para una nación que, hasta hace pocas décadas, apenas soñaba con tener una presencia estable en el fútbol internacional.

Con esta gesta, Cabo Verde se convirtió en la segunda nación más pequeña en la historia en clasificar a un Mundial, solo detrás de Islandia, que lo hizo en 2018. Su recorrido no fue sencillo: compartió el Grupo D de las Eliminatorias Africanas con potencias del continente y consiguió su clasificación con 23 puntos, un registro que refleja la consistencia y determinación del equipo.

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Un camino lleno de fe y talento

El punto de inflexión llegó con un triunfo inesperado: el 1-0 frente a Camerún el 9 de septiembre pasado, una selección con cinco participaciones mundialistas y tradición en el fútbol africano. En aquel encuentro, Dailon Livramento, nacido en Rotterdam e hijo de la diáspora caboverdiana, marcó el único gol del partido y encendió la esperanza de todo un país. Su historia encarna el espíritu de la selección: una mezcla de raíces, talento y resiliencia.

La diáspora caboverdiana ha sido fundamental en el desarrollo del equipo. Muchos de sus jugadores nacieron o se formaron en Europa, especialmente en Portugal, Holanda e Irlanda. Uno de los casos más llamativos es el de Roberto Lopes, conocido como Pico, quien fue convocado para representar a Cabo Verde gracias a un mensaje en LinkedIn que lo conectó con la federación.

El entrenador Pedro Leitão Brito, más conocido como Bubista, ha sido la mente detrás del proyecto que llevó a los Tiburones Azules a la gloria. Exjugador y referente del fútbol local, Bubista transformó al equipo en un grupo disciplinado y ambicioso. Tras la victoria decisiva ante Camerún, resumió el espíritu de su selección con una frase que ya se volvió lema nacional: “Hemos demostrado que podemos enfrentarnos a cualquier equipo, incluso a aquellos que tienen mejores condiciones que nosotros”.

Orgullo nacional y unión más allá del mar

En Cabo Verde, la clasificación fue recibida como una fiesta nacional. Las calles de Praia, Mindelo y otras ciudades del archipiélago se llenaron de banderas, música y lágrimas de alegría. En la diáspora, miles de caboverdianos celebraron desde Lisboa, Boston y Rotterdam, ciudades donde las comunidades migrantes mantienen vivo el vínculo con su tierra de origen.

El fútbol, en este caso, sirvió como punto de encuentro para una nación construida sobre la mezcla de culturas. La invasión pacífica del campo tras la victoria ante Eswatini fue una muestra de la emoción colectiva. Los aficionados, conscientes del momento histórico, respetaron la celebración de los jugadores y del cuerpo técnico, manteniendo un comportamiento ejemplar que fue elogiado por la prensa internacional.

Este logro también coincidió con un momento simbólico para el país: el 50.º aniversario de su independencia de Portugal. Cabo Verde, que realizó su primer intento clasificatorio a un Mundial en el año 2000, se convierte así en la federación más joven en alcanzar una Copa del Mundo, un dato que da dimensión al crecimiento del fútbol en el archipiélago.

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Una nueva generación mira al 2026

La clasificación no solo representa un hito para la selección, sino también una oportunidad para inspirar a las futuras generaciones. En las islas, donde el fútbol se juega en playas y canchas improvisadas, miles de niños ven en los Tiburones Azules un modelo a seguir.

Bubista, consciente del impacto social de esta gesta, afirmó que su equipo no viaja al Mundial como espectador: “Sabemos la dificultad que tendremos en la Copa del Mundo, pero vamos a procurar dar una buena actuación. Queremos dejar el nombre de Cabo Verde en alto”.

El formato del Mundial 2026, que por primera vez contará con 48 selecciones, abrirá nuevas oportunidades para los países emergentes. Los caboverdianos integrarán uno de los grupos que disputarán la primera fase en suelo norteamericano, con la posibilidad de avanzar a los dieciseisavos de final si logran ubicarse entre los mejores terceros.

Más allá de los resultados, Cabo Verde ya ganó su propio campeonato: el del reconocimiento mundial. En un planeta donde el fútbol suele estar dominado por potencias históricas, el pequeño país africano recordó al mundo que la pasión, la disciplina y el trabajo colectivo pueden desafiar cualquier pronóstico.

En palabras de Bubista, el mensaje es claro: “Cuando era jugador o asistente, sentíamos que éramos pequeños. Hoy demostramos que el tamaño de un país no define su grandeza”.