Muere a los 95 años Sara Jane Moore, quien intentó asesinar a Gerald Ford
La mujer que en 1975 disparó contra el expresidente estadounidense Gerald Ford falleció a los 95 años, tras pasar más de tres décadas en prisión.
Por
Agencias
Publicado el 25 de septiembre de 2025
Sara Jane Moore, quien en 1975 intentó asesinar al presidente estadounidense Gerald Ford en San Francisco, murió a los 95 años, informaron medios locales. Madre de cuatro hijos, compró un revólver pocas horas antes del ataque y disparó sin lograr herir al mandatario, gracias a la rápida acción de un exmarine que la redujo en la multitud. Moore fue sentenciada a cadena perpetua y pasó 32 años en prisión antes de obtener libertad condicional. En entrevistas, explicó que se había radicalizado por los conflictos sociales y la guerra de Vietnam. Su muerte revive debates sobre seguridad presidencial en EE. UU.
Sara Jane Moore, una madre de cuatro hijos originaria de California, pasó a la historia en septiembre de 1975 cuando intentó asesinar al entonces presidente de Estados Unidos, Gerald Ford.
Con un revólver calibre .38 que había comprado horas antes, disparó frente a un hotel en San Francisco donde el mandatario republicano se encontraba saludando a una multitud. Ninguna bala alcanzó al presidente, ya que un exmarine presente en el lugar la redujo antes de que lograra efectuar un segundo tiro.
Moore, que en ese momento tenía 45 años, se declaró culpable y fue sentenciada a cadena perpetua. Sin embargo, en 2007 obtuvo la libertad condicional tras cumplir 32 años en prisión. Su fallecimiento a los 95 años fue reportado por medios estadounidenses, aunque no se detallaron las causas.
El atentado de Moore ocurrió apenas 17 días después de que Lynette “Squeaky” Fromme, seguidora del líder de la secta Charles Manson, también intentara matar a Ford en Sacramento. Ambos ataques, aunque sin éxito, generaron fuertes cuestionamientos sobre la seguridad presidencial en una época marcada por tensiones sociales y políticas.
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Radicalización en un tiempo convulso
En entrevistas posteriores, Moore explicó que sus motivaciones surgieron de los cambios y conflictos de los años sesenta y setenta en Estados Unidos. En 2009 declaró a la cadena NBC: “Fue una época que la gente no recuerda. Tuvimos la guerra de Vietnam, y me sumergí en ella. Decíamos que el país necesitaba un cambio. La única manera de cambiar las cosas era mediante una revolución violenta”.
Aun así, los investigadores nunca hallaron vínculos suyos con grupos armados ni revolucionarios, y concluyeron que era legalmente competente para enfrentar el juicio.
Su acción, vista entonces como una señal de la tensión política en Estados Unidos, terminó convirtiéndose en un recordatorio de la fragilidad de la seguridad presidencial en contextos de polarización.
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Una muerte en medio de renovadas alertas
El fallecimiento de Moore coincidió con una etapa en la que el tema de los atentados presidenciales vuelve a ocupar titulares. Recientemente, Ryan Routh fue declarado culpable de intentar asesinar al expresidente Donald Trump en un campo de golf en Florida en 2024. En diciembre recibirá sentencia y podría enfrentar cadena perpetua.
El paralelismo histórico resalta la persistente vulnerabilidad de los líderes estadounidenses frente a actos violentos, incluso décadas después de los intentos que marcaron la presidencia de Ford.
La historia de Sara Jane Moore sigue siendo un reflejo de cómo los climas de descontento social pueden radicalizar a individuos y poner en riesgo a figuras de alto nivel. Su vida, atravesada por un episodio que cambió la narrativa de la seguridad política en Estados Unidos, vuelve a ser recordada tras su muerte a los 95 años
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