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La pirámide poblacional salvadoreña refleja que la mayoría está en edad de trabajar.

El Salvador, un país joven y urbano con más de 6.3 millones de habitantes en 2025

Con una población joven y urbana, El Salvador enfrenta el reto de formar talento y crear empleo, pero también ofrece oportunidades clave en consumo y vivienda.

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Por Evelyn Alas
Publicado el 03 de septiembre de 2025

 

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Con más de 6.3 millones de habitantes y una edad mediana de 27.9 años, El Salvador se perfila como un país joven y urbano. Casi el 80% de su población vive en ciudades, lo que plantea desafíos importantes en empleo, educación y vivienda, pero también oportunidades clave para emprendedores e inversionistas. La demanda crece en sectores como tecnología, servicios, formación técnica y desarrollos inmobiliarios accesibles. Especialistas advierten que el reto no es solo generar empleo, sino preparar a los jóvenes para acceder a mejores condiciones laborales. La clave está en alinear talento, inversión y urbanismo con visión estratégica.

El Salvador llega al 2025 con una población que supera los 6.3 millones de habitantes. La edad mediana es de 27.9 años y casi el 80% de la gente vive en zonas urbanas. Estos dos datos marcan la ruta de lo que se viene para la economía, el mercado laboral y el consumo en el país, según los datos revelados en una publicación reciente de las Naciones Unidas.

Un país joven que se concentra en las ciudades

La pirámide poblacional salvadoreña refleja que la mayoría está en edad de trabajar. Es un grupo que representa fuerza laboral, pero también una demanda creciente de educación, vivienda, servicios básicos y empleo formal.

El hecho de que la gran mayoría viva en áreas urbanas implica que los retos no están solo en generar oportunidades, sino también en cómo se organizan las ciudades para absorber esa presión demográfica. La capital San Salvador y las ciudades intermedias ya muestran el impacto de este crecimiento: tráfico más intenso, necesidad de vivienda accesible y expansión de servicios tecnológicos.

Solo en el departamento de San Salvador, el más urbanizado al ser el corazón del país, viven 1 millón 563 mil 371 personas, divididas en 843 mil 688 mujeres y 719 mil 683 hombres, según datos oficiales del Censo 2024 hecho por el Banco Central de Reserva.

En cuanto al municipio más poblado del país, como era de esperarse es el corazón capital San Salvador Centro, donde habitan 673,319 personas distribuidas en Ayutuxtepeque, Ciudad Delgado, Mejicanos, Cuscatancingo y el propio distrito capitalino.

Pero, al mismo tiempo, esa concentración urbana se convierte en un mercado atractivo para quienes quieran invertir en comercio, en soluciones digitales, en proyectos inmobiliarios y en educación técnica y universitaria.

La pirámide poblacional salvadoreña refleja que la mayoría está en edad de trabajar.
El país tiene jóvenes dispuestos a trabajar, pero el principal desafío está en las competencias profesionales que se requiere. / Foto archivo

Educación y formación: la base para mejores oportunidades

El país tiene jóvenes dispuestos a trabajar, pero el principal desafío está en las competencias. Hoy, conseguir empleo no depende únicamente de que existan vacantes, sino de la preparación de cada aspirante.

Las empresas buscan perfiles con conocimientos técnicos y con habilidades blandas que permitan adaptarse a diferentes entornos. Esto obliga a replantear la educación media y superior, y a fortalecer la formación técnica. No se trata solo de abrir plazas, sino de asegurar que los jóvenes puedan acceder a ellas con herramientas adecuadas.

En palabras de especialistas en reclutamiento, el reto central es alinear el talento con la demanda de las empresas.

La visión desde el sector privado

La empresa reclutadora Comercio y Servicio Internacional S.A. de C.V. resume así la situación actual:

“Efectivamente, en El Salvador la edad mediana de la población es de 27.9 años y casi el 80% vive en áreas urbanas, lo que nos proyecta como un país con una fuerza laboral joven y con un potencial de desarrollo muy fuerte en sectores como educación, vivienda, tecnología y consumo”.

Mario Ortiz, encargado de Asuntos Internacionales y de personal de Comercio y Servicio Internacional

La firma también subraya que las oportunidades laborales existen y que los salarios pueden ser competitivos:

“Confirmamos que actualmente existen oportunidades laborales con salarios competitivos incluso plazas que rondan los $680 mensuales, especialmente en áreas técnicas, administrativas y de servicios especializados”, agregó el experto.

Mercado laboral: salarios y sectores con mayor demanda

El dato sobre salarios competitivos que rondan los $680 mensuales en áreas técnicas y administrativas muestra que hay oportunidades, aunque no todos los perfiles logran acceder a ellas. Esa cifra contrasta con el salario mínimo vigente en muchos sectores, y señala la brecha entre quienes logran formarse y quienes no.

Como comparativa, los montos mensuales en salarios mínimos en El Salvador son: $305.23 para sector agrícola, $402.32 en maquila y textil, $408.80 en industria, comercio y servicios.

Los sectores más dinámicos en la contratación incluyen tecnología, servicios especializados, administración y algunas áreas de la industria. Esto coincide con la tendencia de un país urbano donde las empresas de servicios crecen con más rapidez que las del sector primario.

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Sin embargo, la firma remarca que el desafío va más allá de las plazas vacantes:

“El desafío principal no es únicamente la disponibilidad de empleos, sino la identificación y desarrollo de las habilidades de cada candidato. Para que un perfil pueda acceder a mejores condiciones, es fundamental detectar competencias técnicas y blandas, así como orientar procesos de formación continua que fortalezcan su empleabilidad”, enfatizó.

El rol del reclutador, insisten, es clave en este proceso:

“Nuestro rol como reclutadores es precisamente alinear talento con oportunidades: evaluamos las capacidades reales de los aspirantes, identificamos brechas de formación y los vinculamos con posiciones que se ajustan tanto a su perfil como a la necesidad del empleador. De esta manera, se garantiza que la juventud salvadoreña pueda integrarse al mercado laboral formal con mejores perspectivas de crecimiento”, concluyó.

Consumo y urbanización como motores

Otro aspecto clave de esta estructura demográfica es el impacto en el consumo. Una población joven, con aspiraciones de movilidad social, representa un mercado activo en la compra de tecnología, vivienda, transporte y entretenimiento. Las empresas que quieran posicionarse deben entender que el consumo está ligado a estilos de vida urbanos y digitales.

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El sector inmobiliario también encuentra oportunidades: la demanda de vivienda se mantiene alta, sobre todo en las áreas cercanas a los grandes centros urbanos. Esto abre espacio para proyectos de vivienda vertical, desarrollos accesibles para jóvenes familias y soluciones financieras adaptadas a ingresos medios.

Oportunidad para inversionistas y emprendedores

La combinación de juventud y urbanización no solo implica retos, también abre posibilidades para quienes apuesten por invertir en El Salvador. La educación, la vivienda, la tecnología y el consumo son sectores con alto potencial de crecimiento.

Los inversionistas internacionales pueden encontrar aquí un mercado en expansión y una fuerza laboral que, si se prepara de manera adecuada, puede ser altamente competitiva en la región. Al mismo tiempo, los emprendedores locales tienen la oportunidad de diseñar productos y servicios pensados para una población que busca soluciones prácticas y que adopta con rapidez nuevas tecnologías.

El Salvador, con una edad mediana de 27.9 años y con casi el 80% de su gente viviendo en ciudades, es un país en transformación. La juventud es un recurso estratégico que, bien aprovechado, puede convertirse en motor de desarrollo.

El reto está en garantizar que la formación, las oportunidades de empleo y el crecimiento urbano vayan de la mano. El futuro inmediato depende de cómo se logre vincular a esta generación con empleos formales, cómo se atienda la necesidad de vivienda y cómo se potencie el consumo responsable y sostenible en las ciudades.

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