Así nació y creció La Tapachulteca, el supermercado salvadoreño que llegó a Estados Unidos
Surgió como una tienda pequeña en el centro de San Salvador y terminó siendo una cadena con presencia en Estados Unidos. Esta es la historia
Por
Leidy Puente
Publicado el 31 de agosto de 2025
La Tapachulteca nació en 1962 en el centro de San Salvador como una pequeña tienda fundada por Sergio Torres. Con el apoyo de su esposa, Irma Polanco, el negocio creció hasta convertirse en un referente nacional con más de 40 sucursales en El Salvador y dos en Estados Unidos. Su éxito se basó en la variedad de productos, precios accesibles y la posibilidad de comprar todo en un solo lugar. Además, la familia Torres incursionó en el deporte al dirigir al Luis Ángel Firpo. Aunque cerró en los años 2000, La Tapachulteca permanece en la memoria colectiva salvadoreña.
Todo comenzó un 12 de marzo de 1962. En la planta baja de una pensión ubicada en la 5ª avenida sur, número 318, en pleno centro histórico de San Salvador, un joven llamado Sergio Torres abrió una pequeña tienda con la esperanza de que se convirtiera en el sustento para él y su familia.
No imaginaba que ese modesto inicio daría paso a un imperio comercial con 43 sucursales en El Salvador y dos más en California, Estados Unidos. La historia tomó un giro decisivo en 1964, cuando Sergio contrajo matrimonio con Irma Polanco.
Juntos formaron un equipo no solo en lo personal, sino también en lo empresarial. Esa sociedad coincidió con la llegada de numerosos comerciantes extranjeros que recorrían El Salvador buscando clientes. Esa oleada fue clave para que el negocio evolucionara de tienda de colonia a mini súper.

Uno de esos encuentros marcó el rumbo de su crecimiento. Sergio hablaba de estas personas como “ángeles que Dios ponía en su camino”, y uno de ellos fue el propietario de Guateplas, una importante fábrica de plásticos centroamericana.
“Era un judío que recorría El Salvador con su vehículo cargado de productos, ‘a ver quién se los compraba’”, detalló un reportaje de El Diario de Hoy en la época. Fue así como llegaron nuevos productos al estante, ampliando la oferta del local.

Sin embargo, el “ángel” que más transformó sus vidas no era centroamericano, sino una mujer mexicana originaria de Tapachula, Chiapas, quien comerciaba artículos de peltre para cocina.
En una visita del padre de Sergio a México, la comerciante confió a ciegas en él y le entregó los productos a crédito. Esa apuesta resultó ser un éxito rotundo en ventas.
Como muestra de gratitud, Sergio e Irma decidieron nombrar su tienda en honor a ella, La Tapachulteca, en referencia al gentilicio femenino de las mujeres originarias de Tapachula.

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Referente nacional
Con el negocio en expansión, la familia Torres también fue mejorando su calidad de vida. Se trasladaron del barrio Gerardo Barrios a la Zacamil, luego a la colonia Centroamérica y finalmente compraron una casa en la residencial San Francisco.
“La Tapachulteca” se convirtió en sinónimo de variedad, cercanía y precios accesibles. No solo era un supermercado completo, también fue durante años la importadora de juguetes más grande de Centroamérica, con representación oficial de marcas como Mattel Toys, Lego y Fisher-Price.
La clave era simple, pero poderosa, ofrecer al cliente la posibilidad de “comprar todo en un solo lugar”, una promesa que cumplían desde sus primeras tiendas hasta sus sucursales más modernas.

A finales de los años 80, el éxito empresarial se trasladó al mundo del deporte. En 1988, la familia asumió la administración del equipo Luis Ángel Firpo, al que llevaron a la cúspide del fútbol nacional, haciéndolo campeón en seis ocasiones: 1989, 1991, 1992, 1993, 1998 y 1999.
El liderazgo de Sergio Torres lo llevó incluso a presidir la Federación Salvadoreña de Fútbol (FEDEFUT) entre 1991 y 1996. Luego, su hijo Juan Torres continuó al frente de la institución hasta el año 2000.
Fue en ese periodo cuando se destapó uno de los escándalos más sonados en la historia reciente del deporte nacional, aunque la familia ya enfrentaba una tormenta mayor, una profunda crisis económica.

Para 1997, la situación financiera de La Tapachulteca comenzó a deteriorarse. Según los reportes de ese entonces, la familia enfrentó problemas de liquidez debido a que postergaron decisiones estratégicas clave, como establecer alianzas con otras empresas.
El factor emocional —el cariño por el negocio que habían levantado durante más de dos décadas— pesó más que las señales del mercado.
Entre 1999 y 2000, la familia tomó una de las decisiones más difíciles: vender las tiendas que habían levantado con tanto esfuerzo. Con ello, también se cerró su etapa como patrocinadores y gestores del Firpo.

Un legado que aún se recuerda
Aunque ya no existe físicamente, La Tapachulteca vive en la memoria de muchos salvadoreños como un referente de esfuerzo, superación y visión de negocios familiar. Sus pasillos, sus juguetes y su nombre siguen presentes en los recuerdos de quienes crecieron con sus productos y promociones.
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