Las Minutas del Pelón: el sabor del esfuerzo hecho emprendimiento
Frente al parque de Antiguo Cuscatlán, Las Minutas del Pelón ofrecen sabor y tradición en cada hielo raspado, un clásico que revive memorias salvadoreñas.
Por
Evelyn Alas
Publicado el 24 de agosto de 2025
Enfrente del parque de Antiguo Cuscatlán, Las Minutas del Pelón se han convertido en un símbolo de emprendimiento con identidad salvadoreña. Fundado por David Castro, quien comenzó vendiendo minutas en los 90, el negocio ganó popularidad por innovar con sabores como maracuyá, jocote y tamarindo, usando jarabes naturales y presentaciones artesanales. Las redes sociales, especialmente TikTok, fueron clave para crecer durante la pandemia. Tras años en la informalidad, el nuevo local marca un punto de inflexión hacia la formalización, atrayendo marcas y clientes. Hoy, Las Minutas del Pelón proyectan expandirse sin perder su esencia ni conexión comunitaria.
Enfrente del colorido parque de Antiguo Cuscatlán, en La Libertad Este, se encuentra el nuevo local de Las Minutas del Pelón, donde la mezcla de sabores, memoria y tradición se han convertido en más que un simple antojo callejero.
Todo comenzó en 1999. David Castro era un joven curioso, estudiante aún, que comenzó como ayudante de una señora que vendía minutas los fines de semana. Le pagaban 50 colones por jornada, hoy unos $5.72 aproximadamente. Ese fue su primer salario y, sin saberlo, su primer paso hacia el emprendimiento.
Hace aproximadamente dos años, las "Minutas del Pelón" explotaron en popularidad por su ingrediente principal: la innovación. Con jarabes naturales propios, frutas frescas y combinaciones únicas han conquistado el paladar de sus clientes.
Tras dejar la escuela y motivado por su madre —una mujer “bien bisnera”, como él la describe—, llegaron los primeros carretones, las primeras ventas familiares, y también los primeros desafíos: el trabajo sin paga, la búsqueda de independencia económica, y el nacimiento de una vocación.

Después de un tiempo, David decidió explorar nuevas oportunidades laborales y poner en pausa su negocio de minutas. Sin embargo, al darse cuenta de que no se adaptaba al nuevo rubro en el que había incursionado, optó por retomar su emprendimiento original.
“En 1999 mi mamá mandó a hacer dos carretones y los mandó a equipar para que yo creciera en el negocio. Pero el problema fue que mi mamá no me pagaba y yo le dije ‘necesito que me pague’. Pues llegamos a un acuerdo y me pagaba un día a la semana. Todo lo que ganaba en la venta de ese día que me daba era para mí”, expresa ahora David, quien perseveró y años después fundó “Las minutas del Pelón”.

Innovar para destacar
Aunque vendía minutas desde los 90, fue hasta hace 2 años que Las Minutas del Pelón explotaron en popularidad gracias a un ingrediente clave: la innovación.
Empezó a crear sus propios jarabes naturales, trabajar con fruta fresca y diseñar combinaciones únicas como:
- La Morena (tamarindo)
- La Chambrosa (picante y exótica)
- La Rubia (maracuyá)
- La Caprichosa (maracuyá con fresa)
- La Envidiosa (jocote con menta)

Además, incorporó técnicas de escarchado y decoración de vasos, dándole identidad visual a cada creación. Todo esto elevó su producto a un nivel artesanal y personalizado que conquistó paladares y corazones.
Redes sociales: el escaparate de los emprendedores
La clave de su expansión no fue un local de lujo ni una gran inversión, sino algo más accesible: TikTok y las redes sociales. Con el impulso de su esposa durante la cuarentena, comenzó a crear contenido, mostrar su trabajo y contar su historia. El resultado: viralidad, clientes nuevos y fidelidad.
“La falta de oportunidad como emprendedor me dio ciertas dificultades porque yo por mucho tiempo estuve en la calle, sin embargo, le hicimos frente con mi familia hasta llegar al tope. Y gracias a Dios pues que insistimos, nunca caímos y siempre perseveramos”, añadió.

Emprendimiento y economía popular
Como muchos negocios informales, Las Minutas del Pelón enfrentaron la falta de oportunidades y apoyo empresarial. Durante años, el negocio operó desde la calle, sin respaldo de proveedores ni acceso a beneficios que otros comercios tienen por estar en locales formales.
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Pero eso cambió. Al establecerse en un punto fijo ya con su local en Antiguo Cuscatlán, comenzó a recibir visitas de marcas, proveedores y nuevas alianzas. La formalización trajo estabilidad, mejores precios y más clientes. La lección es clara: el emprendimiento informal también mueve la economía, y necesita ser visibilizado y apoyado.

A futuro: expansión con identidad
La visión de Las Minutas del Pelón no se queda en un solo punto de venta. Con claridad y humildad, su creador lo dice: "Esta es la punta de lanza". Sueña con nuevos locales, pero no en cualquier lugar: busca puntos estratégicos y comerciales, sin sacrificar la esencia del producto ni su relación cercana con la comunidad, elementos clave de la identidad de su emprendimiento.
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