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Oscar Picardo El Diario de Hoy

Las muchachas…

Los servicios domésticos en nuestro país suelen ser mal pagados, y obviamente son oficios infra-desvalorizados e invisibilizados; la mayoría no gana el salario mínimo y no tienen prestaciones sociales.

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Por Óscar Picardo Joao
Publicado el 10 de agosto de 2025


Posiblemente ninguna "muchacha" lea este artículo, ya que la gran mayoría de jóvenes y señoras que prestan el servicio doméstico en nuestro país son analfabetas; a fin de cuentas, esta reflexión no está dirigida a ellas, sino a sus patrones, quienes en algunos casos manejan el destino de estas humildes personas como un modelo casi de esclavitud contemporánea.

Se ha hablado mucho en nuestro medio de la desintegración familiar, de la pérdida de valores, y de la delincuencia; en efecto, nuestra sociedad históricamente ha padecido una de las peores crisis socio-axiológicas; por un lado y por otro, destellan las tesis y los argumentos periféricos sobre el fenómeno de entropía social y la pobreza, pero casi nadie discurre sobre ciertas fibras o tejidos donde se fraguan los grandes problemas sociales. En el escenario de las "muchachas" encontramos un "puerto y cárcel", como decía Martín-Baró, para comprender parte de nuestra descomposición social.

¿Quiénes son las muchachas…? Mujeres jóvenes, de baja escolaridad, sin oportunidades, con necesidades económicas significativas, pertenecientes a comunidades desfavorecidas y pobres, dispuestas a sacrificar a su familia o tiempos de ocio, para lograr unos ingresos limitados que les permitan mitigar sus necesidades básicas o fundamentales. Rasgos, que con el tiempo se amalgaman en una personalidad disminuida, en dónde reconocen superioridades e inferioridades en la dignidad entre sus patrones y ellas, respectivamente.

Los servicios domésticos en nuestro país suelen ser mal pagados, y obviamente son oficios infra-desvalorizados e invisibilizados; la mayoría de muchachas no ganan el salario mínimo y no tienen prestaciones sociales; peor aún, no pueden ser destinatarias de los beneficios del Seguro Social. En muchos casos, estas personas trabajan recluidas a tiempo completo, incluyendo sábados, domingos, días festivos y vacaciones, en los hogares de las clases media y alta.

En algunos casos, son víctimas de un tipo de maltrato sutil, ya que se les exige prestar servicios de sol a sol, lo que incluye las fiestas, reuniones sociales, abrir y cerrar portones a cualquier hora, caprichos, reclamos, maltrato, insultos, comida a parte, y otras trivialidades perversas.

Muchas de estas personas que trabajan en servicio doméstico, ya desde muy jóvenes, tienen hijos, los cuales son cuidados por hermanas menores o bien por la madre o la abuela; estos niños muy poco ven a su madre, una vez cada quince días, o sea unas veinticuatro veces al año; dadas las circunstancias, el ausentismo y el machismo, los hombres abandonan a estas mujeres, y es así como llega otro falso redentor aceptándole al niño a cambio que le permita engendrar otro retoño; en poco tiempo, ya las jóvenes tienen al menos dos o tres niños, sin madre y sin padre...

¿Cuántas muchachas habrá en El Salvador?, no sabemos el número exacto, pero sí que son muchas, según la Encuesta de Hogares de Propósitos Múltiples 2023 y el Censo de población 2024, el rango oscila entre 80,000 y 130,000; así mismo, análogo será el numero de familias y jóvenes desintegrados, potenciales y posibles candidatos a entrar en el canon desfavorecido de la delincuencia, migración o condenados a un salario mínimo de por vida; en efecto, la baja escolaridad ayuda a ingresar al ciclo de la pobreza y a no salir de él; lo más paradójico del caso, es que este problema se gesta en los hogares de clase media y alta, es decir la gente culta y estudiada del país...

Entonces, ¿Cuál es la tarea pendiente?; en primer lugar, humanizar el servicio doméstico, lo que significa distanciarnos un poco de las comodidades y permitir que las muchachas puedan, al menos, semanalmente atender a sus hijos; en segundo lugar, que el Estado abra espacios para que los servicios sociales puedan llegar a esta clase trabajadora tan omisa pero tan real; en tercer lugar, dejar la hipocresía farisaica, sin olvidar aquel mensaje evangélico de Lc. 22,27: ¿Quién es el mayor: el que está sentado a la mesa o el que sirve?, cuidado, esto sí es ser cristiano...

En muchos casos y problemas sociales tenemos responsabilidades compartidas; hemos creado una sociedad poco solidaria, egocéntrica, nucleocéntrica u oligocéntrica; para mejorar las condiciones sociales, disminuir los problemas socioeconómicos y el crimen en general, no hacen falta tantos policías, sino más bien descubrir y analizar la arquitectura de nuestras vidas. A saber, ¿Cuál será nuestra cuota de apoyo en muchos casos de la poco ponderada desintegración familiar...?

Disclaimer: Somos responsables de lo que escribimos, no de lo que el lector puede interpretar. A través de este material no apoyamos pandillas, criminales, políticos, grupos terroristas, yihadistas, partidos políticos, sectas ni equipos de fútbol… Las ideas vertidas en este material son de carácter académico o periodístico y no forman parte de un movimiento opositor. Nos disculpamos por las posibles e involuntarias erratas cometidas, sean estas relacionadas con lo educativo, lo científico o lo editorial. A los nuevos críticos: Paren de sufrir.

Director Editorial / oscar.picardo@altamiranomedia.com

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