El Rostro Inmortal del Espejo
Después de quitarse a solas el antifaz ante el espejo, Mascarada -el de la risa fantasma- preguntó “¿Quién eres?” a la extraña aparición de sí mismo. La celeste visión -viéndole a los ojos con dulzura- contestó: “Soy tu alma. La máscara inmortal que quedará luego de perderlas todas en el festival. Soy, pues, la imagen de tu misma y divina ilusión. La única careta que nunca podrás apartar de ti mismo y de tu eterno sueño…” Al día siguiente del “carne-vale” Mascarada despertó sobresaltado y -al palpar con sus manos frías su rostro- se dio cuenta que había perdido en el festejo el antifaz de sí mismo que le quedaba. Cerró los ojos y sonrió. Era sólo uno más que perdería. Otra sonrisa que le arrancara el bullicioso carnaval con sus crueles manos de cera. Sólo le quedaba la invisible faz de su espíritu inmortal. Hay quienes dicen que nunca se llegó a conocer su rostro verdadero, el cual ocultaba a los demás por desconocidas razones. Sin embargo, a nadie le importaba aquello pues -al fin y al cabo- era parte de su show burlesco. Todos se reían al ver su faz sustituta pues veían en ella la mueca de su propia felicidad. La misma que arrebatara año con año el carnaval lejano. (XXX) de: “La Máscara que Reía.” ©

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