Una mirada distinta

Pienso que la palabra “influencer” ya forma parte de nuestro lenguaje cotidiano. Sin embargo, un día de estos me encontré con una persona muy interesante, y por demás sugerente. Se trataba de Violeta Dávila, una española que fue denominada por quien le entrevistaba como “agitadora cultural”, como alguien que construye puentes sociales porque es ojeadora de tendencias, tasadora de verdades… Agitadora cultural. Tiene fondo la expresión.

Violeta es la fundadora de una iniciativa que denominó “Cooltural Plans”, jugando con el adjetivo “cool”, tan popular en nuestros tiempos, maridándolo con algo tan conocido como “planes culturales”. Su agencia, su emprendimiento, tiene como finalidad descubrir el oro y la mirra entre tanta oferta cultural que provee, en nuestros tiempos, desde cosas preciosas hasta “arte” zafio, si no banal.

Para muestra un botón. A finales del año pasado, Cooltural Plans organizó una exposición fotográfica titulada “Inteligencias. El dilema del poder humano: de las alucinaciones artificiales al imaginario colectivo”. Una exposición amparada por una cita del filósofo José Ortega y Gasset quien señalaba hace ya casi un siglo que “la realidad, como el paisaje, tiene infinitas perspectivas, todas ellas igualmente ciertas y auténticas. La única perspectiva falsa es la que afirma ser la única”.

Dicho lo dicho, quizá habría que preguntarse cómo se define a sí misma una agitadora cultural. Lo hace autodescribiéndose como alguien que intenta contagiar la pasión por la cultura a cuantas personas pueda. Bien. Pero entonces se amplía la pregunta y necesariamente habrá que definir a qué cultura se refiere. Por lo que se lee en la entrevista que nos sirve de base para conocer su actividad se colige que para ella cultura es todo lo verdadero, lo bello y lo bueno que se encuentra en la literatura, la música, la fotografía, el cine, la poesía, la gastronomía, y un ancho etc. Es decir, en todo lo humano que hace bien a los demás, desde la emoción estética hasta la mejor comprensión del mundo.

Se trata de transformar la mirada de las personas para que descubran lo bueno y lo verdadero, y sean capaces de discriminar lo que no lo es, por muy popular o vulgar que sea.

Al final del día se entiende la cultura no como la imposición de una perspectiva única (Ortega y Gasset) sino como el descubrimiento compartido de un punto de encuentro, de diálogo, de escucha. Un espacio de intercambio en el que se deja de lado la perspectiva individual y se hacen esfuerzos verdaderos para mirar con los ojos del otro.

Esto, que podría parecer una banalidad es, en estos tiempos de hiper comunicación, mucho más importante de lo que podría parecer. Tan importante como identificar en ello la clave para escapar del aborregamiento, de la manipulación mediática, de la indoctrinación silenciosa que nos encontramos en los medios masivos de difusión de ideas/sentimientos/perspectivas tan al uso.

En este sentido, lo cultural es lo que nos lleva a ser ciudadanos y ciudadanas no solo con pensamiento crítico, sino con el convencimiento, y la responsabilidad, de agitar la cultura en la que estamos imbuidos con la finalidad de lograr la paz social, y conseguir un clima político y social que permita el verdadero progreso de cada uno y de cada una, en todas las facetas de su rica humanidad.

Uno de los pilares que sostiene la acción de Cooltural Plans es conseguir un ethos en el que las personas puedan dudar, no sentirse excluidas, vivir en un entorno en el que la palabra no agreda, de tal manera que se genere un caldo de transformación positivo en el que sea posible escuchar, disentir, cambiar de opinión o, simplemente, darse cuenta lo mucho que nos falta por aprender.

Se trata, en definitiva, de poner de moda la plasticidad en contraposición con la rigidez de quien quiere imponer a toda costa su visión de las cosas.

Ingeniero / @carlosmayorare