Rhina Avilés ha sido una gran maestra enseñando a "ver" en el mejor sentido
Rhina tuvo el acierto de saber escoger, lo que equivale a "saber ver", a diferenciar entre lo que marca la buena ruta, lo excelente, y lo que no merece mayor interés, aunque no pueden descartarse los "golpes de timón" tanto de artistas como de muchas personas, tomar un camino hacia lo meritorio, lo excelente.
Rhina Avilés enseñó a muchos salvadoreños a ver y conocer el arte, montando exposiciones de pintores y escultores en su momento jóvenes y relativamente no muy conocidos, lo que enriqueció a nuestro país y a muchas familias con obras hermosas, muy bellas, que se atesoran y continúan enseñando a jóvenes, adultos y comunidades.
Los lienzos, esculturas, hasta pequeños objetos marcan una ruta a seguir, estableciendo diferencias entre lo que es buen arte, válido, a lo chapucero, lo que apenas inicia andadura pero que tiene frente a sí modelos válidos, tanto en lo local como lo universal.
Muchos, a través de obras didácticas, enseñanza de quienes han ya caminado esos senderos, que han tenido la buena fortuna de ver grandes colecciones en museos como El Prado, el Pompidou o con videos de YouTube, han logrado superar lo que no tiene mayor valor, lo que no logra ir más allá del nivel elemental.
Rhina tuvo el acierto de saber escoger, lo que equivale a "saber ver", a diferenciar entre lo que marca la buena ruta, lo excelente, y lo que no merece mayor interés, aunque no pueden descartarse los "golpes de timón" tanto de artistas como de muchas personas, tomar un camino hacia lo meritorio, lo excelente.
En cada exposición, Rhina señalaba los rasgos que hacían de las obras expuestas gran, excelente arte, como fue el caso con el gran escultor mexicano Jorge Marín, un artista de rango mundial: inclusive se recuerda cuando alguien le preguntó cómo es que había logrado "sacar de Italia" una de sus esculturas, sin reparar que los rostros de las creaciones de Marín eran los de indígenas mexicanos, no europeos...
De Marín hay una "Mireya" muy linda, un "capolaboro" al decir de los italianos, como también las "lanchas" o botes de un artista argentino: en ciertas ocasiones, cuando un admirador del arte no estaba seguro de si un lienzo con una o con dos barcas era de su preferencia, Rhina tuvo la amabilidad de prestarle los dos para verlos en casa... escogió un solo bote; obviamente debió de haberse quedado con las dos versiones...
El "galerista", como se les llama, las personas que se dedican a buscar buenas o excelentes obras para exponerlas y venderlas, son como el maestro que lleva a sus discípulos de la mano para que ellos descubran la belleza de paisajes, el encanto de ciudades coloniales, los majestuoso de castillos, fortalezas...
Muchos han tenido la fortuna de "saber ver" de la mano de Rhina
Rhina supo exponer lo que destacaba de un artista, de las tendencias que marcan un futuro. Cuando se aprende "a ver", lo que muchos lograron de la mano de Rhina, pueden más tarde apreciar la belleza de una obra del japonés Hokusai, de un lienzo medioeval, de lo majestuoso que son los vitrales de Chartres o "La Grande Chapelle" cercana a Nuestra Señora de París.
Es, repetimos, aprender a ver, lo que en su momento no lograron los "académicos" europeos respecto a Van Gogh, que solo vendió un cuadro en su vida pero cuyas obras nos deslumbran, como es el caso de artistas en su momento no valorados.
Rhina es una gran maestra, una persona que sabe aquilatar lo bueno, lo hermoso, lo bello...

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