La verdad y la justicia valen la pena

Tener las últimas noticias en la palma de la mano ahora es más fácil gracias a los avances tecnológicos. Más de 4.3 millones de personas en El Salvador cuentan con teléfono inteligente, 1.5 millones utilizan una laptop y casi 4.5 millones tienen acceso a Internet, según datos del Censo de Población y Vivienda de 2024.

Pero este avance tecnológico, lamentablemente, está acompañado por el aumento de software maliciosos que se distribuyen a través de aplicaciones de correo, mensajería y redes sociales; por estafas y mucha desinformación con diferentes propósitos. 

Desde la oferta de un gran negocio con una aplicación hasta la promoción de mega obras inexistentes -con imágenes creadas con Inteligencia Artificial- para obtener réditos económicos o políticos son solo un ejemplo de todo este andamiaje alrededor de la información.

Aplicando la frase “una mentira repetida mil veces se convierte en verdad”, existe un océano de páginas web y de redes sociales que bombardean con propaganda,  información falsa o tergiversada, discursos grandilocuentes cuyos emisores esperan que sean repetidos sin ningún cuestionamiento y de paso les dejen muchos “likes”.

Es, en este punto tan crucial, que el periodismo resiste ante presiones y descréditos con el fin de servir a la ciudadanía en aquello que es esencial: La defensa de la verdad.

El periodismo ha jugado un rol importante en el tiempo para revelar hechos de corrupción, de nepotismo, de mal uso de la hacienda pública, esa que se nutre de los impuestos que las y los salvadoreños pagan con cada producto que compran y llevan a su mesa. 

Cerrar el flujo de información, mediante la reserva por varios años, fue una jugada para intentar poner freno al periodismo de investigación. Porque el derecho ciudadano de acceso a la información pública fue una base importante para dar a conocer esos escandalosos casos en gestiones anteriores y el poder en turno lo supo, por eso en 2020 no dudó en tomar el control del Instituto de Acceso a la Información Pública (IAIP), el cual disminuyó su actuación para garantizar este derecho. 

Un periodismo profesional no va a ser del agrado para quienes no obran con rectitud. Pero el periodismo tampoco busca constituirse en un adversario, sino en una exhortación a que no se repitan los viejos errores y que se actúe con legalidad, transparencia y respeto a los derechos humanos.

Porque una ciudadanía bien informada toma mejores decisiones. Algunas de esas son el premio o castigo con su voto, esto último en particular a quienes defraudan su confianza.

Además, el libre ejercicio de la prensa y el periodismo es fundamental para el desarrollo de toda democracia. Sí, una democracia que va más allá de la realización de elecciones cada cierto tiempo.

Aunque no se ve materialmente está presente en la vida cotidiana y puede percibirse su deterioro, como cuando se tiene que bajar la voz o ver alrededor antes de expresar una opinión, pues más de la mitad de la población cree que puede enfrentar represalias por expresar opiniones políticas críticas al gobierno, según la última encuesta del Instituto Universitario de Opinión Pública (Iudop). 

Historias de familias que sufrieron arbitrariedades fueron dadas a conocer gracias al trabajo de periodistas comprometidos con otro pilar que bien vale la pena: La justicia.

El periodismo no es un servicio temporal que se dé el lujo de renunciar a sus principios. Aún en momentos adversos cobra aliento para acompañar a la población en aquello que vale la pena defender. Este 31 de julio, que se conmemora el Día del Periodista en El Salvador, tomemos fuerza en la solidaridad y en la confianza que abrazamos el profesionalismo, la justicia y la verdad; porque quedan páginas por escribir e historias qué contar.

Editora sección Política El Diario de Hoy