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Hecha la ley… ganancia de pescadores

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Por Carlos Mayora Re
Publicado el 26 de julio de 2025


El comercio es un ser vivo, con millones de ojos y millones de cabezas, millones de productores y millones de consumidores… pensando, y actuando, jugando un partido sin fin en la cancha de las variables económicas.

En estos primeros seis meses, a pesar de las predicciones agoreras debido a las disposiciones gubernamentales, la economía más grande del mundo, la de los Estados Unidos, no solo no se ha contraído o complicado, sino que ha crecido.

Después de la andanada de aranceles, uno esperaría que la inflación se hubiera disparado, no solo por encarecimiento de los productos causado por las tasas de importación, sino también por la escasez. Pero va a ser que no. No ha habido ni inflación, ni ralentización de la economía, ni disminución de importaciones.

Las cifras indican crecimiento, estabilidad del empleo, sanos mercados bursátiles. ¿Qué ha pasado?

La respuesta no viene de ninguna mano invisible ni de magia económica, sino de las decisiones estratégicas tomadas por las empresas que exportan a Estados Unidos antes de que los aranceles entraran en vigencia. Es el caso, por ejemplo, de los fabricantes europeos de automóviles, que han logrado sortear el 25% de impuesto que ahora deben pagar cerrando contratos justo a tiempo. Lo mismo que hicieron los importadores de materia prima: cebaron inventarios antes de que los aranceles entraran en vigencia. Una estrategia conocida como “front loading”.

Además, si bien los aranceles se aplicaron… las importaciones aumentaron ¿es que a la gente le gusta pagar más por lo que consume? No exactamente. Una de las respuestas al enigma es que las grandes empresas han logrado absorber parte el aumento de costos de importación gracias a que, antes que todo se diera, tenían márgenes de beneficios históricamente altos.

Esto explica no solo la oferta de productos en el mercado, sino también el incremento del movimiento comercial en el primer semestre del año. De acuerdo con datos de la Organización Mundial de Comercio, el tráfico de mercancías aumentó un 5,3% interanual, globalmente; y las exportaciones europeas a los Estados Unidos un 37% en los primeros cinco meses de 2025.

Por otro lado, los modos de sortear los impuestos de importación son, como es de esperar, ingeniosos. Los más comunes son utilizados por empresas de países cargados de aranceles por la política económica de Trump, que dejan de exportar directamente y lo hacen vía Viet Nam, Tailandia o México, donde a las mercancías se les hace alguna modificación (basta con re etiquetarlos) para que entren al mercado como provenientes de países con tasas mucho menores. Esto explica que las importaciones norteamericanas desde el sudeste asiático hayan crecido un 28% interanual… y -lógicamente- las importaciones directas desde China hayan disminuido considerablemente.

Más estable es la que se ha llamado la estrategia China+1, que consiste en que las empresas manufactureras que tenían plantas en China las conservan allí y montan otras en el sudeste asiático, de manera que a la hora de exportar a los Estados Unidos sus productos no figuran con el “caro” made in China.

También hay empresas no norteamericanas que están trabajando para instalar sus plantas en los Estados Unidos… lo que tendría al presidente Trump “bailando en un pie” de contento, pero entre tomar una decisión y que la industria empiece a producir, media un tiempo considerable.

Además, el gasto público no se ha frenado y en un contexto de incertidumbre económica, la inyección de capital focalizada en tecnología y energía ayuda a estabilizar las cosas.

Es claro que este adelanto de compras, y las otras medidas económicas señaladas, no puede durar para toda la vida; pero por ahora han sido un excelente colchón temporal para amortiguar el impacto arancelario.

Mientras tanto, en el río macroeconómico que revolvió las disposiciones arancelarias, los pescadores han sabido pescar, y aumentar sus ganancias.

Ingeniero / @carlosmayorare

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