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embarazos adolescentes

Conozca las claves para prevenir embarazos en niñas y adolescentes

El cambio demográfico ha provocado una disminución de nacimientos; pero aquellas mujeres que tienen hijos, lo hacen en edades tempranas

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Por Cristian Díaz
Publicado el 27 de julio de 2025


El Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA) reconoció que la disminución de la tasa de embarazos en niñas y adolescentes alcanzada, en el país, en la última década se debe a un esfuerzo colectivo de una sociedad. Y señala que para mantener esa reducción, es importante que dicho sector, y los padres de familia, tomen decisiones basadas en la educación integral, evidencia científica y adecuada a la edad de hombres y mujeres

PREGUNTA ¿Hay algún periodo para que la tasa de embarazos llegue a cero?

UNFPA Llegar a cero embarazos en niñas y adolescentes es un reto enorme para cualquier país del mundo. Al día de hoy, ninguna nación ha logrado eliminar por completo esta problemática, lo cual refleja la complejidad de sus causas estructurales: desigualdad, violencia, exclusión, falta de acceso a servicios, entre otros factores. Sin embargo, esto no significa que debamos renunciar a esa meta. Por el contrario, debe mantenerse como un objetivo aspiracional que nos impulse a actuar con más decisión, con más coherencia y con más compromiso colectivo. Cada caso que logramos evitar representa una niña que puede seguir en la escuela, una adolescente que puede desarrollar su proyecto de vida, una familia que se transforma. No existen, por ahora, proyecciones nacionales o globales que indiquen una fecha concreta para erradicar el embarazo en adolescentes, y es importante no generar expectativas 

Fuente: Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA)

¿Qué aspectos incidieron para la reducción del número de embarazos en niñas y adolescentes, que pasó de 68 cada día en el 2015 a 21 en el 2024? 

UNFPA:  Esta disminución ha sido producto de un conjunto de factores articulados que han generado transformaciones importantes en distintos niveles. Uno de los elementos clave ha sido el cambio demográfico.

El país, al igual que muchos otros en América Latina, atraviesa una etapa de baja fecundidad, lo que ha contribuido a una reducción sostenida de los embarazos en adolescentes.

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En este período, la tasa de fecundidad adolescente bajó de 68.8 por mil a 28.5 por mil en el país. Además, el acceso a la información se ha ampliado considerablemente.

Hoy en día, los adolescentes tienen más formas de acceder a contenidos sobre la prevención de embarazos tempranos, lo cual puede ser positivo si se acompaña adecuadamente. 

Sin embargo, cuando no se ofrece una orientación clara, existe el riesgo de que reciban mensajes confusos, erróneos o incluso peligrosos. Aquí es donde la familia, el personal docente y los servicios especializados en salud sexual y reproductiva juegan un papel fundamental.

Su labor consiste en acompañar, informar con base científica y brindar herramientas adecuadas a la edad de los adolescentes, favoreciendo decisiones informadas y saludables.

Es necesario romper mitos, construir confianza con los adolescentes y ofrecer orientaciones claras que les permitan desarrollar proyectos de vida con libertad, alejados de situaciones como el embarazo temprano, la violencia sexual o las uniones forzadas.  

¿Cuáles aspectos influyen para que Ahuachapán (20.8) y Sonsonate (19.8) tengan la mayor tasa de embarazos en niñas y adolescentes a nivel nacional?

Esta realidad no puede entenderse únicamente como un dato estadístico, sino como el reflejo de desigualdades estructurales que persisten en el país. 

En estos departamentos se concentran múltiples desafíos sociales, económicos y educativos, así como limitaciones en el acceso a servicios de salud, particularmente en sus zonas rurales.

En estos entornos, el embarazo adolescente aparece con frecuencia vinculado a uniones tempranas, muchas veces normalizadas, que se dan en contextos marcados por relaciones desiguales de poder y, en no pocos casos, por violencia sexual.

También inciden factores culturales que continúan asociando la identidad de las niñas con la maternidad temprana, lo que limita significativamente sus oportunidades de desarrollo personal y profesional. Uno de los aportes clave del Mapa de embarazos 2025 es que, a partir de los datos más recientes del Censo de Población y Vivienda 2024, se evidencia que los casos de maternidad temprana y uniones forzadas se concentran especialmente en zonas rurales alejadas de los centros urbanos.

Desde UNFPA se reconoce que para enfrentar esta problemática se requiere una respuesta territorial, intersectorial y basada en evidencia. Por eso, se impulsa un abordaje integral que combine acciones de prevención, atención especializada a las adolescentes y procesos de transformación de normas sociales.

Fuente: Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA)

¿Cómo entender la dinámica demográfica de que cada vez hay menos nacimientos y, sin embargo, la tasa de embarazos en adolescentes sigue alta? 

El Salvador, al igual que otros países de la región, atraviesa una etapa de baja fecundidad y crecimiento poblacional reducido, lo que se refleja en una disminución sostenida del número total de nacimientos. También es cierto que los embarazos en adolescentes han disminuido en la última década.

La tasa de fecundidad adolescente bajó de 68.8 por mil en 2015 a 28.5 en 2024, lo que muestra un avance importante. Sin embargo, esta reducción no siempre avanza al mismo ritmo que la fecundidad global.

El mapa subraya que, si bien hoy hay menos mujeres que tienen hijos y, en general, las mujeres tienen menos hijos, una parte significativa de aquellas que sí los tienen, lo hacen a edades tempranas. Aunque no se trata de la mayoría, sigue siendo un grupo considerable que enfrenta condiciones de vulnerabilidad que no han sido superadas.

Esta situación es especialmente visible en zonas rurales y territorios alejados de los centros urbanos, donde se combinan factores como pobreza, falta de acceso a servicios de salud y educación, violencia sexual y normalización de las uniones tempranas.

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En estos contextos, el embarazo en la adolescencia no suele ser una decisión libre e informada, sino el resultado de múltiples factores estructurales. Por eso, el mapa insiste en la urgencia de avanzar con políticas focalizadas, intersectoriales y con enfoque de derechos, que logren cerrar estas brechas.

¿Qué factores han influido para que el departamento de San Salvador tenga la tasa más baja de embarazos en niñas y adolescentes?

Esto refleja, entre otros factores, una mejor cobertura educativa, mayor acceso a servicios de salud sexual y reproductiva, y una menor normalización de las uniones tempranas en comparación con otras zonas del país.

San Salvador concentra además una oferta más amplia de servicios de protección, justicia y salud, lo que permite una atención más oportuna ante situaciones de riesgo como la violencia sexual.

También es probablemente uno de los departamentos con más acceso a información y sensibilización sobre medios para prevenir el embarazo adolescente y las uniones tempranas, tanto por parte del Estado como de organizaciones sociales.

El entorno urbano y el acceso a información, tanto digital como institucional, ofrecen a los adolescentes mayores oportunidades para tomar decisiones informadas sobre su vida reproductiva. 

¿Qué labor falta por realizar para que la tasa de embarazos en dicho sector continúe disminuyendo?

Para que la tendencia a la baja en los embarazos en adolescentes continúe en los próximos años, es fundamental que todos los actores de la sociedad sigan sumándose activamente, especialmente aquellos que están más cerca de los adolescentes, como las familias y las escuelas.

El Mapa de embarazos en niñas y adolescentes 2025 muestra que identifican a sus madres, padres y a la escuela como sus principales fuentes de orientación. Esto nos recuerda que la familia y el sistema educativo no sólo acompañan, sino que influyen directamente en su bienestar y decisiones.

Una de las herramientas más poderosas para prevenir embarazos tempranos es la educación integral, basada en evidencia científica y adecuada a la edad de hombres y mujeres. Esta educación debe brindar información clara, accesible y respetuosa, que no solo ayude a tomar decisiones informadas, sino que también fortalezca la autoestima, el respeto mutuo y la capacidad de proyectar un futuro con autonomía.

Además, es vital que los adolescentes reciban orientación para identificar situaciones de riesgo, especialmente aquellas relacionadas con la violencia sexual o las uniones tempranas, que muchas veces están marcadas por desigualdades de poder y coerción. 

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Por otro lado, los servicios que ofrece el Estado —salud, educación, atención psicosocial y programas de desarrollo— deben estar disponibles de manera permanente, funcionando con calidad, cercanía y sin estigmas. No se trata solo de crear servicios, sino de garantizar que estén verdaderamente al alcance de quienes los necesitan.

También se requiere que las comunidades generen entornos protectores, donde los adolescentes puedan reconocerse como personas con derechos, con capacidad de soñar y construir un proyecto de vida. 

¿Qué factores inciden para que la tasa de embarazos en adolescentes de 15 a 19 años sea mayor a la tasa de niñas de 10 a 14 años?

El embarazo en adolescentes de 15 a 19 años está fuertemente asociado a una serie de factores estructurales que reflejan desigualdad, exclusión y ausencia de oportunidades. 

El Mapa de embarazos en niñas y adolescentes 2025 identifica que el 72.1% de las adolescentes madres entre 15 y 19 años ha tenido experiencia de unión conyugal, lo cual muestra una estrecha relación entre uniones tempranas y maternidad adolescente.

Estas uniones no siempre son voluntarias ni equitativas. En muchos casos están marcadas por relaciones desiguales de poder, presión social o incluso violencia sexual, especialmente en contextos donde estas prácticas se normalizan. El embarazo en estas edades, entonces, no puede entenderse como una elección libre e informada, sino como una consecuencia de múltiples vulneraciones.

Otro dato clave del mapa es que 5 de cada 10 adolescentes y jóvenes recurren a sus madres y padres como fuente de información sobre sexualidad, y 4 de cada 10 menciona a la escuela. Esto confirma que sí hay disposición por parte de los adolescentes para buscar orientación, pero también revela una gran responsabilidad para que esa orientación sea adecuada, científica y libre de prejuicios.

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