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La presidente y su gran batalla cultural

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Por Mirella Schoenenberg Wollants
Publicado el 16 de julio de 2025


Encontré un par de videos en TikTok donde se observa a la señora Presidente de la República de México, Claudia Sheinbaum Pardo, expresando que el término “presidenta” había sido incorporado formalmente en la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, cuando el Senado de la República aprobó el dictamen que añade, en 31 artículos, la palabra “presidenta” (junto con “gobernadora” y “presidenta municipal”). Con base a noticia periodística que ubiqué en internet, esta votación se llevó a cabo el martes 10 de diciembre de 2024 alrededor de las 14:00 horas.

La señora Sheinbaum Pardo también menciona en uno de los videos referidos, que ha incorporado la palabra “comandanta”, sin embargo, no he encontrado constancia de que la reforma constitucional de diciembre de 2024 haya incorporado ese término en algún artículo de la Carta Magna. En algunos actos oficiales y medios de comunicación se ha llamado a Claudia Sheinbaum “Comandanta Suprema de las Fuerzas Armadas” al asumir la jefatura civil de Sedena, Marina y Guardia Nacional, pero eso ha respondido a un uso protocolario o discursivo, no a una modificación legal.

Recordemos que en la Gramática y el Diccionario de la Real Academia Española, “presidente” es un sustantivo común en cuanto al género, lo que significa que la misma palabra sirve para referirse a quien ocupa ese cargo, sea hombre o mujer.

Con base a lo expresado por algunos analistas, la señora Sheinbaum es conocedora de que en las normas de la Academia, el término “presidente” no “tiene sexo” gramaticalmente; no obstante, ella deja a un lado esta norma. No implica que se entretiene en situaciones banales o insignificantes. Lo que demuestra, según algunos, es que está librando “la gran batalla cultural”.

La expresión “la gran batalla cultural” indica a algunos, esa lucha llevada a cabo por gobiernos o élites por medio del lenguaje, la ley o los símbolos para polarizar a la población en bandos (mujeres vs. hombres, racializados vs. no racializados, LGBTI vs. heterosexuales, etc.). Es una lucha que se suele englobar bajo el concepto anglosajón de “culture war” o “guerra cultural”. 

Revisando distintas fuentes he encontrado a algunos de los pensadores que han estudiado este fenómeno desde distintas perspectivas: (1) James Davidson Hunter, sociólogo, quien en 1991 publicó Culture Wars: The Struggle to Define America, donde describe la polarización de la sociedad estadounidense entre “progresistas” y “ortodoxos” en cuestiones como aborto, educación religiosa, derechos LGBTI, censura, etc. Mostró cómo este enfrentamiento trasciende partidos o clases sociales y se convierte en choque de visiones de mundo, avivado por líderes mediáticos y religiosos. (2) Samuel P. Huntington y el “choque de civilizaciones” en 1993, expresando que tras el fin de la Guerra Fría, los principales conflictos vendrían de identidades culturales y religiosas enfrentadas, no de rivalidades ideológicas clásicas. (3) Antonio Gramsci introdujo el concepto de hegemonía cultural para describir cómo la clase dominante impone su visión del mundo (valores, creencias, normas) a través de instituciones (escuela, medios, iglesia), haciéndola parecer con “sentido común”. Desde esta óptica, la “batalla cultural” es un combate por el control de esa hegemonía: qué relatos, símbolos y derechos se consideran naturales e inapelables. (4) Friedrich Nietzsche y el ressentiment: Nietzsche exhibió como los grupos “débiles” crean una moral de esclavos basada en el ressentiment (hostilidad contra quienes perciben causantes de su frustración), y cómo esa reacción moral invierte valores (“humildad” vs. “orgullo del fuerte”). Diversas dinámicas de victimización y revanchismo en la política identitaria han sido interpretadas a partir de esta crítica nietzscheana. (5) René Girard y el mecanismo del chivo expiatorio: este historiador y filósofo propuso la teoría mimética, la cual dibuja que los humanos desean lo que otros desean, lo que genera rivalidad y para restaurar la paz social, se recurre a la herramienta del chivo expiatorio (eliminar o culpar a un “otro” inocente). En esta “batalla cultural”, denunciar que un grupo rival es el culpable de todos los males de la Tierra funciona como el moderno chivo expiatorio. (6) Francis Fukuyama y la “política del resentimiento”: En su libro “Identity: The Demand for Dignity and the Politics of Resentment (2018)”, Fukuyama analiza cómo la búsqueda de reconocimiento (dignidad) de identidades particulares alimenta la polarización y el resentimiento político. Al centrarse en “grupos heridos” por viejas o nuevas injusticias, se fomenta el choque de identidades en vez de un diálogo cívico amplio.

Con base a estos análisis y posturas, podemos concebir esa “gran batalla cultural” que aparentemente la Presidente de México tiene en su agenda y no olvida, como un cruce de fuerzas simbólicas donde se redefinen derechos, se movilizan resentimientos y se disputan narrativas: un fenómeno analizado desde la sociología política (Hunter, Huntington), la teoría hegemónica (Gramsci), la filosofía de la moral (Nietzsche), la antropología de la violencia (Girard) y el estudio de la identidad y el resentimiento en la política contemporánea (Fukuyama).

Me atrevo a deducir que en algún momento de nuestras existencias, cada humano ha caído en alguna de estas batallas culturales a raíz de una frustración experimentada; y que, al tener conciencia de ellas, ha luchado por salirse de las mismas. Aunque muchos se han quedado en el campo de la contienda, ciegos, sin dilucidar que solo son carne de cañón y jamás serán libres. En un próximo artículo narraré tácticas para liberarse de participar en esa batalla cultural. ¡Hasta la próxima!

Médica, Nutrióloga y Abogada

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