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El sol de los veteranos

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Por Ramiro Navas
Publicado el 11 de julio de 2025


Una mañana, hace no muchos meses, íbamos tres en el carro hacia una reunión, avanzando lento hasta que advertimos que el tráfico ahí por el Salvador del Mundo se detuvo totalmente. Ya era algo tarde y, como es natural, nos estresamos. Bajé la ventana y escuchamos megáfonos a lo lejos.

— Una protesta es, no sabía que había marcha ahora.

A lo que una compañera respondió:

— Han de ser los veteranos.

Sí eran ellos. Megáfonos, carteles y pancartas, bajo el sol de ahí por las diez de la mañana y sobre el planchón de cemento que, notoriamente, era como tener el sol por debajo también. Unos se abanicaban con las mismas hojas en las que estaba impreso su pronunciamiento, mientras que otra buena parte tenía las manos ocupadas sosteniendo las proclamas.

No nos fue difícil concluir que los que protestaban eran ellos. Quien escribe estas palabras nació a finales de 1993, casi dos años después de los Acuerdos de Paz, y los primeros registros mentales que poseo sobre la palabra “veteranos” tienen que ver con protestas. Con los años entendí que unos venían de la Fuerza Armada y otros del FMLN insurgente, que todos llevaban tiempo pidiendo que se les cumplieran servicios sociales mínimos, y que esos mismos que entonces marchaban juntos se habían enfrentado a muerte entre ellos, en las montañas, la década antes de que yo naciera.

Estos días ha sido difícil no pensar en los veteranos del conflicto armado. Todos leímos la noticia del presidente del Instituto Administrador de los Beneficios de Veteranos y Excombatientes (INABVE), capturado con una llamativa cantidad de dinero en efectivo y después dejado en libertad bajo fianza en Honduras. 

No pretendo adentrarme en los pormenores del caso, pero es ciertamente indignante que justo el funcionario a cargo de la institución que debe velar por los derechos de los ex combatientes sea el involucrado en una situación como ésta (y siendo además un importante dirigente territorial del partido de gobierno). Es una tremenda ironía que el INABVE sea noticia, por razones así de sospechosas, justo cuando hay ex combatientes, que dedicaron toda su vida a defender derechos civiles y sociales, que hoy ven su salud deteriorarse en las cárceles sin haber sido vencidos en un juicio limpio. 

Un agresivo aparato de propaganda lleva tiempo reescribiendo la historia nacional, y uno de sus puntos centrales es hacernos creer que los Acuerdos de Paz fueron una farsa. Han logrado cauterizar la sensibilidad social de manera que la gente piense que los veteranos y ex combatientes no son acreedores de derechos porque decidieron participar en la guerra.

Por eso hoy es más justo que nunca reivindicar aquella lucha. Usted, amigo lector, puede tener simpatías más con algún bando que con el otro. Eso habrá que reflexionarlo después. Pero lo innegable es que ahí, en la gente que combatió, hay una reserva moral de mujeres y hombres que según sus principios fueron capaces de defender con su vida un ideal de país que hicieron propio. Puede usted simpatizar con aquello, o no, pero estará de acuerdo en que no parece quedar gente con ese nivel de compromiso, y ojalá no llegue nunca la necesidad de comprobarlo.

Lo cierto es que mal harían mi generación y las más jóvenes en no tener presente que lo que nosotros estamos viviendo ahora, y que antes solo leíamos en libros y documentales, a tantas personas les ha tocado vivirlo dos veces. Tal vez si ellos hubieran tenido los espacios que tuvimos nosotros, mucho de lo que ha pasado seguiría en la literatura histórica y no en los titulares de los diarios.

“Veteranos de guerra”, se les dice para simplificar. Todos conocemos a alguno, aunque lo diga o se lo reserve. El estigma social dice que revientan pólvora y cierran calles, pero basta hablar con cualquiera para entender que son los últimos que quisieran que este país pasara por lo que ya pasó. Que ya sufrieron tanta sangre derramada y hoy ven tantas cosas igual o peor que antes. Que cada cual luchaba por el sol de un mañana bien distinto al que sale ahora. 

A ninguno de los que conozco le gustaría que estas palabras sonaran a condescendencia. Son ellos los que deberían compadecerse de nosotros: nos falta mucho cuero en la piel para aguantar todo el sol que han aguantado ellos.

No sé si nosotros debamos seguirles llamando veteranos de guerra. En todo caso, y aunque a algunos insistan en lo contrario, han sido las veteranas y veteranos de la democracia.

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Estas palabras han sido inspiradas por varias personas con las que he tenido el honor de compartir. Especialmente en solidaridad con Atilio Montalvo, cuya salud se deterioró tras un proceso judicial sin las garantías correspondientes.

@RamiroNavas_

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